cultura

El misterio resuelto de la cabeza colorada de Santa Engracia y las reliquias líquidas

El templo martirial por excelencia de la Archidiócesis de Zaragoza ha celebrado esta semana un encuentro de especialistas dentro de los actos conmemorativos del bicentenario de la reconstrucción de la cripta.

Antonio Mostalac, director de las excavaciones en la cripta de Santa Engracia, en el baptisterio descubierto en los trabajos realizados entre 2008-2010.
Antonio Mostalac, director de las excavaciones en la cripta de Santa Engracia, en el baptisterio descubierto en los trabajos realizados entre 2008-2010.
Raquel Labodía

La cripta de Santa Engracia, el espacio más emblemático del templo martirial por excelencia de la Archidiócesis de Zaragoza, está de celebración esta semana. Con motivo del bicentenario de su reconstrucción, tras su voladura por parte de las tropas francesas en la madrugada del 13 al 14 de agosto de 1808 en el Primer Sitio, cinco especialistas y estudiosos han compartido con el público la historia, arqueología, arquitectura y tradición que encierran sus muros en unos encuentros organizados por la Basílica Parroquia de Santa Engracia en colaboración con la Institución Fernando el Católico.

Antonio Mostalac, director de las excavaciones en la cripta (2008-2010) y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, es quien ha coordinado este encuentro junto con el párroco de Santa Engracia, Santiago Aparicio. Para este arqueólogo, la cripta -testigo del primer cristianismo en la ciudad- es la historia del martirio de Santa Engracia, sus reliquias y todas las vicisitudes que estas han pasado en dicho lugar hasta el siglo XXI. "En época de Valeriano, en la segunda mitad del siglo III después de Cristo, es cuando Engracia y sus 18 compañeros sufren martirio y son enterrados a las afueras de la ciudad, en lo que los romanos llaman ‘suburbium’. A partir de aquí es cuando empieza la historia de la cripta, que se va a fortalecer en el año 405 con el ‘Peristephanon’ de Aurelio Prudencio (colección de himnos a los mártires) que la da a conocer a tierras hispanas y fuera", señala.

El elemento tangible más antiguo que se conserva en la cripta es un sarcófago de brocatel de Tortosa en el que estuvo enterrada Santa Engracia y los protomártires. "En este sarcófago hay un cosa curiosísima: los dos mármoles ligados a los primitivos acontecimientos de la Iglesia de Zaragoza son brocatel de Tortosa", explica Mostalac en referencia a la columna de la venida de la Virgen del Pilar y el sarcófago donde estuvo enterrada la primera cristiana martirizada de la ciudad.

Muchas vicisitudes

"Este sarcófago ha pasado muchas vicisitudes. Cuando a finales del XX lo abrimos y lo limpiamos nos dimos cuenta de que el fondo estaba manchado de un color como la púrpura. Lo analizamos y salió que se trataba de una sustancia oleaginosa; aceite que contuvo algún elemento aromático como pudiera ser la mirra. Además, en un lateral hay un agujero muy mal hecho por fuera y pulimentado por dentro. Por otro lado, cuando en el siglo XIV se encuentran los restos de Santa Engracia su cabeza estaba colorada. Seguimos estudiando y en el Teatro romano de Caesaraugusta aparece el molde de una ‘ampulla’ (un pequeño recipiente de pocos centímetros similar a una cantimplora que servía para contener reliquias líquidas y que se llevaba colgado al cuello). Significa que hay culto martirial; que los peregrinos vienen a venerar los restos de Santa Engracia, por eso están colorados. A finales del siglo V d. C. comienzos del VI en la cripta de Santa Engracia comienzan las peregrinaciones y los peregrinos se llevan reliquias líquidas", explica.

"A finales del siglo V comienzos del VI en la cripta comienzan las peregrinaciones y los peregrinos se llevan reliquias líquidas"

Para Mostalac, las peregrinaciones coinciden con la construcción de un nuevo baptisterio más grande (donde se administraba el bautismo por inmersión) que fue descubierto, junto con pavimento del templo original, en las excavaciones que realizó. "A finales del V y comienzos del IV el obispo que había en la ciudad, que se llamaba Vicente, se volvió arriano y se celebra el II Concilio de Zaragoza en el año 592. Esta iglesia se vuelve a cristianizar y yo creo que, con motivo de ese segundo concilio, se hacen todas estas obras. Ya en el siglo VII, San Braulio es el que potencia este lugar extraordinariamente, los restos de la mártir se pasan a otro sarcófago y se abandonan las reliquias líquidas por sólidas", indica.

Las reliquias de Santa Engracia aún serían cambiadas de nuevo en el siglo VIII con la llegada de los musulmanes. "En 1100 cogen sus restos y los de San Lupercio y los meten en un sarcófago compartimentado. Lo esconden y pasan casi 300 años hasta que aparece. ¿Por qué no lo vuelven a sacar 18 años después con Alfonso I El Batallador?", se pregunta.

Primera patrona de Zaragoza

La respuesta del director de las excavaciones es porque los zaragozanos no querían que los restos óseos de la mártir salieran de la ciudad. "En 1087, Sancho Ramírez, rey de Aragón, debe muchos favores al obispo Pedro I de Jaca y se los paga regalándole la cripta con sus mártires. La iglesia pasa a pertenecer a la diócesis de Jaca y después a la de Huesca hasta 1957, que es cuando es devuelta a la de Zaragoza", afirma. "Cuando aparecen las reliquias, el Ayuntamiento la nombra patrona de Zaragoza en 1480. Es la primera patrona y la Virgen del Pilar es copatrona (en 1642) con Santa Engracia", añade.

Junto a Mostalac (que ha impartido este viernes una conferencia sobre los restos arqueológicos conservados en el interior de la cripta), a lo largo de la semana han participado en este encuentro de especialistas Domingo Buesa (que ha abordado ‘El primitivo monasterio de las Santa Masas’), Juan Carlos Lozano (‘La cripta de Santa Engracia en los siglos XVII y XVIII), José Laborda (‘El academicismo en Zaragoza: el arquitecto don José de Yarza) y Alfredo Encuentra (‘Aurelio Prudencio Clemente y los mártires de Caesar Augusta’). Este último, profesor de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, destaca que lo que pretende Prudencio, una especie de "aristócrata romano culto" de finales del siglo IV, es difundir las ideas ortodoxas de Ambrosio de Milán y el nuevo culto a los mártires. "Todo el siglo IV es el cambio de un mundo: el mundo antiguo pagano desaparece y se instaura una nueva estructura. El himno IV del ‘Peristephanon’ está dedicado a los mártires de Zaragoza. Prudencio viene a decir que había ya un culto porque habla de ciertas tradiciones y de que hay dos templos, pero no sabemos nada más. Seguramente lo hace para alabar a la Zaragoza cristina y yo personalmente creo que si no era de la ciudad estaba muy unida a ella", asegura.  

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