Ocio y cultura

Ana Alcolea ahonda en el enigma, en el amor y el dolor de los mayas

La escritora cierra una tetralogía donde combina el pasado y el presente, la aventura y el viaje, con ‘El secreto del colibrí dorado’ (Anaya)

Ana Alcolea.
Ana Alcolea, en el Teatro Principal de Zaragoza, un lugar donde es y ha sido muy feliz.
Guillermo Mestre.

Ana Alcolea (Zaragoza, 1962) no sabe si fue por una necesidad o por un impulso del azar que extendió una trilogía a una tetralogía. Con ‘El secreto del galeón’, ‘El secreto del espejo’ y ‘El secreto de la esfinge’, publicadas por Anaya, creyó que cerraba un universo, un pequeño ciclo de aventuras y de conocimiento. Pero no ha sido así y hace unos días presentaba en la librería París la cuarta novela: ‘El secreto del colibrí dorado’, que propone un viaje al “exótico mundo maya”.

Explica Ana: “No tenía intención de escribir un ‘cuarto’ secreto. Pero me faltaba algo. Algo que encontré sin buscarlo. Cuando viajamos, estamos tal vez más receptivos que en el día a día. Ya hay lugares que se nos meten dentro y nos acompañan. La mirada de un niño, la sonrisa de una adolescente. Los colores teñidos según las viejas tradiciones, las pirámides y las esculturas mayas, los volcanes, los colibríes…”, señala.

Y todo eso se lo trajo muy dentro desde Guatemala. Cuenta: “Necesitaba revivirlo y por eso pensé escribir otra novela en la que el pasado y el presente se tejiera, como en otras novelas mías, pero esta vez con el propio tejido y el telar, como elemento simbólico. Eso, y sobre todo quería hacer un homenaje a muchas descendientes de las culturas indígenas precolombinas. Esas mujeres que dejan país y familia para trabajar en España y cuidar de nuestros ancianos y enfermos. Esas mujeres que con su trabajo, duro y muchas veces menospreciado, consiguen que sus hijos e hijas puedan tener la educación que a ellas les fue negada. A ellas y a sus antepasadas”, matiza, y añade que la novela “va por ellas” con la gratitud y la admiración que “debemos sentir” por quienes no han tenido ni tienen la vida fácil.

Explica Ana Alcolea que la solidaridad y la fraternidad también son razones por las que una parte de los beneficios de este libro va a ir a parar a la fundación zaragozana Aduya. ‘Aduya’ significa ‘Ayuda’ en aragonés, y da nombre a una ONG que tiene “preciosos proyectos de ayuda en Guatemala, especialmente becas a niñas de pueblos indígenas para que puedan estudiar”.

Ana Alcolea ha intentado huir de lo complaciente. “No es una novela que haga concesiones al lector, ni al lector adolescente ni al adulto. No es una novela especialmente amable. Ninguno de los finales de las dos tramas, la del pasado y la del presente, la del siglo VIII d. de C. y la de hoy, es dulzón. Me gusta presentar la vida con sus luces y con sus sombras, y no tomarle el pelo al lector, que me merece un respeto infinito. Al lector hay que respetarlo y no darle lo que espera y desea”.

ANA ALCOLEA EN EL PRINCIPAL / 03-10-2018 / FOTO: GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]]
Ana Alcolea cierra un ciclo de odisea y conocimiento por distintos períodos históricos.
Guillermo Mestre.

Tras perder a su padre y a uno de sus hermanos, la joven Iq y lo que queda de su familia son obligados a trasladarse de su pequeña aldea a la sagrada ciudad de Tikal, donde su madre deberá crear sus maravillosos tejidos para la reina Itzé. Allí se enamorará de un chico misterioso. Por otra parte, en la actualidad, Paquita, la viuda del abuelo de Carlos, está perdiendo la memoria, sufre accidentes domésticos... Necesita a alguien que la cuide constantemente, y la madre de Carlos decide contratar a Amelia, una mujer guatemalteca que emigró a España. Esas son las dos historias que cuenta Ana Alcolea, que quizá tengan nexos de unión, vínculos enigmáticos.

Considera la Premio Cervantes Chico y Premio Anaya con ‘La noche más oscura’ que no se escribe, forzosamente, para contentar al lector. Afirma: “Escribimos para que sea un dios y un mendigo, por parafrasear a Hölderlin, cuando en ‘Hiperión’ escribe: ‘El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona’. Pues eso, el lector ha de soñar, y reflexionar”.

De nuevo, Ana Alcolea colabora con el ilustrador David Guirao. Define así su forma de trabajar: “David ilustra no lo que dicen las palabras, sino lo que le sugieren. Y eso es muy grande. Enriquece al libro, lo hace no solo más hermoso, también más complejo y mejor”. En la primavera publicarán un nuevo título, esta vez para los más pequeños.

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