ocio y cultura

Vida y muerte de Bob Marley

Ars Sonora. Roger Steffens publica en el sello Malpaso 'Tanto que contar. Historia oral de Bob Marley', un volumen de 600 páginas

Bob Marley.
Detalle de la portada del libro de Malpaso.
Malpaso/Heraldo.

Es habitual comenzar la reseña de algún libro biográfico sobre un músico o banda con el soporífero «¿qué puede añadirse a lo contado sobre…». Pues sobre Bob Marley, mucho. Hay bastante menos material sobre la maravilla jamaicana del que uno se imagina y desde luego lo que resulta novedoso es este apasionante 'Tanto que contar. Historia oral de Bob Marley' (Roger Steffens, Ed: Malpaso, 600 páginas, con traducción del aragonés Ezequiel Martínez).

Se trata de narrar la biografía de Marley cronológicamente por medio de testimonios orales de familiares, amigos, enemigos, gente que lo conoció cinco minutos y gente que le siguió toda su turbulenta vida, gente que vio en él un apóstol de Jah y gente que admiró la música irresistible que salía de sus composiciones, la música que puso la palabra ‘reggae’ en los diccionarios.

Steffens ha trabajado décadas en este libro narrando por medio de conversaciones con la gente que lo trató el ascenso de un niño pobre de un barrio paupérrimo de Kingston hasta la cima sonora que alcanzó con joyas que aun hoy resultan actuales y vibrantes, el muchacho que empezó en grupillos de amigos fumando ‘ganja’ y terminó siendo un icono cultural en todo el mundo con estatuas y calles dedicadas en la que fue su casa, Jamaica.

Apasionante recorrido por cómo surgieron algunos de sus temas clásicos (hay sorpresas, créame ) y terroríficas descripciones de su intento de asesinato en un país convulso del que alguno de sus amigos como el reconocido Peter Tosh no pudo librarse. Muchos secretos a la luz y la sensación de que Bob Marley fue mucho más que un fumeta inspirado rozando lo sagrado para las gentes de su tierra, un profeta.

Recuerdo su concierto en la plaza de toros de Barcelona, en el 80. Creo que fue su único concierto en España aunque parece que hubo otro en Ibiza. Apoteósico. Un grupo con un pulso genial acompañando el movimiento de las rastas capilares y los sonidos mágicos e irresistibles del mentado. 

En un momento determinado paró a la banda. Agarró una guitarra y, solo, se fue para el micrófono y dijo: «Esta es una canción que espero que las madres de Jamaica canten a sus hijos algún día». Y sonó ‘Redemption song’. Solo su voz y la guitarra. Escalofriante en su belleza. Por terminar con otro tópico, si este no es el libro definitivo sobre Marley estará en el pódium con medalla asegurada. Apuesto por el oro.

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