A pleno día, una pareja de jóvenes echó abajo la puerta de una casa desocupada a martillazos. Los vecinos del mismo rellano se asomaron para averiguar qué sucedía. Ninguno se atrevió a recriminar a los dos jóvenes, chico y chica, por su acción, que entraron en la vivienda con un montón de cajas que traían consigo. Un vecino del rellano de abajo sí que se asomó desde la escalera y les amenazó con llamar a la policía. "Llame a quien quiera, de aquí no nos echa nadie", replicó la chica. Unas horas después, ya de noche, el vecino de la vivienda de enfrente, un hombre de mediana edad, divorciado, entró en su cuarto de baño para lavarse las manos y se asomó a la ventana porque vio luz en la ventana de la casa ocupada. La chica estaba desnuda en su cuarto de baño realizando unos ejercicios físicos extraños. Vio que el vecino la miraba pero no le dio importancia. Todos los días, a la misma hora, ella repetía los ejercicios y el vecino miraba.

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