Vilas, de cómo el poeta se volvió contador de sí y de los otros

El autor de 'Ordesa' es el finalista del Premio Planeta, otro peldaño en la carrera de un fabulador que se prodiga en periódicos y revistas, ensayos, viajes, poesía y el arte de narrar

Manuel Vilas.
Manuel Vilas en mayo de 2016. En la entrega del premio de las Letras Aragonesas.
Guillermo Mestre

Hace algunos libros y pocos años, Manuel Vilas Vidal (Barbastro, 1962) decía en estas páginas que durante años le habían faltado lectores. Ya no sucede eso: es uno de los escritores españoles de impacto, sobre todo tras la publicación de ‘Ordesa’ (Alfaguara, 2018), una novela compleja, de ficción y autoficción, un relato familiar que explora la historia de los padres, su propia condición de padre y marido y de divorciado, su instantes de peligro o de abismo (etílicos o de pura autodestrucción) y, por supuesto, su relación con sus propios hijos. El libro, además, a la manera libre e imaginativa de Manuel Vilas, era una crónica de la España de los 70.

‘Ordesa’ fue un estallido incondicional que arrancó con una crítica entusiasta de Juan José Millás. Y desde ahí todo fueron elogios: parecía llamada a conquistar el Premio Nacional de la Crítica, que al final fueron a parar a Antonio Soler y Almudena Grandes. Pese a ello, Vilas no perdió la compostura: su texto, un ejemplo de creativa y moderna autobiografía, o libro de no ficción con veta introspectiva, fue elegido la mejor novela de 2018 en los suplementos literarios de ‘El País’, ‘La Vanguardia’ y ‘El Mundo’, y los lectores de HERALDO. Hay que esperar. Vilas recibió el Premio ‘Artes & Letras’ el pasado diciembre, en la modalidad de literatura. Y en mayo de 2016, el Premio de las Letras Aragonesas.

La trayectoria de la novela es indiscutible: lleva más de 15 ediciones y ha sido contratada en 14 países, y la versión francesa es finalista de los Premios Médicis y Fémina. ‘Ordesa’ era como un compendio de muchos asuntos que Vilas había ido dejando en sus libros anteriores: desde ‘Magia’ (hablando de este libro híbrido, de escurridizo argumento como todos los suyos, dijo: «La novela es un río de voces que piden amor y sentido y humanidad. He querido contar una búsqueda desesperada del amor», que es toda una poética), ‘Zeta’, ‘España’, pero también ‘Aire nuestro’, que incluye un guiño y un homenaje a Jorge Guillén y la generación del 27, ‘Los inmortales’ o ‘El luminoso regalo’, esa exploración del erotismo y del sexo con pasión descarnada y provocación.

Manuel Vilas.
MANUEL VILAS ( ESCRITOR ) / 26/02/2016 / FOTO : OLIVER DUCH
Oliver Duch

A estos títulos habría que sumar América’ (2017), un libro de viajes y una revisitación de sus mitos de siempre (los Elvis Presley, Bruce Springsteen, Bob Dylan, Franz Zappa, pero también los literarios) y ‘Lou Reed era español’ (Malpaso, 2016), una suerte de autobiografía suya vinculada a su devoción absoluta por la figura y la música del músico.

En la prosa de Vilas, vigorosa, plástica, imaginativa, desconcertante en ocasiones, se percibe otra cosa clara: la huella del poeta que es. El poeta que ha dialogado con los románticos, con Baudelaire, con Luis Cernuda, que fue su Dios años y años, con Gil de Biedma y con Walt Whitman, con el que parece coincidir en los últimos tiempos. La poesía es clave en su carrera: ha publicado su lírica completa en dos ocasiones: en ‘Amor. Poesía reunida (1888-2010), en 2010, y su ‘Poesía completa’ (Visor, 2019), y acuñó, con ironía y autoparodia, el término ‘Gran Vilas’, título de unos de sus mejores poemarios.

La libertad en estado de gracia

Vilas, y él lo percibe, está en estado de gracia: le saca partido a todo. A los viajes, a las lecturas, a su heterodoxia, a su profundo amor a la literatura, a su invención, al azar. Decía en estas páginas: «Leo bastante, me he fabricado mi propia historia de la literatura. Todo escritor acaba haciendo eso. Necesito explicarme qué ha sido la literatura para saber qué busco». Hace poco recibía la beca de la Real Academia de Roma para componer un libro de sesgo íntimo que transcurre en varias ciudades italianas.

El Premio Planeta tiene varios ganadores aragoneses: Santiago Lorén, Soledad Puértolas y Javier Sierra. Y ahora se suma Manuel Vilas como finalista ante otra primera figura como Javier Cercas. Es como si Planeta hubiese cambiado de estrategia: está claro que ha ido a buscar otro perfil de novelistas, más literarios, con calado, que triunfan en España y llegan a Europa. Vilas, además, siempre recuerda que Barbastro es clave para él: el manantial de vida y memoria, el núcleo donde fermenta su intensa palabra.

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