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El Silbo Vulnerado reivindica a Berta Singerman, la rapsoda 'influencer'

El Teatro Arbolé ofrece el próximo viernes (21.00, 12 euros), 'Vuelve Berta Singerman', una obra sobre esta actriz argentina que, a comienzos del XX, llenaba plazas de toros recitando

Luis Felipe Alegre y Carina Reisnisky protagonizan 'Vuelve Berta Singerman'.
Luis Felipe Alegre y Carina Reisnisky protagonizan 'Vuelve Berta Singerman'.
Columna Villaroya

El Silbo Vulnerado se detiene en la singular figura de Berta Singerman (Minks, 1901-Buenos Aires, 1998) , actriz argentina que logró, a principios del siglo XX, lo que ahora parece imposible: llenar plazas de toros para escuchar sus recitales poéticos (que llevaba a cabo sin micrófono).

Pocas mejores que esta compañía aragonesa, especializada en la transmisión oral de la poesía, para reivindicar la vida y obra de esta intérprete que fue conocida como La Lira Viviente y que llevó la poesía a inimaginables cotas de popularidad. Una circunstancia que la convirtió asimismo en objeto de deseo y admiración por parte de grandes poetas de la época , aunque la carrera de esta actriz –que también hizo teatro y cine– fue casi tan larga como su vida. Juan Ramón Giménez le escribía cartas en las que le pedía denodadamente que interpretara sus composiciones; conoció a Lorca, quien leyó en una comida, por primera vez, para ella, su entonces nuevo poema, ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’. Enamoró a Valle Inclán, haciendo que sus obras se convirtieran en un éxito automático. Lo mismo con las de Rubén Darío. En términos actuales, se puede decir que fue la primera (y, quizá, única) ‘influencer’ que ha tenido el mundo de la poesía. Eso sí, dicen en El Silbo Vulnerado, «Singerman le daba al público solo los autores que merecían la pena».

Famosos poemas

El Silbo Vulnerado propone en ‘Vuelve Berta Singerman’, un estreno absoluto en el Teatro Arbolé de Zaragoza (próximo viernes, 21.00, 12 euros), una puesta en escena en la que se mezclan texto dramático y algunos de los más famosos poemas que formaban parte de su repertorio, mucho del cual fue grabado en discos que se vendían como churros. También sonarán otras rimas elegidas por la compañía.

La actriz argentina Carina Resnisky da vida a Berta, mientras que Luis Felipe Alegre (autor de la dramaturgia y director de la obra) se mete en la piel del rapsoda español César Navarro. Completa el reparto Manuel Gávez, como Marcelo. La acción da comienzo en el México de los años 60 con una situación ficticia: transcurridos 20 años tras la guerra española, los ánimos de los exiliados están tan decaidos como encrespados. En este ambiente, la actriz, que acude al país norteamericano para actuar, encuentra cierta hostilidad entre sus valedores españoles, que se toman a mal que la célebre actriz haya vuelto a actuar en España.

A juicio de Luis Felipe Alegre, ensalzar la figura de Singerman supone atender a "la historia de la literatura del siglo XX, que no solo está formada por los escritores, sino también por otras personas muy influyentes, que consiguieron inyectar una gran afición por la literatura". Carina Resnisky, por su parte, explicó que ha buceado en su archivo, que se guarda en Valencia, para componer el personaje. "He investigado para abordarlo desde las marcas que dejó con sus gestos, pero también desde la impresión que dejó en su gente cercana". Para ella, Singerman fue "una mujer afortunada, con mucho alcance y repercusión". Un logro que descansó en su talento, pero también en la figura de su representante, que también era su marido, Rubén Stolek. "Stolek tenía cultura del negocio", explicó Alegre. "Mientras Berta actuaba en una ciudad, él ya viajaba a la siguiente para entrar en contacto con los intelecutales, la prensa, descubría nuevos poetas...". Ambos formaron un equipo que combinó a la perfección la vena artística y la comercial y que llevó hasta 18.000 personas a algunos de sus recitales.

Para los componentes de El Silbo Vulnerado, Singerman pasó a la historia porque no declamaba. Interpretaba. Adolfo Ayuso, estudioso teatral y gran conocedor de Singerman, opinó que el rapsoda, en general, "siempre es él, pero Berta interpretaba. A un poema de Rubén Darío le daba musicalidad y sonoridad; para uno de Edgar Allan Poe agravaba la voz, daba miedo".

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