'La madre de Frankestein', retrato de Almudena Grandes de un país humillado

La escritora hace una reivindicación de la dignidad de hombres y mujeres que lucharon por la libertad.

Montaje con Aurora Rodríguez Carballeira y su hja Hildegart, "la virgen roja", a la que mató a sangre fría
Montaje con Aurora Rodríguez Carballeira y su hja Hildegart, "la virgen roja", a la que mató a sangre fría
Diario Madrid

Germán Velázquez es todavía un niño cuando escucha, escondido en la consulta de psiquiatría de su padre, a una mujer que confiesa haber asesinado a su hija. Esa mujer es Aurora Rodríguez Carballeira y explica con sangre fría que se ha visto obligada a matar a Hildegart Rodríguez, "la virgen roja", la joven que fue concebida y "diseñada" por su madre para ser un modelo de mujer que mejorase la especie y que ahora se había desviado de su misión. Muchos años y un exilio después, Germán vuelve a Madrid, ya como psiquiatra formado en Suiza, para poner en marcha un ensayo clínico en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, donde está recluida Aurora y donde trabaja María Castejón, una auxiliar que cada tarde lee libros en voz alta para aquella mujer que tanto impactó al doctor.

A partir de la historia real de Hildegart y Aurora, la autora ha construido una ambiciosa novela coral, galdosiana y muy bien tramada, que atrapa desde sus primeras páginas y no se puede dejar de leer. La voz de Aurora se alterna con las de Germán y María; tres voces muy bien construidas y diferenciadas, complejas y llenas de vida, que nos remiten a tres mundos muy distintos, a tres realidades que acaban por enredarse. Porque esas realidades son lo importante de esta novela.

La historia desde abajo

Almudena Grandes retrata toda una época a partir de las vidas de gente normal, de la calle, gente que no saldría nunca en un manual de Historia. Porque la vida está siempre en esos márgenes que Almudena Grandes sabe observar y contar tan bien.

En ‘La madre de Frankenstein’ asistimos al desarraigo del exilio y a la extrañeza del regreso a través de Germán, que tuvo que salir de España para no ser represaliado por la implicación de su padre con la República; al arriesgado coraje de quienes intentaron resistir en la clandestinidad, como Rita (la misma Rita que conocimos en ‘Episodios’ anteriores y que vuelve aquí acompañada de otros personajes también conocidos, como Rafael García, Pastora o Pepe el Portugués, en un juego literario que gustará a los lectores de la serie); a las humillaciones sufridas por chicas como María, que salían de su pueblo para irse a servir a Madrid, chachas de las que abusaban -en todos los sentidos- y a quienes juzgaban después presumiendo de superioridad moral; a la diferencia de clases hasta en el manicomio, donde las enfermas ricas gozaban de una vida mucho mejor que las pobres; o al desgarro de las madres que vieron como la iglesia católica les arrebataba a sus hijos recién nacidos para entregarlos a familias de bien. A estos personajes de ficción les acompañan otros que sí existieron de verdad, como la propia Aurora o como el psiquiatra Vallejo-Nájera, defensor de la eugenesia y de la doctrina del "gen rojo", que relacionaba las ideas marxistas y comunistas (y cualquiera que no se ajustara al régimen) con la inferioridad mental y que había que extirpar con métodos espantosos; o el siniestro monseñor Eijo Garay, obispo de Madrid-Alcalá y Patriarca de las Indias Occidentales, Consejero Nacional de FET y de las JONS y procurador en Cortes -la mejor muestra de que no existía separación entre Iglesia y Estado-, que controlaba con mano férrea que los españoles siguieran los principios del "glorioso movimiento" y nadie se saliera del camino marcado por el Caudillo.

Almudena Grandes, una novelista galdosiana.
Almudena Grandes, una novelista galdosiana.
Efe

Una época sin esperanza

La autora reconstruye la oscuridad de una década, la de los cincuenta, en la que se perdió lo único que quedaba: la esperanza. Es Rita, la hermana de Germán, quien lo explica: "en los cuarenta estábamos peor y estábamos mejor al mismo tiempo. […] En los cuarenta, la gente no tenía nada que comer, pero tenía esperanza. […] estábamos convencidos de que los aliados invadirían España si ganaban la guerra mundial. Eso era lo que esperábamos todos, y esa idea nos ayudaba a soportar el hambre, las cárceles, las palizas. […] Y sin embargo, ahora… Fusilan menos, sí, las cárceles están más vacías, también, muchos presos han vuelto a sus casas, desde luego, pero nadie espera nada bueno ya".

Generación de mujeres

‘La madre de Frankenstein’ es, en mi opinión, el más conseguido de los ‘Episodios de una guerra interminable’ de Almudena Grandes, una reivindicación de la dignidad de hombres y mujeres que lucharon por no ser humillados y un hermoso homenaje a una generación de mujeres "que perdieron la libertad en la que habían vivido sus madres para llegar tarde a la libertad en la que hemos vivido sus hijas".

Esta serie tiene algo de utilidad pública, de textos que deberían ser leídos en los institutos para que chicos y chicas ya nacidos en el siglo XXI no olviden de dónde venimos.

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