Miguel Ángel Arrudi propone convertir la térmica de Andorra en un grupo escultórico

Su proyecto ahorra los costes de la demolición y aprovecha las instalaciones para generar energía limpia

Recreación realizada por Miguel Ángel Arrudi de cómo quedarían las chimeneas de la central térmica de Andorra tras su intervención
Recreación realizada por Miguel Ángel Arrudi de cómo quedarían las chimeneas de la central térmica de Andorra tras su intervención
Miguel Ángel Arrudi

La central térmica de Andorra (Teruel) parece tener sus días contados, y no llegan más allá de mediados del año que viene. Luego vendrán el derribo, la restauración ambiental... ¿O no? Desde hace unos meses, el artista aragonés Miguel Ángel Arrudi está librando una particular batalla, se diría que quijotesca, para intentar salvar parcialmente la central, convirtiéndola en un grupo escultórico único en Europa, a la vez que una fuente de energía limpia. Arrudi cree que, además, se podría aprovechar parte de las instalaciones para crear un centro museístico o de interpretación sobre la generación de electricidad.

El proyecto lo conocen ya DGA (incluido el presidente, Javier Lambán), Ministerio para la Transición Ecológica, CEPYME Aragón, Endesa y otras entidades, pero no parece haber detenido la cuenta atrás para la central. «Lo que propongo es reutilizar las chimeneas de refrigeración de la central térmica –relata el escultor–, convirtiéndolas en unas singulares torres escultóricas por y para el viento, unas torres que aúnen la ingeniería con la tecnología y el arte. Creo que derribarlas sería una barbaridad, puesto que ya forman parte del patrimonio paisajístico asumido. Además, ya pueden considerarse también patrimonio industrial».

En un principio, Arrudi proponía utilizar las tres grandes chimeneas de evaporación de la central para, abriendo huecos en ellas, instalar en su interior un total de 18.000 molinos eólicos de eje vertical. Como no es fácil encontrar quien fabrique esos 18.000 pequeños molinos (6.000 por chimenea), Arrudi ha cambiado el proyecto proponiendo en cambio un solo molino de eje horizontal, y de 40 metros de altura, para cada chimenea. «Al disponer de una central y de una línea de generación y de evacuación de electricidad a la red –señala–, sería solo una cuestión técnica redimensionar la línea adecuándola a los nuevos usos».

En la chimenea más alta, de 325 metros de altura, 50 metros de diámetro en la base, y 25 en el punto más alto, Arrudi propone instalar placas solares fotovoltaicas semirrígidas en las caras este, sur y oeste, con el fin de utilizarla como huerto solar vertical. Además, el proyecto contempla la posibilidad de instalar un ascensor panorámico en la zona donde no se coloquen paneles solares, y, coronando la chimenea, una antena 5G que dé cobertura a toda la comarca.

«Adoptar este sistema de molino eólico de eje horizontal permite que pueda ser visitado mientras están en funcionamiento, creando de este modo un aliciente más al conjunto del parque tecnológico de arqueología industrial». Porque, además de reaprovechar las chimeneas, se podría presentar al público algún montaje expositivo sobre la generación de electricidad.

El destino de las centrales térmicas una vez caen en desuso es una cuestión que sigue sin resolver en España. El ejemplo sigue siendo la de Ponferrada, hoy Museo de la Energía, premio Europa Nostra en 2012, y designado Mejor Museo de Europa por el European Museum Forum en 2015. Gobiernos autonómicos como el catalán han dado algún paso, como la declaración de Bien de Interés Cultural para las chimeneas y la nave de turbinas de San Adrián de Besós. Pero lo común es el abandono, como en las aragonesas de Aliaga o Escucha. También hay iniciativas sorprendentes. Desde el 9 de octubre, y hasta el 16 de noviembre, la antigua térmica de Cercs, junto a Barcelona, es un gigantesco parque temático, Horrorland. Las entradas para Halloween (39-250 euros) están ya casi agotadas.

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