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La estatuilla que va de gala y se luce en el museo

La escultura que se entrega en la gala de los Premios Goya tiene su origen en una obra del escultor Mariano Benlliure, figura que también se puede disfrutar en el Museo de Zaragoza.

Estatuilla de los Premios Goya
Estatuilla de los Premios Goya

No desfila en la alfombra roja de los Premios Goya, pero es el más deseado. A pesar de ser una celebración, su penetrante mirada expresa seriedad. No luce ningún modelito de Óscar de la Renta, ni de Dolores Promesas. Tampoco opta por un diseño de Lorenzo Caprile. A juzgar por su desaliñado tupé, poco tiempo pasa en la peluquería para asistir a la gala de esta noche, la que llaman 'la gran fiesta del cine español'. No es actor, ni productor. No escribe guiones ni dirige filmes. Su profesión es pintor y responde al nombre de Francisco de Goya y Lucientes.

El reconocimiento de la Academia del Cine va acompañado de la entrega de una estatuilla, un codiciado busto que ocupa los lugares más preciados de grandes artistas. A veces, no termina en ninguna estantería, sino en el suelo. Que se lo digan a Javier Gutiérrez, ¡menudo apuro cuando vio el galardón en dos piezas! El tropiezo del actor terminó con la cabeza de Goya rodando por el escenario. Esto ocurrió en la 23º edición.

Es un trofeo y una obra de arte. "La estatuilla actual de los Premios Goya es una reproducción a partir de un vaciado en escayola original del busto realizado por Mariano Benlliure en 1902, conservado por la familia", se explica en la página web de los premios. La organización agradece en el mismo párrafo la “cesión de forma altruista” de la Fundación Benlliure.

La firma de este escultor valenciano también se encuentra en Zaragoza, por ejemplo, en la figura de Agustina de Aragón que corona la plaza del Portillo. No es de extrañar, ya que se alzaba con muchas de las convocatorias públicas que salían a concurso en las ciudades españolas. También se pueden ver sus trabajos en galerías, como en el Museo de Zaragoza. Allí, se muestra un busto del genio de Fuendetodos, la misma pieza que se entrega en los Premios Goya. En el lateral izquierdo de esta obra aparece la firma de Benlliure.

"El vaciado en sí mismo es la propia concepción originaria de la obra, es el molde que ha de servir para su ejecución final"

La pieza es propiedad de la institución aragonesa desde 1939. "El vaciado en sí mismo es la propia concepción originaria de la obra, es el molde que ha de servir para su ejecución final. Benlliure realizó varios modelos en bronce", detallan desde el museo. La apariencia en bronce que luce en la actualidad no es la misma que en décadas pasadas. "Durante mucho tiempo la obra presentó su aspecto original, siendo visible el yeso blanco", referencian las mismas fuentes. Este hecho lo corroboran las imágenes que se disponen en el archivo fotográfico del museo, añaden. Entonces, en las primeras décadas del siglo XX, este busto presidía las salas de exposición permanente dedicadas a Goya. Esa ubicación ha cambiado: ahora da paso a las salas dedicadas al genio.

Desde el Museo de Zaragoza explican su curioso origen: "Fue la obra previa al diseño de Benlliure para la ejecución de la escultura de cuerpo entero destinada para la ermita de San Antonio de la Florida y que finalmente se erigió ante la fachada norte del Museo del Prado". ¿Y cuál fue la fuente de inspiración que dimensionó a Goya? La respuesta se encuentra en el retrato de don Francisco que salió de los pinceles del pintor Vicente López, en 1826.

El idilio entre Goya, Benlliure y la capital aragonesa no se queda en esta versión que cuida el Museo de Zaragoza, sino que ya en la Exposición Hispano-francesa de 1908 se exhibió junto a otras producciones del escultor de Valencia, en el conocido como 'palacio de los museos'.

Copia tras copia

Este modelo podría ser la estampa que asalte a muchos cuando se les invite a imaginar cómo era Goya, la razón se fundamenta en que ha sido una de las esculturas más copiadas y difundidas de la iconografía goyesca. “Llega hasta nuestros días, en la producción de versiones del mismo, en serie, realizadas para los conocidos Premios Goya de cine”, aportan desde el mencionado museo de la capital aragonesa.

En este caso, pesan algo menos que los originales: entre 2 y 3 kilos. Ni punto de comparación con los 15 kilos que rozaba la primera escultura (desmontable) que se entregó en estos premios de la Academia. Era obra del escultor malagueño Miguel Ortiz Berrocal y su peso, además de por el diseño, era fruto del material en el que estaba concebido: bronce. Tal vez sea el poco peso del trofeo actual lo que incita a los agraciados a alargar sus discursos, a pesar de la mala cara que pone Goya, esa que estrujan con tanta emoción.

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