Regreso al futuro

Volvían exhaustos de la jornada de caza, arrastrando, entre todos, las piezas que tanto les había costado abatir. Y sin apenas un respiro, ellas les señalaron la piedra ardiendo y la vasija de barro llena de agua. Había que calentarla. Y trocear las piezas cobradas y despellejarlas y ponerlas al fuego y atizar la hoguera y dar de comer a los niños y luego dormirlos. Había que raspar las pieles y coserlas y luego guardarlas. Y había que limpiar la cueva y ordenarla.

Ellas se lo recordaron uno a uno mientras seguían, con admirable virtuosismo, pintando bisontes en las paredes de Altamira.

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