fotografía

Las fotografías de Andrés Burrel recrean en Graus los albores del oficio

El Espacio Pirineos expone más de 200 imágenes, documentación y material original de este pionero.

Imagen de la familia, en la que aparece el mismo Burrel y que probablemente se hizo hacia 1895.
Imagen de la familia, en la que aparece el mismo Burrel y que probablemente se hizo hacia 1895.
Isabel García Macías

El Espacio Pirineos de Graus muestra desde ayer una exposición que saca a la luz el legado de Andrés Burrel, fotógrafo de Torres del Obispo que desarrolló su actividad profesional desde finales del siglo XIX, cuando, con 19 años, comenzó a trabajar en la idea de crear un laboratorio profesional en esta pequeña población de Ribagorza.

Cerca de 200 imágenes, algunas inéditas, componen la exposición ‘Andrés Burrel. La aventura de la imagen’, producida desde el Ayuntamiento de Graus en colaboración con la Diputación de Huesca. Podrá visitarse de martes a sábado hasta el próximo 28 de septiembre.

Las imágenes de Andrés Burrel y Sopena (1874-1956) constituyen uno de los testimonios visuales mejor conservados y más antiguos de la provincia. Este comerciante llegó a ser uno de los fotógrafos más adelantados de Aragón, con un estudio y laboratorio en el que trabajó hasta finales de la década de 1920.

La muestra descubre algunas fotografías inéditas de un fondo que, con la aplicación de la tecnología en el proceso de digitalización desde la Fototeca Provincial, se muestra como nunca antes se había visto. Asimismo, se reproduce el estudio del que logró disponer este inquieto joven en casa Mariano. La exposición recoge algunos de los acontecimientos más importantes de Torres del Obispo, Graus, Benabarre y toda la Baja Ribagorza en un recorrido que incluye retratos individuales y colectivos, que suponían todo un acontecimiento para la época.

La actividad comercial familiar iniciada en Torres por su abuelo, fundador del colmado El Fénix a mediados de siglo XIX, fue su primera dedicación. No obstante, además de atender el mostrador y manejarse en la ebanistería, empleaba su tiempo en otras aficiones hasta que la fotografía le absorbió por completo.

Pronto se convirtió en su mayor pasión. Decidió poner en marcha el primer laboratorio y estudio fotográfico, que comenzó por ser un cuarto oscuro en su propia habitación. Adquirió todos los elementos necesarios, con un apreciable desembolso (más de 400 pesetas) en máquinas y artículos para el revelado.

Esta muestra, comisariada por Jorge Mur, se abrió ayer gracias a la colaboración de la familia de Andrés Burrel para dejar testimonio y dar a conocer la obra y figura del que fuera uno de los primeros profesionales del campo de la fotografía. Él captó con su objetivo algunos de los acontecimientos de la historia ribagorzana, entre los cuales destacan las obras de la carretera de Graus a Benabarre, el Canal de Aragón y Cataluña en el Ésera o patrimonio arquitectónico ya desaparecido, como la iglesia de Capella.

Entre las de carácter más costumbrista y distendido podrán verse retratos en los que la gente vestía sus mejores galas. La figura de Burrel se relaciona con la de otros fotógrafos que desde la comarca de Ribagorza quisieron dedicarse a este oficio y que partir de ahora y desde la Fototeca de la DPH serán objeto de estudio por considerarse los pioneros de la zona. Los Aguilar de Graus, el farmacéutico Vicente Castán y el propio mentor, el padre Salinas, son algunos entre quienes circulaban los catálogos y publicaciones especializadas.

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