LITERATURA

Celia Santos cuenta la vida y las carreras de la pionera Dorothy Levitt, que anticipó el retrovisor

En ‘Más rápida que la vida’ (Ed. B) retrata a la inglesa que, además, fue amazona, piloto de aviación y de motonáutica

Dorothy Levitt. Más rápida que la vida.
Dorothy Levitt (1882-1922) fue la primera piloto de carreras de coches de Inglaterra y ganó algunas. 
Ed. B.

 La escritora Celia Santos (Bergara, Guipúzcoa, 1972) parece tener muy clara su apuesta en la ficción: el universo de la mujer. Le interesan criaturas rebeldes, emprendedoras y, en cierto modo, pioneras, que también han padecido la postergación o el olvido. Durante la escritura de su novela anterior, ‘La maleta de Ana’, quiso informarse sobre coches y le apareció varias veces un nombre: Dorothy Levitt.

"Cuando pensé en mi segunda novela tuve la sensación de que esa mujer me llamaba. Y me dejé arrastrar: me di cuenta de que está muy olvidada, pese a que había sido muy famosa en su época". Habla de ‘Más rápida que la vida’, que publica Ediciones B y que se iba a presentar en la Fnac. Celia Santos está muy vinculada sentimentalmente con Zaragoza.

Celia Santos remeció aquí y allá y acotó la historia: "El gran momento de Dorothy fue entre 1903 y 1911. Fue la primera mujer en Inglaterra que participó en una carrera en su país, y llegó a participar en pruebas en Francia y Alemania, también; se habla de una carrera París-Madrid, que no he podido documentar bien".

Procedía de una familia acomodada, ya que su padre, un judío de origen portugués que pasó de ser Levi a Levitt, se dedicó al comercio de té. Dorothy tendría una vida fascinante. "Desde luego. Me cautivó por eso. Fue una gran amazona y también fue una experta en motonaútica, manejaba de maravilla la lancha motora y acumuló varios triunfos, y tenía licencia de piloto de aviación. Era una mujer independiente, con mucha personalidad, sufragista. Supo aprovechar la grieta de libertad que trajo el rey Eduardo VII e hizo algunas cosas que parecían solo reservadas a los hombres", dice. Recuerda que con el paso del tiempo escribiría una columna en el diario ‘The Graphic’, que recogió en su libro ‘La mujer y el automóvil’.

Podría decirse que Dorothy Levitt se dedicó a las carreras un poco por casualidad. Entró a trabajar de secretaria en la empresa Napier, y a su dueño Selwyn Edge le fascinaron varias cosas: su talante y su carrera, su belleza y sus largas piernas. "En Francia se había hecho famosa como piloto Camille du Gast, que había incrementado las ventas de coches, y Selwyn pensó que ella podría hacer algo así en Inglaterra. Le enseñó a conducir y le pagó una estancia de varios meses en París para que aprendiera mecánica y perfeccionase la conducción. Él estaba casado, pero yo sospecho o imagino que vivieron una historia de amor», relata Celia Santos. En la novela también vive otra relación con Mohinder, un indio que procede de Calcuta.

Polvera y revólver

Dorothy Levitt tenía un mantra: decía que para conducir "había que llevar la polvera y el revólver. Y ella lo llevaba siempre. Con la polvera miraba a sus perseguidores, porque ella corría mucho, era osada, y podemos deducir que fue la inventora del espejo retrovisor. ¿El revólver? No sé si lo tuvo que usar", matiza.

Dorothy Levitt. Más rápida que la vida.
Retrato de la escritora Celia Santos, una vasca afincada con Barcelona y ligada a Zaragoza.
Archivo C. Santos.

Fue objeto de algunas objeciones por parte de colectivos como los Gentlemen Drivers, "aristócratas que pagaban para que les dejasen pilotar y participar en carreras", pero ella siguió fiel a su empeño. Participó en pruebas de varios días, los actuales rallies, en carreras de velocidad en línea, en ascensiones o en circuito cerrado. Parecía tímida, pero enseñó a la reina Alejandra de Dinamarca, esposa de Eduardo VII, y a sus hijas los secretos del coche.

"Me ha interesado mucho esta mujer que fue una adelantada a su época y que había caído en el olvido. He querido hacer una novela feminista sobre una pionera que se metió en un mundo de hombres sin complejos», dice Celia Santos. Llevaba un diario, y después de su debut, en abril de 1903, escribió: «Primera inglesa en tomar parte en una competición de automovilismo. No gané. Lo haré mejor la próxima vez".

Así lo hizo. Venció varias veces.

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