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Diego San José: "A los políticos ni siquiera una pandemia los pone de acuerdo»

El guionista (Irún, 1978) nos devuelve al político  que encarnaba Javier Cámara en ‘Vamos Juan’ en la segunda temporada de la serie, que ya emite TNT

Diego San José.
Retrato del guionista Diego San José.
Efe.

¿Cómo está?

Mi actividad profesional es estar en casa encerrado cuando toca escribir. La diferencia es que normalmente lo haces para convertir la vida real en algo llamativo. Cuando te rodea una pandemia global y una situación casi bélica, como guionista no tienes ninguna función en la sociedad.

¿Y tiene cuerpo para escribir comedia?

Una serie que arranqué antes del coronavirus. Me ha pillado en mitad del proyecto y afortunadamente sigo la estela de decisiones tomadas. Me sentiría incapaz de arrancar de cero.

¿La parece válido el humor estos días para desdramatizar la situación, los memes y chistes en redes sociales?

El humor tiene que ser una elección. Habrá a quien le ayude a sobrellevar la situación, pero nunca tiene que ser una imposición. Cuando éramos pequeños y jugábamos a la ouija, siempre había alguien que hacía chistes: era el que más miedo tenía. Yo utilizo el humor porque siento tanto pánico que la única manera de superarlo es pensar que mientras haya chistes no hemos perdido del todo.

En las redes sociales parece que todos estamos felices en casa, viendo series sin parar.

Hay un fenómeno en mi generación: siempre hay que buscar el lado bueno de todo lo que nos pasa. Es una huida ante elementos que son, simplemente, una desgracia. Creo que te libera mucho entender que hay etapas en la vida que son malas. Una pandemia como esta en la que cada día mueren 900 personas es una tragedia y punto.

Empezamos a barruntar que eso que decíamos al principio de que íbamos a salir mejores personas no va a ser así.

Deberíamos permitirnos no tener que mejorar siempre. Después de una pandemia en la que va a faltar mucha gente a nuestro alrededor y vamos a salir todos más pobres, igual no mejoramos. No vamos a salir más fuertes, solo una dificultad muy grande te hace más necesitado del resto. Por eso redescubrimos ahora el disfrute de los vecinos, empleos que antes no valorábamos.

Ahora sabemos quiénes son nuestros vecinos.

Yo sabía que en mi escalera había una vecina mayor. Nunca me había preocupado por ella, y de repente me ofrecí a hacerle la compra. Somos bastante puñeteros; cuando la cosas van bien el disfrute es individual y cuando van mal te vuelves colectivo. Nos hacemos solidarios desde el egoísmo, cuando vemos las orejas al lobo. Los aplausos a los sanitarios son un gesto bonito, pero además del agradecimiento también está la cosa de decir: a ver si va a hacer falta que me asistan a mí mañana.

A un guionista no se le ocurriría que en una crisis así los políticos sigan tirándose los trastos a la cabeza.

Es la lectura más triste de todo esto. Y no tiene solución. Ni siquiera una pandemia les pone de acuerdo. Hay críticas gestionadas en base a una rentabilidad electoralista. Vete tú a saber quién piensa en una urnas cuando está muriendo tanta gente. Al menos la gente ve cómo los políticos no están respondiendo como lo están haciendo los demás.

«Las ideologías solo sirven para perder votos», como sostiene el protagonista de ‘Vamos Juan’, Javier Cámara.

Detrás de esa frase está la gestión de la política como si fuera una empresa buscando sus nichos, con los asesores de imagen, el diseño de las páginas web. Hoy la ideología es la última decisión. ¿Qué nos conviene pensar para obtener el mayor número de votos? A mí me preocupa ver a los políticos meter tantas horas en Twitter, porque no se puede construir una sociedad mejor a golpe de 140 caracteres.

Qué difícil escribir sátira política en este país, donde un político aparece en la mesa de su despacho con un bote de pimentón.

Nosotros evitamos desde el principio cualquier codazo con la realidad, porque la serie envejecería a una velocidad inaudita. La política española sería una serie muy mala, porque no puedes escribir que un personaje diga una cosa en el capítulo uno y en el cuatro la contraria. Es más difícil escribir ficción política que ser político en la vida real.

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