Por
  • María Pilar Martínez Barca

Velamazán

Literatura, música y convivencia se dieron cita en Velamazán (Soria).
Literatura, música y convivencia se dieron cita en Velamazán (Soria).

Puede provenir de ‘al-mahsan’, fortaleza. O de ‘bala’ y ‘Muza’, fortaleza de Muza. Del ‘Laberinto de la Fortuna’ de Mena a los ‘Anales de Aragón’ de Zurita, se escribe de diferentes formas, con V o B (José de Miguel Martínez, ‘Velamazán. Villa de señorío, condado y marquesado’).

La ermita de la Dehesa, la iglesia de la Santa Cruz, construida en el siglo XVII por salvarse el pueblo de la peste, y la otra románica de San Sebastián -después el camposanto viejo-; el palacio de los marqueses González de Castejón, hoy casa rural, con su escudo de armas y su reloj de sol en la fachada, son parte de mi educación sentimental.

Cuna de Miguel Moreno, etnólogo y cronista oficial de Soria, y de Antonio Rodrigo Antón, beato franciscano. Recibiría las visitas como médico rural de D. Enrique Moliner Sanz, padre de María Moliner, durante su estancia en Almazán en 1902 -23 km de distancia, seguramente en mula-.

Hinchables para niños, gaiteros antes de la misa del día de la Virgen o de San Roque, cena en común… El intento de echar el vino de la tradición en odres nuevos ha ido formando la asociación cultural. Este agosto organizaba su II Jornada de Convivencia, junto a Fuentetovar y Rebollo, y el I Certamen Nacional de Relato Breve ‘Villa de Velamazán’. «Cuando se estancaran allí las nieves del invierno y no estuvieran el Eustaquio y él para quitarlas, todo se vendría abajo. (…) En ese momento de inmensa tristeza creyó oír la algarabía de niños corriendo alegres por las calles» (Armando Ruiz Chocarro, ‘El ahorcado’, Primer Premio).

Presentaciones de libros, música regional con Sepios Folk -flauta, acordeón, zanfoña-, poemas en las calles a lo parque Labordeta. «Y un día, ya crepúsculo en el orbe, / reposaré en la calma de esta tierra» (‘Pájaros de silencio’). No todo son expoliaciones en los pequeños pueblos olvidados: «En la memoria siempre quedarán los temblores, los alaridos y el ruido de las explosiones, pero no quedaron muertos» (Marina Moro López, ‘La muñeca de tela’, Accésit).

«Y entonces todo volvió a empezar» (Jaume García Vilá, ‘El fin del principio’).