Responsable de redacción en heraldo.es

El arte sin complejos

Jotas ante el Congreso, este miércoles.
Jotas ante el Congreso
Enrique Cidoncha

Si hace un mes nos hubieran jurado que una canción de Los Chunguitos iba a hipnotizar a millones de personas no lo hubiéramos creído. Si hace medio año nos hubieran tratado de convencer de que un disco de flamenco y trap basado en un romance del siglo XIII iba a entrar en la banda sonora de nuestras vidas por la puerta grande tampoco hubiéramos dado crédito. Y, mira por dónde, una joven de 26 años ha logrado, con su talento, su atrevimiento y su trabajo despojado de complejos quedarse con nosotros. ‘El mal querer’ y la magistral reinvención de la pieza de los hermanos Salazar ‘Me quedo contigo’ han obrado el milagro. Rosalía ha demostrado que no es flor de un día ni un producto de la mercadotecnia. Y que, dando esquinazo a los complejos, se pueden crear verdaderas obras de arte, para deleite de quien tenga una mínima sensibilidad.

Este aspecto, el de los complejos, es el ‘quejío’ de la jota. Como destacaba el pasado miércoles Carmelo Artiaga, presidente de la Academia del Folclore y la Jota en estas mismas páginas, «se puede evolucionar sin desvirtuar». Pero si algo le sobra a este arte, aseguraba, son complejos.

Ese mismo miércoles, en el Congreso de los Diputados, la jota obró el milagro de poner de acuerdo a todo el arco parlamentario en estos tiempos tan convulsos. Allí recibió el espaldarazo para convertirse (oficialmente, porque de facto ya lo es) en patrimonio inmaterial de la humanidad. Y quién sabe si un día no muy lejano triunfa una voz que, como sugería Artiaga, nos atrapa al convertir en jota los versos de poetas consagrados como Gil de Biedma.

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