Entrevista

Miguel Ángel Lamata: "Atreverse a ser feliz es complicado a veces"

Miguel Ángel Lamata (1967, Zaragoza) es director de cine y teatro, un contador de
historias residente en Madrid que no olvida su tierra

Miguel Ángel Lamata. Detrás, calores y colores
Miguel Ángel Lamata. Detrás, calores y colores
Oliver Duch

Hace tiempo que no sé de usted…

Ni yo mismo sé de mí (sonríe). Sé, por ejemplo, que en la Wikipedia me quitan un año, año que, por supuesto, reivindico.

La gente se suele quitar años…

Pues yo no; yo me los pongo.

En cualquier caso, su edad no constituye lo esencial del ser que encarna. Una definición de Miguel Ángel Lamata, por favor.

Soy un contador de historias. Suena a tópico, pero es así. Las pienso, las escribo, las produzco, busco su financiación.

Le cunde lo suyo…

En los últimos años he escrito, producido y dirigido ‘Nuestros amantes’ y más recientemente ‘Los futbolísimos’. En la primavera pasada también dirigí la obra de teatro ‘Firmado Lejárraga’ en el teatro Valle Inclán del Centro Dramático Nacional, con texto de Vanessa Monfort y reparto muy aragonés: Jorge Usón y Gerald Fillmore, junto con Cristina Gállego y Alfredo Noval. Además, significó el debut de Eduardo Noriega en teatro.

Llenó todos los días…

Interesó el personaje, interesó el ‘casting’, interesó la autora. Puede que hasta interesase el director, quién sabe… Hacía 20 años que no hacía teatro y llevaba 20 años echándolo de menos. Volvemos en diciembre con la misma obra. Sin duda, una de las mejores experiencias de mi carrera.

Hace unos años entrevisté a Eduardo Noriega en el rodaje de ‘Nuestros amantes’. Me dijo que Lamata tenía un qué se yo, un no sé qué… Preciosa vaguedad.

Una vaguedad también puede ser concreta. Gracias por lo que me toca… Noriega es maravilloso. La parte más importane de mi trabajo es la comunicación con los actores. Me llena de felicidad haber trabajado con Amaia Salamanca, Michelle Jenner, Salomé Jiménez, Norma Ruiz, Miguel Ángel Muñoz, Norma Ruiz, Joaquín Reyes…

¡Incluso con Torrente!

Santiago Segura es mucho más que Torrente.

Ser director en España es como ser torero en Japón, dijo Almodóvar. ¿Cómo se logra todo este bagaje partiendo desde cero?

Quizá porque tengo capacidad para currar muchísimo sin desilusionarme jamás.

También decía Trueba algo así como que hay que ser muy cabezón, muy aragonés, para hacer cine.

Seguro. Tantos reveses, tantos motivos para abandonar, y aquí seguimos, con más energía que nunca.

En la vida de todo hombre hay dos fechas a subrayar: el día en que nace y el día en que se da cuenta de para qué ha nacido.

Nací el 13 de julio de 1967. En cuanto a para qué, el cine me hizo suyo en la Nochebuena de 1975. Recuerdo que mi padre me llevó al cine Fleta a ver ‘Tiburón’. Allí quedé fascinado para siempre.

Usted era buen estudiante, un gran proyecto de ejecutivo de éxito… ¿Cómo se descarrió ante los cantos de la lírica…?

Iba a Maristas. Era buen estudiante, pero no encontraba la felicidad en los estudios. Además, a los artistas no se les enseña en el aula. Es bueno formarse, pero el verdadero artista aprende haciendo. Y, desde luego, lo esencial no solo se aprende en la escuela. Conviene no mirarse al ombligo sistemáticamente, fijarte en lo que te rodea… Pero atreverse a ser feliz es complicado a veces.

Tampoco le ha ido tan mal…

No me quejo. Empecé haciendo programas en Radio MAI, en Radio Heraldo…

También le pegó al periodismo.

El periodismo también es una forma de literatura que me interesa mucho.

Más que es, puede ser…

Correcto, mejor puede ser. Luego hice cortos, teatro, televisión…

Y se fue a Madrid.

Concretamente, el 4 de enero de 1999. Era para un trabajo de tres meses como guionista de Antena 3. Tres meses después han pasado 21 años y aún no me lo explico… (sonríe).

¿Cómo ve Zaragoza desde Madrid?

La echo mucho de menos. Se puede sacar a Lamata de Zaragoza, pero no a Zaragoza de Lamata.

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