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Elena Cid se corona en los Simón en la gran noche de Félix Zapatero, ‘Miau’ y los niños

La directora de ‘Bécquer y las brujas’ obtiene cuatro premios: mejor guión, montaje, documental y dirección.

Elena Cid no podía imaginar que iba a ser la gran vencedora de la octava noche de los Premios Simón del cine aragonés. Ha invertido cuatro años de su vida para contar una historia que vincula a Gustavo Adolfo Bécquer con las brujas, y en la que denuncia la persecución de la mujer. Elena Cid, seria y solidaria, reconoció el trabajo de los demás las cuatro veces que subió a recoger sus estatuillas Simón: ganó el mejor montaje, el mejor guión, la mejor dirección y mejor documental. Y no eclipsó ni a Jesús Vidal, que asumió "su condición de embajador del cine aragonés" con luz propia, ni al Simón de Honor, Félix Zapatero, porque la de anoche fue una noche de felicidad, de solidaridad y de unidad. Félix diría: "Tenemos el futuro asegurado".

Elena tampoco oscureció a los presentadores Miriam Domínguez, glamur y música, y Rafael Maza, que encarna la gracia, la improvisación trabajada y la posibilidad de dar vida a Boris Izaguirre, el Rey Juan Carlos o Woody Allen en un instante. Nadie se acordó del error de las nominaciones, y todo el mundo celebró a lo grande los premios que dejaron un binomio inseparable: cine de Aragón y Aragón de cine, una factoría constante de talento.

Jesús Vidal está tocado por la gracia, y agradeció a la Academia del Cine Aragonés que le haya permitido volver a emocionarse con ‘Un perro andaluz’, ‘Viridiana’ o ‘Belle de jour’, de Buñuel, pero también con ‘La caza’ de Saura. "Señores de la ACA, me han emocionado de verdad, me han hecho feliz", dijo, y pidió a los directores, productores o responsables de castin un sitio en sus películas "a las personas diferentes". Elogió el cine como elemento de educación, y dijo que "una imagen vale más que mil palabras, pero una imagen en movimiento, vale más que un millón". Acabó resumiendo su sentir con un "yo también quiero a Zaragoza". Jesús Marco, director de la ACA, anunció su intención de colocar el cine aragonés donde se merece y que "sume para enriquecer el cine español".

Hubo muchos instantes de emoción. En el Simón a la categoría especial, Alfonso Kint, por ‘Soñando un lugar’, agradeció el trabajo de las mujeres, que tendrán luego un constante protagonismo, igual que los niños. Joaquín Pardinilla, ausente, logró el Simón a la banda sonora por ‘Carrasca’, que recogió su director Alejandro Cortés. La mejor interpretación fue a parar a la niña Andrea Fandós por ‘La comulgante’ de Ignacio Lasierra. Y el mejor cortometraje lo obtuvo Sergio Duce por ‘La tierra muerta’; Duce tuvo palabras de aliento y de admiración para todos sus adversarios y amigos, y recordó con cariño al finado actor Santiago Meléndez, que recibió uno de los aplausos de la noche.

‘Miau’ conquistó tres distinciones: el premio a la fotografía de Adrián Barcelona, el mejor diseño de producción y el mejor largometraje. Gloria Sendino compartió el galardón con las siete productoras nominadas. Jaime García Machín hizo una defensa del oficio y de la profesión, recordó cuánto se invertía al margen de las "escasas ayudas oficiales. Hacen lo que pueden". Le dedicó el premio a Teresa Azcona, Jaime Fontán y Natalia Martínez, de Aragón TV, y dijo que la gente del cine eran artesanos y artistas muy sanos que se merecían el mismo respeto y consideración que cualquier sector industrial.

E Ignacio Estaregui agradeció a Juan Luis Saldaña su novela, dijo que tenía una sensación agridulce por ser ‘Miau’ el único largometraje del año y le dedicó el Simón a la mejor dirección al público. Lo recibió de manos de Luisa Gavasa, que quizá no tarde en tener una prensa nueva: una "gavasa-rebeca", si la hace caso al divertido y genial Rafa Maza.

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