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El Pilar revela su pasado más remoto

Ester Casorrán, archivera de la basílica, publica un estudio en el que saca a la luz más de medio millar de documentos de entre los siglos XII y XIV, hasta ahora inéditos.

Ester Casorrán, con su libro recién publicado y documentos antiguos, en el Archivo Capitular del Pilar
Ester Casorrán, con su libro recién publicado y documentos antiguos, en el Archivo Capitular del Pilar
Guillermo Mestre

Pocos edificios españoles habrán generado tanta bibliografía, nacional e internacional, como el Pilar de Zaragoza. Pero la inmensa mayoría de las publicaciones se han acercado a la basílica desde el punto de vista de la devoción o de la historia del arte. Ester Casorrán, archivera del templo, sin desdeñar estas dos facetas consustanciales, acaba de publicar un trabajo revelador sobre el pasado de la iglesia. 

Casorrán ha centrado su ‘Santa María la Mayor de Zaragoza (El Pilar) a través de sus documentos’ en el periodo que va de 1118 a 1318. De esos 200 años comprendidos entre la conquista de Zaragoza a los árabes y la elevación de la diócesis a sede metropolitana, se conservan en el archivo un total de 563 documentos. La investigadora ha transcrito todos en su publicación, y de ellos permanecían hasta ahora inéditos 513. ¿Qué información contienen?

"De todo tipo y muy valiosa –señala la investigadora–. Nos sirven para saber cómo se creó el cabildo, cómo evolucionó, cómo se organizaba en ese tiempo e iba incrementando su patrimonio; la vida cotidiana de quienes lo componían, hasta el punto de que podemos conocer su dieta; las rentas, los diezmos... Es muy interesante la información que nos ofrece del cabildo del Pilar como señor feudal, porque no se suele recordar que el Pilar ostentó el señorío de Calatorao y Brea, y que recibió en donación iglesias como la de Híjar, entre otras. En el libro analizo también las concesiones que hizo al templo la Santa Sede en esos años, o las relaciones diplomáticas que estableció".

El documento más antiguo que se conserva, en cuanto a su contenido, es la bula de Gelasio II del 10 de diciembre de 1118 en la que comunicaba al ejército que sitiaba Zaragoza la aceptación del obispo que le habían propuesto. Pero no se conserva el documento, sino una copia posterior, del siglo XVI. El original más antiguo es de carácter económico-administrativo, del 11 de enero de 1131: la confirmación de la donación de una heredad en Pedrola.

Pero medio millar de documentos inéditos dan para mucho más. Uno de los aspectos que intriga a los especialistas es por qué, cuando los cristianos arrebataron Zaragoza a los árabes, no eligieron la iglesia de Santa María como sede catedralicia. Ello acabó derivando, casi con total seguridad, en el hecho de que Zaragoza sea la única ciudad del mundo con dos catedrales. Lamentablemente, la documentación conservada en el archivo del Pilar no arroja mucha luz sobre el asunto.

"El problema es que no tenemos apenas documentos sobre el periodo posterior a la reconquista de la ciudad –señala Casorrán–. Sabemos, eso sí, que Pedro de Librana (el primer obispo) mandó una carta en 1118 pidiendo ayuda, incluso manual, para restaurar la iglesia, porque estaba prácticamente derruida, casi sin ornamentos para celebrar el culto y sus clérigos apenas tenían para comer. Por esa carta, también, sabemos que la iglesia era ya muy conocida fuera del actual Aragón. Que en ese momento la catedral se ubicara en el edificio que hasta entonces había sido mezquita mayor, en pleno uso, no es muy extraño dadas las circunstancias. Además, cuando se produce una conquista, la cultura ganadora suele reaprovechar y anular los edificios simbólicos de la anterior".

En cualquier caso, Pedro de Librana, como obispo, no descuidó lo más mínimo la iglesia de Santa María la Mayor, que ordenó reconstruir. Los religiosos que la atendían, según ha constatado Casorrán, estuvieron convencidos siempre de que la catedralidad había sido extendida desde el Pilar a la Seo. "Desde 1141, esta iglesia era exenta de la juridiscción del obispo de la diócesis y dependía directamente de la Santa Sede –relata–, lo que provocó roces y disputas durante varios siglos. Tanto, que mucho después de esa fecha, en 1578, por ejemplo, el arzobispo quiso hacer una visita pastoral a Santa María la Mayor y no le dejaron entrar. Las relaciones entre el Pilar y la Seo fueron siempre muy malas. El Pilar fue adquiriendo prerrogativas propias de las catedrales y luego las defendía con uñas y dientes. Los cabildos de ambas iglesias se enfrentaron en numerosas ocasiones hasta que en 1676 llegó la unión de cabildos y en 1731 la de rentas".

Aunque los reyes de Aragón se coronaban en la Seo, la investigadora ha encontrado numerosos datos que demuestran que la iglesia de Santa María era muy especial, desde el hecho de que Gastón de Bearn le donara su olifante, hasta el apoyo constante de figuras como Alfonso II de Aragón o Sancho el Fuerte de Navarra. "Un documento de 1299 de los jurados de la ciudad (lo que hoy sería el Ayuntamiento) es el primero en el que se emplea la expresión ‘del Pilar’, y en él se dice que venían a ver a la Virgen peregrinos de todo el mundo".

El trabajo de Casorrán está lleno de datos novedosos, como que a principios del siglo XIII ya se le donaban joyas a la Virgen, o que esta recibió su primer manto en el siglo XIV. 

‘Santa María la Mayor de Zaragoza (El Pilar) a través de sus documentos (1118-1318). Historia, devoción y tradición’ se presentó hace unos días en la Casa de la Iglesia de Zaragoza, en un acto en el que, además de Ester Casorrán, intervinieron el arzobispo, Vicente Jiménez, y el deán del Cabildo, Joaquín Aguilar.

La edición, que ve la luz gracias al Cabildo zaragozano y a la Fundación Teresa de Jesús, consta de dos volúmenes. En el primero se recorre descriptiva y analíticamente la historia de Santa María la Mayor durante los dos siglos; en el segundo, se presenta el apéndice documental, con la transcripción de los documentos. Se incluye también, para facilitar la tarea de los investigadores, un cedé con todos los textos, por lo que la búsqueda de documentos o referencias se abrevia enormemente. "Es una satisfacción estudiar la historia del Pilar –señala Casorrán–, por la importancia de la basílica y su trascendencia fuera de nuestras fronteras, pero también porque puedes hacerlo con documentos originales. Para nosotros, trabajar con ellos es tocar la historia".

Ester Casorrán confiesa su sorpresa por el número de estudios sobre el Pilar, a su juicio escaso, y por la cantidad de documentos inéditos que ha podido dar a conocer. "La basílica se ha estudiado mucho desde la historia del arte, pero no demasiado desde la historia en general. Cada día encontramos cosas extraordinarias y lo ideal sería que vinieran más investigadores y se hicieran más tesis sobre el templo". Ya está continuando su trabajo y estudiando los documentos de entre 1318 y 1435, fecha en que se incendió la Santa Capilla. 

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