poesía para niños. 'artes & letras'

‘El poeta de Velintonia’, un cuento dibujado de amor a Vicente Aleixandre

Emilio Calderón y Carmen García Iglesias firman un álbum dedicado al Premio Nobel de 1977 publicado en Zaragoza por el sello Edelvives

Vicente Aleixandre. 'El poeta de Velintonia'.
Detalle de la portada con la casa al fondo.
Carmen García Iglesias.

Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984) es uno de los grandes poetas españoles de todos los tiempos. Perteneció a la Generación del 27, fue entrañable amigo de Federico García Lorca, Luis Cernuda, Miguel Hernández y Pablo Neruda, entre otros muchos, y fue el hombre acogedor y amable que tendió puentes a todas las generaciones poéticas españolas en la posguerra. Su casa de Velintonia fue la auténtica Casa de la Poesía en el franquismo: por allí pasaron multitud de jóvenes poetas, a los que recibía con cariño e inmensa generosidad. Por su vivienda y su jardín, con flores y un cedro, pasaron también algunos poetas e intelectuales aragoneses: Julio Antonio Gómez, Luciano Gracia, el fotógrafo Joaquín Alcón, que le hizo un reportaje completo, o generaciones más jóvenes, entre ellos el bibliófilo y poeta, en su juventud, José Luis Melero.

Emilio Calderón le dedicó una exhaustiva biografía: ‘Vicente Aleixandre. La memoria de un hombre está en sus besos’ (Stella Maris, 2016), donde lo documentaba todo: su infancia en Sevilla y Málaga (a la que retrataría bellamente en ‘Sombra del paraíso’), su traslado a Madrid, sus continuas enfermedades, las motivaciones poéticas y vitales, el extenso círculo de amistades y también la nómina de sus amores, algunas mujeres y varios hombres.

Ahora, en Edelvives, acaba de aparecer un cuento ilustrado por Carmen García Iglesias, de cuidado colorido y línea clara, muy sugerente y nítida, ‘El poeta de Velintonia. Homenaje a Vicente Aleixandre’, que es, ante todo, una exaltación de la amistad, de la lírica, de la convivencia y de la bondad, todo ello envuelto en una fábula sencilla y muy bien armonizada: el relato de un gato callejero, completamente blanco, salvo en sus pies, que parecen botines. “Un día de verano -escribe Calderón-, a la hora de comer, Verso saltó la verja que rodeaba una bonita casa. Su idea era rebuscar entre los desperdicios, como tenía por costumbre, con el propósito de echarse algo a la boca”. Allí se encuentra con un perro, Sirio, que come su ración de piñones y con un hombre alto y rubio. Esa noche Verso, que aún no tenía nombre, en realidad, volverá y ve al hombre, de esplendentes ojos azules, más poderosos quizá que la luz de la lámpara: “La luz azul, casi irreal, de los ojos de aquel hombre”. Estaba tendido en su cama, como si fuera el lápiz con el que escribía unos versos. Allí nacerá una inmediata amistad, y el gato es bautizado Verso y no tardará en aficionarse a la poesía.

Vicente Aleixandre. 'El poeta de Velintonia'.
Así vio Carmen García Iglesias a Vicente Aleixandre.
Carmen García Iglesias.

En aquella casa pasaban cosas cotidianas y a la vez bonitas: se recibían las visitas de Luis Cernuda, García Lorca se sentaba al piano y cantaba canciones, volaban obsesivamente las mariposas, llegaba Miguel Hernández con sus sabrosas naranjas (“eran un auténtico manjar”), aquel pastor poeta que se subía a los árboles y que daba saltos de trapecista. Y allí se hablaba obsesivamente de poesía, se nombraban las cosas y se hacían versos en papeles que se enterraban ante los árboles (“Te escribo y te siembro, palabra, / para que florezcas y te multipliques en los días difíciles”) y se vivía la amistad. Un día estalló la Guerra Civil, y Aleixandre, y Verso y Sirio, que ya eran amigos, tuvieron que irse…

Así comienza este cuento, lleno de humanidad, de historia, de elipsis y de sutiles juegos que resultan propios de un cuento de hadas. Pasan muchas muchas muchas cosas, a Verso lo confunden con su nieto -algunos parecen olvidarse que los gatos tienen siete vidas-, el poeta logrará volver a su casa tras la contienda; y un día, en 1977, a Vicente Aleixandre le dan el Premio Nobel. Incluso aparece un niño poeta que se empecina en combatir el cruel destino: que no se venda esa casa hechizada, que no se pierda ese cedro donde Verso se sintió el rey del mundo.

Vicente Aleixandre. 'El poeta de Velintonia'.
El gato Verso en el árbol donde subía Miguel Hernández.
Carmen García Iglesias.

‘El poeta de Velintonia’ es un texto para niños con alma, de todas las edades, es un canto al hecho de crear versos, a la belleza, a las sensaciones, a la solidaridad. Se dice: “Elegí Velintonia porque es como se conoce al árbol más alto del planeta, con largas ramas siempre dispuestas a acoger a todo el mundo”. O: “Lo que más nos gusta a los poetas es poner nombre a las cosas. Al nombrarlas, cobran más importancia”.

‘El poeta de Velintonia’, en estos tiempos en que hemos dejado de tocarnos, nos abraza de muchos modos: con sus colores, con los brazos de Vicente Aleixandre, con la memoria de una generación, con la música incesante de la poesía, con los retratos que ha pintado Carmen García Iglesias, y con los detalles de una casa donde, por ejemplo, leyó García Lorca sus ‘Sonetos del amor oscuro’.

LA FICHA

‘El poeta de Velintonia. Homenaje a Vicente Aleixandre’. Texto: Emilio Calderón. Ilustraciones de Carmen García Iglesias. Edelvives. Zaragoza, 2020. 44 páginas.

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