¡Qué maravilla!

Un montoncito de sonrojadas y frías caritas me descubren que estoy de nuevo aquí, en esa vida diaria, que constituye mi colegio.

Una pequeña y ridícula vocecita que me dice interrogativa: ¿puedo cambiar el libro?

Una risa furtiva se escapa de la inocencia de un bultito pequeño que agarrado a mi falda

me dice afirmativamente: “señorita, María está hablando”.

Un cuchicheo suave pero continuado me revela la vida agitada y nerviosa que forma sus escasos años. Trenzas cogidas con cariño por manos maternales y lazos de diversos colores dan a este ambiente colorido y alegre una sensación de infinita vida y entusiasmo.

Multitud de ilusiones pequeñas, pero importantes; multitud de insignificantes fracasos, pero importantes; multitud de lloros sin sentido, pero importantes.

Todo esto es lo que da vida a multitud de pequeños seres, pero importantes, muy importantes.

Lea todos los relatos que participan en el XIII Concurso de relato breve de Heraldo.