Fallece la hija del escultor aragonés Pablo Gargallo

Pierrette Gargallo, impulsora del museo dedicado a su padre, tenía 97 años.

Inaguracion del Museo Gargallo / 21-10-09 / Foto: esther Casas
Pierrette Gargallo, en el museo zaragozano dedicado a su padre, en 2009.
Esther Casas/Heraldo

Pierrette Gargallo Anguera, hija del escultor aragonés Pablo Gargallo y principal impulsora del museo dedicado a su padre en Zaragoza, ha fallecido este viernes.

Nacida en 1922, fue durante su infancia espectadora de excepción del proceso creativo y de trabajo de su padre en su búsqueda de nuevas vías de representación escultórica, que comprendían la utilización de materiales metálicos y la valoración expresiva del hueco.

En numerosas entrevistas rememoró recuerdos de aquella época repartida entre Barcelona y París, en ocasiones con estrecheces económicas, pero en un ambiente que implicaba estar rodeada de las obras de su padre y con constantes visitas de sus amistades, entre los que se encontraban algunos de los principales representantes de la vanguardia artística, como Juan Gris o Pablo Picasso.

Pablo Gargallo falleció cuando Pierrette tenía 12 años. La afición adquirida por la escultura le llevó a ingresar en la Escuela de Artes Decorativas, pero pronto tuvo que huir de la Segunda Guerra Mundial llevada por su madre Magali Tartansson hacia el sur, a Céret, donde se reunió gran parte del ambiente artístico parisino que ya conocían. No obstante, su madre fue denunciada y ambas llegaron a pasar tres meses en un campo de concentración.

El regreso a París se produjo en 1947, cuando se recuperaron las obras de Pablo Gargallo, acumuladas junto a otras muchas en el sótano del Petit Palais, tras haberse custodiado por el gobierno francés durante la guerra en un tren en constantes desplazamientos.

Este fue el punto de partida que permitió la paulatina recuperación, difusión y valoración de la obra de Pablo Gargallo tras más de una década prácticamente olvidada. 

Pierrette Gargallo, primero con su madre Magali, luego en solitario y, en los últimos años, con el apoyo de sus tres hijos, dedicó sus mayores esfuerzos a promocionar la obra de su padre a través de numerosas exposiciones, publicaciones especializadas, préstamos a exposiciones y de una cuidada política de ventas y donaciones.

Esto permitió la paulatina recuperación crítica de la obra de Pablo Gargallo, su reconocimiento como uno de los principales innovadores de la escultura internacional del siglo XX y que, en la actualidad, sus creaciones estén expuestas en importantes museos no solo españoles, como el Centro de Arte Reina Sofía, sino también en Nueva York, París, Lisboa o varias ciudades japonesas.

Dentro de esa labor prolongada durante más de cinco décadas, siempre mantuvo relación con los orígenes aragoneses de la familia. Historiadores y críticos, como José Camón Aznar o Federico Torralba, impulsaron el conocimiento de Gargallo en Aragón, a lo que prestó atención y colaboración Pierrette Gargallo, con una primera pequeña exposición realizada en Zaragoza en 1972 y una segunda exposición, de mayor tamaño, realizada en la Lonja en 1981, año del centenario del nacimiento del escultor.

Ese mismo año se produjo el ofrecimiento directo por parte de Pierrette para la creación de una fundación dedicada a Pablo Gargallo en Zaragoza, lo que tras meses de negociaciones, desembocó en la firma del contrato fundacional del Museo Pablo Gargallo en mayo de 1982.

La donación inicial de Pierrette y los trabajos realizados por el Ayuntamiento de Zaragoza, dirigidos por Rafael Ordóñez Fernández, permitieron la inauguración del museo en julio de 1985, el primero de gestión municipal.

No obstante, no fue esa la única aportación de la hija del artista a la ciudad, y durante las décadas siguientes se sucedieron diferentes donaciones y permisos de reproducción que aumentaron la colección expuesta hasta prácticamente duplicar el número inicial.

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