LITERATURA NORTEAMERICANA

De cómo el exuberante narrador Thomas Wolfe forjó el mito de la madre América

Amelia Pérez de Villar traduce los 58 ‘Cuentos’ del autor retratado en la película ‘El editor de libros’ para Páginas de Espuma

Páginas de Espuma publica a Thomas Wolfe.
Retrato de Thomas Wolfe (1900-1938) con Atlantic City al fondo en 1935.
Cortesía Páginas de Espuma.

Amelia Pérez de Villar es una traductora y una escritora apasionada. A ella le pertenecen algunas versiones, para el sello de Páginas de Espuma, de autores tan complejos como Henry James, el maestro del estilo, Harold Bloom, el estudioso de Shakespeare y el ‘canon’ literario, o los tres volúmenes de ensayos de Robert Louis Stevenson. El editor Juan Casamayor, un zaragozano afincado en Madrid, puso en sus manos un desafío: traducir la obra corta de un gran narrador norteamericano, Thomas Wolfe (Asheville, Carolina del Norte, 1900- Baltimore, 1938), al que puso de moda la película ‘El editor de libros’ (2016), de Michael Grandage, la historia de su relación con el editor Maxwell Perkins, que el escritor abordó en el relato largo ‘El viejo Rivers’.

Wolfe, de estilo caudaloso y poético, tan avasallador como salvaje, era un perfeccionista y un cronista de su tiempo y de su propia existencia de idas y vueltas, de viajes y regresos, desde el mundo rural primigenio, de atmósfera sureña, hacia la gran urbe, hacia la vieja Europa después y, por fin, el retorno a casa, a sus raíces, al latido tembloroso de la tierra. Moriría a los 37 años de una neumonía.

Amelia Pérez de Villar aceptó el reto y en 14 meses tradujo los ‘Cuentos’ del autor de ‘Del tiempo y el río’ o ‘El ángel que nos mira’, más de 600 páginas en el original que son 900 en el cuidado volumen de Páginas de Espuma. Explicó que suele alternar, en su trabajo de traducción, dos libros: andaba con una novela contemporánea y los textos, elegidos al azar y por su brevedad, del autor norteamericano, pero aquello no funcionaba. No encontraba el ritmo, ni el lenguaje, ni se sentía cómoda. Y así, sin leer las versiones al castellano que existían, se entregó en cuerpo y alma y en exclusiva a la prosa exuberante del escritor, que forja el mito de una América que es madre y madrastra, que es solar, plantío de nativos y tierra de acogida. De los 58 textos que consta ‘Cuentos’, 43 son inéditos; otros habían aparecido en el sello Periférica. El editor zaragozano Juan Casamayor tenía muy claro que Amelia Pérez de Villar, minuciosa, debía ser la traductora de este libro donde se ven la pureza y el esplendor de un narrador, “toda su vida está en sus cuentos”, observó durante la presentación por videoconferencia del volumen.

Los textos están fechados entre 1929, el primero es ‘Un ángel en el porche’, y el último es ‘La carta española’, recuperado en 1987, donde confiesa que no ha estado nunca en nuestro país, pero sí que “la he visitado muchas veces en espíritu (….) mi España está aquí, en este mundo que me envuelve aquí y ahora”.

En cierto modo, Amelia Pérez de Villar también fue descubriendo “el estilo en constante formación” del narrador que experimentaba todo el tiempo, cuento a cuento. Muchos de los relatos tienen un sustrato autobiográfico, aunque enmascare sus experiencias y sus viajes a Francia, Italia y Alemania ( “donde llegó a ser mucho más conocido que en su propio país”, dijo Amelia) bajo otros nombres. Wolfe tenía una personalidad compleja y conflictiva, era muy exigente consigo mismo, experimentaba en cada pieza y tenía una tendencia absoluta la dispersión.

La lectura de los ‘Cuentos’ revela muchos aspectos: el sustrato de su infancia y su adolescencia, la pugna entre el mundo rural y el mundo urbano, elementos del crack de 1929, la formación de Nueva York con sus imponentes rascacielos, el desarraigo, el racismo, en su país y en Alemania, pero también la importancia del ferrocarril en la historia de Estados Unidos, que parece darle cohesión al país, y el eco de algunas pasiones, sobre todo la que vivió con Aline, una mujer casada. “Muchos de sus relatos están vigentes en la actualidad, sobre todo aquellos en los que habla de la modernidad o del ascenso del nazismo”, dijo Amelia Pérez de Villar, que insistió en que cada página era un espacio de experimentación constante, de prueba y error, del estilo.

El gran narrador sureño y Premio Nobel William Faulkner dejó este retrato de Thomas Wolfe: “Tuvo el coraje de experimentar, de ser, de escribir tonterías, de ser tonto, de ser sentimental, en el intento de derribar la única instancia conmovedora y apasionada de la lucha del hombre”.

LA FICHA

‘Cuentos’. Thomas Wolfe. Traducción de Amelia Pérez de Villar. Páginas de Espuma. Madrid, 2020. 921 páginas.

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