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¿Se van a acabar los desfiles de moda?

La retirada de Jean-Paul Gaultier, las críticas al modelo actual de pasarelas del muy influyente historiador Oliver Saillard o la decisión de Giambatista Valli de prescindir de modelos abren el debate.

La Semana de la Alta Costura de París acaba de terminar y, como viene siendo habitual en los últimos años, el carrusel de desfiles no solo ha dejado lujo, sofisticación, tendencias y exquisita artesanía, sino también más debate sobre el papel de este tipo de propuestas en un mundo de la moda que, si siempre ha sido cambiante, ahora asiste a un torbellino creativo y comercial espoleado por el comercio 'on line', los 'influencers', la moda pronta o el fin en la práctica de las colecciones por temporadas.

Dos nombres, el del modisto Jean-Paul Gaultier y el historiador de moda por excelencia Olivier Saillard, han puesto estos días en solfa el futuro de los desfiles de moda. Cada uno a su manera.

Saillard ha sido el más ácido. En los tiempos de la ecorresponsabilidad, el exdirector del Museo de la Moda de París (que ahora dirige la española Miren Arzalluz) pone en duda el sentido de los desfiles, a su juicio "un acercamiento rápido, ostentoso e ingrato", asentado en cambio como el modelo preferido para presentar las nuevas tendencias.

"Creo que la mayoría de los diseñadores sigue en un camino arcaico. Siguen haciendo grandes espectáculos que duran 11 minutos con modelos que no sonríen. De verdad, no sé para qué sirve un desfile", asegura a el ahora responsable de la Fundación Azzedine Alaïa en París.

"No entiendo la visión del mundo que tienen muchos diseñadores. Creo que no son suficientemente talentosos, no veo a nadie con la consistencia de Alaïa, de Jean-Paul Gaultier, de Yohji Yamamoto...", estima.

Quizás porque reconoce sentir más atracción por el pasado que por el presente, es uno de los principales defensores de optar por un formato de exposición y presentación en lugar de desfiles, demasiado cortos, demasiado frívolos y demasiado caros.

"Y después decimos que hay demasiadas cosas, que la moda es el segundo actor más contaminante del mundo. Hay que bajar el ritmo y hacer mejor las cosas", opina.

"Si en 1950 un desfile duraba dos horas, en los años 80 eran 40 minutos y hoy día el espectáculo apenas llega a los diez. Después, el público se levanta y huye al siguiente como si fuera una estampida, pues el calendario acoge un espectáculo por hora", dice.

"Creo que vamos a entrar en una época que va a modificar este tiempo de grandes desfiles". Historiador de la moda

"Creo que vamos a entrar en una época que va a modificar este tiempo de grandes desfiles. Hay que reinstaurar un momento de intimidad con la creación, pero para que eso exista debe haber otra exigencia sobre la prenda, no se pueden admirar todos los vestidos de la misma manera", señala.

El tiempo le está dando la razón. Además de las presentaciones que él ha liderado, las exposiciones de moda cada vez atraen a un mayor público y esta temporada marcas como Giambattista Valli u Oteyza han optado por presentaciones y exhibiciones en paralelo al desfile.

También avala su tesis la exposición que él mismo comisaría y que puede verse hasta junio en la Fundación Alaïa de París (después irá al Museo Balenciaga en Guetaria). Alaïa y Balenciaga: escultores de la silueta',pone en perspectiva las creaciones de ambos, siguiendo los deseos de Hubert de Givenchy, que poco antes de morir, en marzo de 2018, pidió al equipo del comisario francés que revisara los puntos en común entre ambos diseñadores.

Los dos rechazaron entrar en los puntillosos calendarios de la moda, presentaban sus creaciones a su antojo y fueron capaces de escapar a las tendencias que imponía la mayoría.

Alaïa y Balenciaga compartían una forma de rechazo, de discreción, de timidez y un gusto por la clientela. Balenciaga se negaba a que ciertas clientas se vistieran con su marca del mismo modo que Alaïa, que era capaz de decirle a una mujer que allí no iba a encontrar nada que le conviniera", explica Saillard.

Balenciaga nunca formó parte de los modistas reconocidos oficialmente por la alta costura -pese a serlo en la práctica- por mantenerse fuera del calendario oficial de la Cámara Sindical de la Alta Costura y salirse de las exigencias que demandaba la institución.

Paradójicamente, esta manera de conducirse no es la misma en la firma Balenciaga de 2020. Justo todo lo contrario porque acaba de anunciar que a partir de próximo julio compaginará la presentación de sus colecciones 'prêt-à-porter' con las de alta costura, que permanecían cerradas por decisión del modisto vasco desde 1968.

"Pensaba en ello desde mi llegada a Balenciaga en 2015. Para mí era una de mis misiones como diseñador de esta casa, pero había otras prioridades en la estrategia general, como consolidar el 'prêt-à-porter y los accesorios", ha dicho el actual diseñador de la firma, el georgiano Demna Gvasalia. Sostiene que ha sido el éxito comercial del 'prêt-à-porter' y de la línea de deportivas y ropa informal lo que ha permitido relanzar la alta costura.

Balenciaga vuelve a la alta costura más de 50 años después. Y Gaultier se va... ¿O no?

"Voy a continuar la alta costura con un concepto que estoy poniendo en marcha y que anunciaré dentro de poco; haré exposiciones, espectáculos, me dejaré guiar por nuevas aventuras”, dijo.

En su desfile final del miércoles, mientras los modelos más jóvenes del desfile se acercaban a despedirse de él y le pedían un 'selfi', Gaultier reconocía con la sonrisa que le caracteriza que en la decisión ha influido también el cambio de la industria.

"A Gaultier le gustaba esta reunión de su público donde todo el mundo estaba feliz. Creo que lo volvió a encontrar con su espectáculo y no me sorprendería que diera con otra fórmula, una especie de cabaret itinerante que difunda su ideal de moda. Ha visto que puede haber otro futuro", dice Saillard a quien el propio Gaultier parece darle la razón.

“La moda ha cambiado, el sistema ha cambiado. Prefiero acabar aquí habiendo hecho algo alegre. Me sigue gustando la moda pero hay más cosas que la moda”, señaló el modista, que solo tenía una petición para sus admiradores: “¡Gracias por estos 50 años y diviértanse!”.

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