Por
  • Eva Cosculluela

Luchalibro

Abrir un buen libro por primera vez es como comenzar una aventura.
Abrir un buen libro por primera vez es como comenzar una aventura.
José Miguel Marco

Zaragoza es una ciudad sorprendente en la que pasan cosas extraordinarias, y la última sucedió hace solo unos días. Un grupo de chavales de entre 12 y 18 años con máscaras de luchadores pelearon en un ‘ring’. Pero no lucharon con los puños: sus armas fueron las palabras. En cinco minutos debían improvisar un relato que contuviera tres palabras reveladas en ese momento, mientras una sala repleta de gente observaba cómo construían la historia en una pantalla gigante. Las ocho jovencísimas finalistas (sí, ocho chicas) se enfrentaron entre sí hasta que Circe, de 15 años, ganó el cinturón ante Moon Lady, de solo 13. Al día siguiente se repitió el combate, esta vez con adultos, y en la final Hurricane se impuso a Quiebraletras para llevarse el cinturón. El ambiente era alegre, los espectadores animaban con pancartas. La literatura fue una fiesta.

Mientras las administraciones y los distintos actores del libro nos devanamos los sesos inventando campañas de fomento de la lectura, que suelen dar resultados discutibles, en LuchaLibro, un grupo de gente disfrutó escribiendo y leyendo lo que otros escribían. Disfrutó con la literatura, se lo pasó bien, se divirtió. Y eso es algo que se necesita cada vez más: que existan iniciativas capaces de transmitir que leer es un festín, que alejen la imagen solemne de la lectura, que le quiten esa gravedad que la hace parecer algo trasnochado. Y que nos recuerden lo que se repetía en la pantalla: «Tus palabras son más fuertes que tus puños».

Eva Cosculluela es librera.

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