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Edurne Portela: "Cuento cómo se derrumba una pareja a través de la violencia silenciosa"

La autora de 'El eco de las pistolas', publica la novela 'Formas de estar lejos'

Edurne Portela.
La escritora vasca presentó su novela 'Formas de estar lejos' en Cálamo.
José Miguel Marco

Edurne Portela (Santurce, 1974) vive en una nube y a la vez se debate entre la responsabilidad y la sensatez. ‘El eco de los disparos’ la ha convertido en una escritora leída y esperada. Es columnista de ‘El País’ y tertuliana en RNE y no pasa inadvertida. Después de ‘Mejor la ausencia’ (2017), publica ‘Formas de estar lejos’ (Galaxia Gutenberg, 2019), una novela que es como el diario de la demolición del amor en una pareja: Alicia y Matty. La presentó el pasado jueves en la librería Cálamo.

¿Imaginó alguna vez que su Alicia hiciese pensar, en ese viaje interior, en la de Lewis Carroll?

La verdad es que no. No me hubiera atrevido. Ahora sí veo que puede hacer algunas semejanzas: mi personaje hace un viaje interior, real y simbólico, a raíz de un conflicto de pareja.

Usted vivió, estudió y trabajó en Estados Unidos desde 1997 hasta 2016, como su protagonista.

La novela, en ese sentido, presenta algunas concomitancias con mi vida, por el contexto geográfico, sociológico y universitario. Y, además, narra la aventura de una emigrada en Estados Unidos.

¿Qué es lo que ha querido contar en ‘Formas de estar lejos’?

Me interesaba hacer una crónica del desamor. Contar cómo se derrumba una pareja. Me interesaba explorar el tema de esa violencia silenciosa, por momentos física, pero más bien la violencia del gesto, del trato, de los pequeños detalles. Ese modo de hacer del otro una persona más pequeña…, más manejable, para poder así controlarla a su antojo.

El chico es Matty.

Sí, es un hombre que, aunque él no lo crea ni lo perciba, está maltratando a su pareja. No es consciente o no identifica su comportamiento como el de un agresor. Me apetecía indagar en esa actuación y en esa psicología.

Vayamos con Alicia…

En su caso me interesaba analizar el desarrollo de una persona como Alicia, una mujer joven, con las ideas muy claras, muy inteligente, con una carrera profesional que desarrolla de modo espectacular, pero que en el plano de lo íntimo es cada vez más, más y más vulnerable, y se hace más pequeña dentro de esa relación. Es víctima de las pequeñas manipulaciones de violencia íntima…

Cada vez es más frágil, se achica más, no sé si por él o porque ella no es feliz, no sabe serlo...

En esa indagación de esta relación y en este contexto creo que hay valorar la condición de Alicia de emigrada, con lo que supone eso de desarraigo, de soledad, de aislamiento. Me interesaba una persona que, en esas circunstancias, puede ser más permeable a ese tipo de control. Al final la debilidad es como una bola de nieve que va creciendo.

¿Encarna el amor el entusiasmo y a la vez el espejismo?

La clave está en identificar cierto tipo de entusiasmo y alegría con el amor y el enamoramiento. Llamamos amor a cosas que no lo son. El amor romántico es un ideal perverso. El amor, si es amor, es una fuente de felicidad, de alegría, de crecimiento, de uno mismo y de cómo haces crecer al otro, y si es una fuente de sufrimiento es por causas ajenas a ese amor: la enfermedad, la muerte, los celos, pero eso más que amor son formas de control.

¿Comete Alicia algún error?

Alicia no es perfecta. Es un personaje complicado y no siempre actúa bien. Yo desde fuera una de los principales errores que comete es su incapacidad para conocer su vida. Es una mujer que no es consciente de su vida. Está tan aplicada en su trabajo, y es tan placentero el estudio y la escritura, que deja de analizar su vida y se separa de su deseo. Eso le lleva a permitir actitudes que nunca debió haber permitido…

Usa un tono y un ritmo suaves, sin énfasis, al modo de Alice Munro, Lucia Berlin o Anne Tyler.

Son autoras de referencia para mí. Siempre querría escribir como aquellas a las que admiro.

ETA siempre vuelve a sus ficciones. ¿No puede olvidarse de ella, mancha todo el tiempo?

Mis personajes son de allí. Conté su relato y su sinrazón en ‘El eco de los disparos’, y aquí aparece de nuevo. ETA fue un drama que nos marcó a todos de muchas maneras. Claro que mancha. No lo puedo ni lo quiero olvidar.

Se ha convertido en una columnista de referencia… ¿Cómo lo lleva?

-Me pesa la responsabilidad y busco el rigor y alejarme de la frivolidad. Me implico. Estoy agradecida, claro, pero a veces, y es cierto, no duermo.

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