Notas costumbristas (28)

Un recuerdo para Ayala Lorda

A sus 17 años, publicó un feroz artículo que pagó muy caro.   

Un recuerdo para Ayala Lorda
Un recuerdo para Ayala Lorda
Heraldo.es

Entre 1914 y 1915 se publicó en Huesca la revista “Talión”. En esa aventura participaron entre otros Ángel Samblancat, Joaquín Maurín (que en una carta enviada a Sender muchos años más tarde calificaría al semanario de muy radical y “subido de tono”) y Gil Bel. Y colaboró en ella también un entonces jovencísimo José Ayala Lorda, que habría de pagar caro su ímpetu juvenil y revolucionario. Gracias a José-Domingo Dueñas, que publicó un libro fundamental para conocer ese período de nuestra literatura, Costismo y anarquismo en las letras aragonesas, sabemos que Ayala, con tan sólo diecisiete años, publicó en marzo de 1915 un feroz artículo en “Talión” contra Alfonso XIII, en el que, sin nombrarlo, le llamaba imbécil, pelele y mamarracho, decía de él que tenía las “orejas grandes como las de un burro”, “los ojos de pulga pedorra” y el cuerpo delgado “como el de un blenorrágico”; que su ilustración era nula, porque no se preocupaba por estudiar sino sólo de jugar al polo, que no le interesaba la guerra que en aquellas fechas asolaba al mundo y en la que morían “miles y miles de hombres” sino sólo las cacerías donde morían “miles de perdices” y que sólo se dedicaba a engendrar hijos y más hijos. Era en verdad un retrato demoledor y obsceno del rey. Ayala fue juzgado por ese artículo y condenado a dos años, cuatro meses y un día de prisión y a una multa de 375 pesetas. Esta condena fue duramente criticada en la prensa revolucionaria de la época y hasta Joan Salvat-Papasseit llegó a escribir en defensa de Ayala en “Los Miserables”. Unos meses más tarde de leer el libro de Dueñas tropecé con un artículo de Ayala Lorda (“Triste Nochebuena”) publicado en el número 43 de “La Novela de Viaje Aragonesa” del 6 de enero de 1927. Allí estaba su retrato (que hoy publicamos por primera vez desde entonces) y me conmovió pensar que aquel muchacho (que acabaría sus días fusilado en 1936) había pasado una parte de su vida en la cárcel sólo por escribir un artículo desabrido e insultante. Y quise pensar que algo así ya nunca podría volver a repetirse. 

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