El mundo de la antropología llora la muerte del aragonés Carmelo Lisón

El investigador había donado todo su archivo y biblioteca a su localidad natal, La Puebla de Alfindén

Carmelo Lisón, en su discurso de colocación de la primera piedra de la fundación que lleva su nombre en La Puebla de Alfindén, en 2017.
Carmelo Lisón, en su discurso de colocación de la primera piedra de la fundación que lleva su nombre en La Puebla de Alfindén, en 2017.
Julián Fallás

La muerte del estudioso aragonés Carmelo Lisón Tolosana, el martes en Madrid, ha sumido en el dolor a los antropólogos españoles y ha puesto de manifiesto su ingente legado científico. Lisón Tolosana, considerado el padre de la antropología social en España, nació en 1929 en La Puebla de Alfindén (Zaragoza). Se licenció en Historia en la Universidad de Zaragoza en 1957 y en 1963 se doctoró en Antropología Social en la Universidad de Oxford. Profesor de la Complutense hasta su jubilación, formó a varias generaciones de antropólogos.

«Ha sido una figura clave en la antropología española –destacaba ayer el catedrático emérito de la UNED Honorio Manuel Velasco–. Y lo ha sido en tres aspectos. Primero, porque fue responsable de la implantación de esos estudios en la universidad española de los 70. Segundo, porque modificó sustancialmente los métodos de trabajo de la antropología en España, obligando a los trabajos de campo para la obtención de datos. Y tercero, porque desde la universidad fomentó la realización de numerosos estudios. Él hizo su tesis sobre Belmonte de los Caballeros, nombre con el que enmascaró a su localidad natal, La Puebla de Alfindén. Y a partir de 1964 se centró en Galicia. Pero siempre tuvo una mirada puesta en Aragón. Pensaba también que la antropología debía acercarse a la sociedad y organizó numerosos simposios, cursos y conferencias».

Miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y del Real Instituto Antropológico de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en 1993 el Gobierno de Aragón le concedió el Premio Aragón en Ciencias Humanas y Sociales y en 2005 la Xunta de Galicia le otorgó su Medalla de Plata.

José Carmelo Lisón, sobrino del erudito, también nacido en La Puebla de Alfindén y profesor de la misma disciplina en la Complutense, destacaba ayer que «fue una persona tan innovadora que cambió el panorama de la antropología social española en muchas cosas. Puso el departamento de la Complutense entre los 60 mejores del mundo y, en el terreno práctico, introdujo en nuestro trabajo el uso de la fotografía y de las filmaciones. Siempre buscó estar a la vanguardia de todo».

En la Universidad de Zaragoza la muerte de Lisón también causó impacto. Carmen Gallego, profesora de Antropología Social y Cultural, destacaba ayer que la tesis doctoral del erudito aragonés "nos adentra en las relaciones sociales densas, de estructura social compleja, de creencias y de vida marcada por las diferenciaciones sociales, basadas muchas de ellas de sus conocimientos vivenciales. Fue traducida posteriormente y publicada en castellano, ocasión que tuvieron sus vecinos para leerlo y verse, en algunos casos, reflejados. Él me comentaba que alguna persona del pueblo le llegó incluso a increpar por cosas que él decía y que no se veía reflejada en ello". 

"Era un hombre comedido, amigo de sus amigos -añadía Gallego-, que supo desde la Universidad madrileña,donde acabó su vida laboral, crear un grupo de investigación. Amaba Galicia y retrató como nadie esa vida cotidiana, interpretando siempre sus modos de hacer y de creer".

Y María Elisa Sánchez Sanz, hoy profesora de Antropología en la Universidad de Zaragoza, recordaba que ella formó parte del equipo que en los años 1979 y 1980, impulsado desde el Museo de Artes y Tradiciones Populares, dependiente del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, disfrutó de una beca para estudiar las fiestas de España y su comparación con algunas del Estado de Alburquerque en los Estados Unidos. Carmelo Lisón asesoró en la metodología que se empleó en aquella investigación pionera y por la cual María Elisa Sánchez tuvo la oportunidad de estudiar siguiendo esos criterios fiestas como las botargas de Hinojosa de Jarque y de la Val de Jarque, la Sanantonada de Mirambel, los moros y cristianos para san Blas en Pina de Ebro, Santa Águeda en Escatrón, la Vieja Remolona de Alcubierre o las Semanas Santas del Bajo Aragón, Ateca y Calatayud, entre otras.

Desde el Instituto Aragonés de Antropología, del que Lisón era Socio de Honor, se destacaba su intervención en el VII Congreso de Antropología (Universidad de Zaragoza. 1996) que organizó el Instituto Aragonés de Antropología y la Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español, y que sobre Aragón publicó el libro:  'Aragoneses, políptico desde la Antropología Social' dentro de la 'Colección de antropología aragonesa'. "Su fallecimiento es una pérdida irreparable para la antropología española y para Aragón -se aseguraba- aunque queda su obra, así como su fundación, que seguirá siendo un factor de desarrollo cultural tanto para La Puebla de Alfindén como para el desarrollo de la Antropología Social aragonesa".

Para el antropólogo aragonés Ángel Gari, «ha sido una figura esencial en la antropología española pero también lo ha sido para Aragón. Impulsó numerosas tesis sobre nuestra comunidad y entre sus discípulos hay especialistas como Gaspar Mairal, de larga y fecunda trayectoria. Para España, además, Lisón fue durante años el eslabón que nos unió a la antropología puntera mundial, la que se hacía en el ámbito anglosajón».

A principios de los 90, el estudioso, junto a su esposa, Julia Donald, anunció que había establecido en su testamento que su archivo personal y su legado se quedaran en su localidad natal a cambio de que se construyera un centro especializado en antropología social y cultural que fuera una referencia nacional e internacional. La fundación y el proyecto de Centro Humanístico se presentaron al público en septiembre de 2012, en un acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, al que asistieron, entre otras autoridades, la entonces presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, y el rector, Manuel López. Para entonces ya se contaba con un proyecto arquitectónico de Jesús Marco y Marta Peribáñez, que ganaron en 2008 el concurso de ideas que se había convocado para la construcción del edificio. El propio Lisón presidió hace ahora tres años la colocación de la primera piedra del edificio, que será también nueva biblioteca de la localidad, pero las obras, que llegaron a iniciarse, están paralizadas. Según aseguraba ayer la alcaldesa, Ana Isabel Ceamanos, se está «a la espera del proceso de resolución de contrato con la empresa que realiza las obras». Ceamanos subrayaba ayer que la fundación «está perfectamente activa, y lo seguirá estando sin él. Cuando sea posible, el patronato nombrará un nuevo presidente». En La Puebla de Alfindén, donde se decretaron tres días de luto oficial, la noticia de la muerte del antropólogo cayó como un mazazo.

Beatriz Callén, bibliotecaria y gestora cultural, se mostraba dolida. «Ha sido muy triste porque ni siquiera hemos podido acompañarle. Sabíamos que un día moriría, porque ya tenía 90 años y la última vez que vino aquí se le veía débil, pero nunca esperas una noticia así. Ahora queda por ver cómo se reorganiza su fundación, porque él era su peso fuerte». 

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