El fin de los sueños

El viejo pirata estaba junto al timón, con los ojos cerrados y el sol bañándole la cara, la sensación de paz y calor le hizo recordar otros tiempos, cuando era un joven grumete que soñaba con aventuras, riquezas y amores.

Recordó jóvenes muchachas que había conocido y abandonado en lejanos puertos; recordó juergas en oscuras pero alegres tabernas; recordó tesoros enterrados en islas que no aparecían en los mapas; recordó fortunas que fáciles llegaron y fáciles se perdieron; recordó la inmensidad del mar y la libertad que le ofrecía.

Abrió los ojos y todos aquellos recuerdos volvieron al cielo de su memoria, extinguiéndose como estrellas fugaces que fuerte brillaron y rápido se consumieron. Sabía que su mundo había muerto, que ya no quedaban más sueños por perseguir. Ante él la flota de Su Majestad le aguardaba.

-¡Arriad la bandera!-ordenó mientras le caían lágrimas saladas como la mar que iba a abandonar.

El fin de sus sueños había llegado. Una nueva era comenzaba.

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