Nota costumbrista (36)

El amor de Bastos

El médico aragonés que trató a Durruti en su lecho de muerte fue autor de unas interesantes memorias y, sobre todo, de un rarísimo libro de amor dedicado a su sobrina y esposa.

El aragonés Manuel Bastos Ansart
El aragonés Manuel Bastos Ansart y sus memorias
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El aragonés Manuel Bastos Ansart quedará para la historia como el médico que trató en el lecho de muerte a Buenaventura Durruti –hace ahora 70 años- y que escuchó sus tres últimas palabras, “ya se alejan”, en referencia a la retirada de los aviones enemigos que bombardeaban Madrid. Cuando el líder anarquista agonizaba en una cama del Hotel Ritz ninguno de los médicos que allí le atendían se atrevía a tomar la decisión de si era o no preciso practicar una intervención quirúrgica. Decidieron llamar a Bastos, al que todos reconocían un magisterio indiscutible, quien después de examinar la herida aseguró que ésta era mortal de necesidad y que nada podía hacerse por salvar la vida del leonés. Todos respiraron aliviados, pues ninguno quería para sí la responsabilidad de que Durruti se les muriera en una operación. Pocos recuerdan en cambio su faceta de escritor. Bastos, que vivió en cierto modo eclipsado por la personalidad de su hermano Francisco, conocido político y escritor, fue autor de unas interesantes memorias, De las guerras coloniales a la guerra civil. Memorias de un cirujano (1969) y, sobre todo, de un rarísimo libro de amor dedicado a su esposa titulado Una vida de mujer (1965). Manuel Bastos se casó con su sobrina, de modo que, como a él le gustaba decir, su hermano era además su suegro. Estuvo enamorado toda su vida de ella de una forma extraordinaria y a su muerte le dedicó un libro conmovedor. Era éste tan apasionado (Bastos se pregunta en las páginas finales para qué vive y llega a decir que la muerte le haría un gran bien “abriéndome las puertas que hoy golpeo con los puños desesperadamente”) que les dio miedo a los censores y sólo autorizaron su difusión privada –de ahí su rareza-, prohibiendo que pudiera distribuirse en librerías. Debían de pensar sin duda que el amor puede ser revolucionario.

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