música

Manel, el grupo catalán más popular, renueva hoy su vínculo con Zaragoza

La banda, que ha presentado cada uno de sus cinco discos en la capital aragonesa, actúa en la sala Oasis a las 21.00.

Roger Padilla, Guillem Gisbert, Arnau Vallvé y Martí Maymó posan el pasado miércoles en la calle de Alfonso I de Zaragoza.
Roger Padilla, Guillem Gisbert, Arnau Vallvé y Martí Maymó posan el pasado miércoles en la calle de Alfonso I de Zaragoza.
Raquel Labodía

Hay ciudades que se incrustan en el mapa músico-sentimental de una banda. Es el caso de Zaragoza para Manel. Desde su fulgurante irrupción en 2008 con su álbum de debut, ‘Els millors professors europeus’, hasta esta noche en la sala Oasis con su quinto disco, ‘Per la bona gent’, el cuarteto barcelonés no ha fallado, gira tras gira, a su cita con la capital aragonesa.

Un entrañable vínculo por el que se muestran muy agradecidos. Arrancó en 2009, con un concierto en ‘petit comité’ en el desaparecido Café Hispano, y ha ido creciendo con actuaciones en la sala López, el Centro Cívico La Almozara, el Teatro de las Esquinas, en unas fiestas del Pilar... y ahora la emblemática Oasis.

«Desde el principio Zaragoza ha formado parte de nuestras giras. Y no es sólo por una cuestión de situación geográfica. Siempre nos han tratado muy bien», explica Roger Padilla, guitarrista.

Guillem Gisbert, el cantante, completa el argumento: «Zaragoza forma parte de nuestra historia. Tuvimos la fortuna de contar con el apoyo de la prensa musical especializada desde nuestros inicios y eso nos abrió un poquito la puerta. Pero para que podamos tocar en Zaragoza o en otras ciudades es fundamental la figura del promotor que te llama y que apuesta por nosotros a pesar de que sabe que no hará el negocio del siglo».

Con Manel se da una paradoja. Mientras en Cataluña y en el ámbito catalano-parlante tienen un impacto masivo –cada lanzamiento es un acontecimiento y coleccionan ‘sold outs’ en sus actuaciones– en el resto del Estado van conquistando plazas a través de la pasión y una férrea voluntad. El pasado jueves actuaron en el Inverfest de Madrid y en los próximos meses también visitarán Pamplona, Málaga, Granada, Bilbao, Murcia, el Sonorama de Aranda de Duero y el Festival Internacional de Benicássim.

La barrera idiomática es un muro que, a golpe de talento y de canciones redondas, van derribando. «Es evidente que el idioma influye, que a una persona de Vic le pueden entrar las canciones de una forma más inmediata que a alguien de Gijón, que tiene que hacer un esfuerzo mayor para entender la letra», apunta Martí Maymó, bajista.

Sin embargo, esos diques se diluyen a través de la emoción de ese lenguaje universal que es la música. «Recuerdo con gran cariño aquel primer concierto en el Café Hispano, con espectadores de la edad de mis padres y más jóvenes, que no entendían el catalán, pero que disfrutaron de la actuación y han seguido viniendo en las siguientes visitas. Eso es muy bonito. Son personas que se saltan la barrera idiomática y se limitan a sentir la música», rememora Arnau Vallvé, batería.

«Nuestra vocación es desplazarnos donde haga falta. Nos gusta mucho hacerlo. Y cada nueva ciudad en la que tocamos supone una gran alegría. No vamos por el mundo representando a nadie ni a nada más que a nosotros cuatro. No valoramos que la gente venga a ver música en catalán. Lo que queremos es que la gente venga a ver a Manel. Lo importante no es el idioma, sino que la música sea de calidad», remacha Guillem Gisbert.

El repertorio cincelado por Manel en los cinco álbumes que integran su discografía delata su habilidad extrema para dar con el resorte que activa la emoción ajena, fruto de unas brillantes melodías y de unas letras que cuentan historias alejándose de los pasajes comunes para construir un imaginario propio.

Otra de las máximas que alimenta al grupo es su aversión al inmovilismo y sus ansias por explorar y evolucionar. Un buen ejemplo es su último disco, ‘Per la bona gent’, en el que han ahondado en el camino de las texturas electrónicas, los sintetizadores y los samplers de la mano del productor estadounidense Jake Aron.

«No nos sentimos obligados a repetir la fórmula que nos ha llevado al éxito. Somos muy libres en este sentido. No nos da miedo probar cosas nuevas y cambiar», concreta Gisbert. Unas canciones de nuevo cuño que sonarán en la sala Oasis junto a los clásicos de la banda para disfrute de su cada vez más numeroso público zaragozano.

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