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Schiaparelli rompe con su pasado en la pasarela de la alta costura de París

La colección fue moderna y elegante pero a la vez alocada, con un punto de reconocido feísmo en bermudas de ciclistas de color piel, capuchas de cristales y corsés.

Designer Daniel Roseberry is seen on the catwalk as models present creations during his Haute Couture Fall/Winter 2019/20 collection show for fashion house Schiaparelli in Paris, France, July 1, 2019. REUTERS/Regis Duvignau [[[REUTERS VOCENTO]]] FASHION-PARIS/HAUTECOUTURE
Pasarela de la alta costura de París.
Reuters

La firma Schiaparelli desveló este lunes en París su ambición por posicionarse como uno de los pesos pesados de la alta costura de París tras el arriesgado nombramiento del estadounidense Daniel Roseberry, que mostró este lunes su primera colección para la marca con la que apostó por romper con el pasado.

"No investigué demasiado en los archivos. Por supuesto todo el mundo conoce los iconos de 'Schiap' -hasta en la jerga ha modernizado el nombre de la marca- pero para mí lo importante no eran las referencias, sino capturar lo que hoy sería la esencia de 'Schiap'", dijo Roseberry tras el desfile.

Schiaparelli, fundada en 1937 por la diseñadora y musa italiana Elsa Schiaparelli pero cerrada en 1954, volvió a las pasarelas en 2014 tras ser comprada por el empresario italiano Diego Della Valle, presidente de la compañía italiana de artículos de cuero Tod's.

Pero el diseñador elegido por la compañía para dirigir los primeros años de esta resurrección, el francés Bertrand Guyon, no logró imponerse en un diseño de referencias continuas a los archivos de la italiana.

El desconocido Roseberry, que durante diez años trabajó a la sombra del diseñador estadounidense Thom Browne, ha tenido únicamente dos meses para concebir la colección que se vio este lunes en la pasarela y su intención parece ser la contraria a la que tuvo Guyon.

Sobre la pasarela, nada de candados ni estampados astrales o los corazones que Guyon había recuperado en los últimos años. Elsa Schiaparelli, conocida por sus estrechos vínculos con el movimiento surrealista, solía dibujarlos e incluirlos en sus prendas, pero Roseberry no ha querido recurrir a lo evidente.

La inspiración surrealista fue sin embargo visible: dividida en tres partes, mañana, noche y sueño, la colección fue moderna y elegante pero a la vez alocada, con un punto de reconocido feísmo en bermudas de ciclistas de color piel, capuchas de cristales y corsés.

Un top en color azafrán de seda sobredimensionado con bordes deshilachados acompaña un pantalón de media bordado con 80.000 cristales; un vestido drapeado en gazar de seda negro con capas y organza se lleva sobre un "body" de terciopelo de seda negro; una falda de seda se convierte en un enorme halo en torno a la modelo.

Porque la alta costura "no es práctica, ni lógica ni imitable", como recordó Roseberry, que recurrió a colores llamativos para cerrar la pasarela, como el amarillo, el rosa fucsia y el naranja.

"He trabajado en esta colección solo dos meses, es muy intuitiva, muy cruda y muy alegre. Ahora quiero celebrar la fantasía de la moda y tocar el tipo de mundo que Elsa creó", dijo el diseñador a Efe.

También fue colorista la línea del diseñador libanés Georges Hobeika, otra de las firmas que desfilaba este lunes, inspirado por la fauna y flora, más concretamente por las aves del paraíso.

Hobeika presentó una línea luminosa, seductora y ligera, con vestidos plagados de lentejuelas y cristales en telas transparentes.

Un enorme lazo de satén se convierte en top y se combina con una falda de cristales; las plumas visten una falda asimétrica en un vestido plagado de brillantes, como de cenicienta.

Una evocación poética de la naturaleza con máscaras bordadas con cristales multicolor, bolsos decorados con plumas pintadas a mano con forma de pájaro, y vestidos cuyos colores cambian con la luz del sol.

"Hemos intentado hacer incluso los abrigos con colores frescos y hemos integrado colores más oscuros pero siempre con cierto brillo, en satén, organza", explicó a EFE Jade Hobeika, hijo del creador y responsable del diseño.

Cerró la jornada otro libanés, Rabih Kayrouz, que celebraba con este desfile una carrera de veinte años en la alta costura y diez años participando en la pasarela de París.

El amarillo, el verde, el púrpura y el blanco protagonizaron la colección, en la que se vieron algunas de las creaciones emblemáticas del diseñador como sus amplios vestidos orientalistas, marcados en el corte por la sobriedad parisina.

"Soy libanés y soy parisino", decía el creador en la invitación.

La mezcla quedó patente en camisas masculinas alargadas que se convierten en vestidos, rayas marineras transformadas en vestidos de playa y siluetas vaporosas decoradas con encaje y transparencias.

La bailarina y coreógrafa granadina Blanca Li, amiga del diseñador, desfiló para la marca con dos vestidos, uno de leopardo similar a un diseño que Kayrouz creó para una de sus coreografías, y otro blanco de alta costura, hecho especialmente para ella y para este desfile.

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