Robinson Crusoe estuvo en Aragón

Joseph Ribas defiende en un libro que el famoso náufrago de Daniel Defoe atravesó los Pirineos por el Puerto de Plan

Ilustración clásica sacada de una de las ediciones antiguas de 'Robinson Crusoe'
Ilustración clásica sacada de una de las ediciones antiguas de 'Robinson Crusoe'
Heraldo.es

Si usted oye el nombre de Robinson Crusoe inmediatamente le vendrán a la cabeza imágenes de un náufrago que hace de la necesidad virtud y se sobrepone a las adversidades. Imágenes, también, de islas del Pacífico, con un toque de exotismo. Pocos recordarán que las aventuras de Robinson Crusoe no acabaron con su rescate. Que luego viajó a España y que estuvo... en Aragón. En la Sierra de Guara o en Aínsa, aunque no se mencionen expresamente. Así al menos lo defiende el pirineísta francés Joseph Ribas. Con una veintena de títulos dedicados a la cordillera que separa España de Francia, Ribas publicó en 1995 ‘Robinson Crusoe dans les Pyrénées’ (Éditions Loubatières), con ilustraciones de Jean-Claude Pertuzé. El librito, de 91 páginas, ha pasado inadvertido en España, pero ha encontrado cierto eco, como tantas otras cosas, en internet. Otro amante de los Pirineos, Alan Mattingly, ha elaborado una página web sobre el tema (crusoe-pyrenees.eu).

La tesis de Ribas parte de lo que se cuenta en los dos últimos capítulos de la novela de Defoe. Según el relato, Crusoe, tras poner orden en Lisboa a sus negocios de ultramar y reunir una pequeña fortuna, decide volver a Inglaterra pero, hastiado del mar y de sus peligros, hace el viaje por tierra, a excepción del paso de Calais a Dover, obviamente. A Crusoe se le unen dos jóvenes portugueses, que viajan hasta París, y dos caballeros ingleses, en total, seis, y cinco criados. Todo, en la segunda mitad del año 1688.

Cuando la comitiva llega a Madrid decide quedarse unos días allí para disfrutar de los placeres de la capital. Y, a mediados de octubre, reanuda viaje hacia Francia. Pero en Pamplona descubren atónitos que allí el invierno se ha adelantado, que nieva copiosamente y que en la parte francesa la nieve es tan abundante que los viajeros regresan a la ciudad tras comprobar que es imposible cruzar los Pirineos.

Los viajeros acaban encontrando una ruta alternativa y en noviembre de ese año atraviesan los Pirineos, no sin vivir aventuras terroríficas. Tres semanas después de abandonar Pamplona llegan a Toulouse. De allí a París, más tarde Calais y el 14 de enero de 1689 el ex náufrago ya está en su amada Inglaterra, en Dover.

‘Robinson Crusoe’ es una novela de aventuras, y por ello Defoe no se sintió obligado a dar muchos datos acerca del paso de los Pirineos. ¿Cómo, pues, Joseph Ribas establece que el paso se hizo por Aragón? Leyendo la narración entre líneas. Crusoe, cuando está inmovilizado en Pamplona, entra en contacto con cuatro franceses que vienen del otro lado de los Pirineos y que aseguran que llegan desde el Languedoc. Le dicen que un guía francés ha conseguido pasarles por allí. Es decir, que han atravesado la cordillera por un punto más al este del que Crusoe tenía previsto usar en Navarra.

De Tafalla a Olite

El ex náufrago localiza al guía y lo contrata para que realice el viaje en dirección inversa. El 15 de noviembre de 1688, él, y un nutrido grupo de personas que también quieren dar el salto a Francia y se añaden a la expedición, con buenas monturas y armas, abandona Pamplona. Crusoe se sorprende de que la comitiva inicie marcha hacia el sur, hacia Madrid, «unas 20 millas (poco más de 30 kilómetros)». ¿Qué localidad hay en esa dirección a unos treinta kilómetros de Pamplona? Tafalla. Según la reconstrucción del itinerario hecha por Joseph Ribas, desde allí, los viajeros habrían abandonado la carretera de Madrid y encaminado sus pasos a Olite.

La siguiente pista que da Defoe en su obra es que la comitiva atraviesa «dos ríos». Para Ribas, tienen que ser corrientes de agua de cierta importancia, el Aragón y el Gállego. Dice la novela que el paisaje cambia por completo, que se encuentran en «el país de la llanura», donde el clima es «agradable». Luego, «en un súbito giro a su izquierda», se acercan a las montañas. Para Ribas, esto significa que Crusoe se desplaza hacia el norte por el valle del Cinca, pasa por Aínsa, gira a la derecha y sube por el valle de Gistau para acabar pasando a Francia por el Puerto de Plan.

Avala su tesis un hecho histórico, y es que se trata de un paso histórico, muy utilizado. «De todos los cruces de esta parte de los Pirineos, el Puerto de Plan era el más accesible y ofrecía la vía más directa para llegar al pueblo más cercano del lado francés», señala Ribas en su libro.

Pero su hipótesis tiene también flancos débiles. Por ejemplo, no tiene mucha lógica bajar de Pamplona a Tafalla, aunque sea lo que se cuenta en la novela. Si se quiere llegar a Aínsa con el punto de mira puesto en Toulouse, es más corto el camino por Sangüesa, Jaca y Boltaña. O, una vez en Aínsa, la tesis de cruzar los Pirineos por el valle de Gistau tiene sentido, pero también si se hiciera por los de Bielsa o Benasque.

Pero la pregunta clave es: si ese es el itinerario de Robinson Crusoe, ¿como lo conoció Defoe? ¿Por referencias orales o escritas? ¿O incluso llegó a realizarlo el escritor en algún momento de su vida? Se sabe que Defoe estuvo en España y Francia en 1681 y 1682, pero no hay pruebas de que estuviera en Aragón. Lo cual no impide a Ribas afirmar: «El texto de Daniel Defoe, aunque breve y carente de detalles topográficos, contiene varias observaciones creíbles que aluden a un verdadero itinerario y que podrían llevarnos a creer que el propio escritor hizo el viaje». ¿Estuvo Defoe en Aragón?

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