Sánchez Vidal, memoria y voz de grandes cineastas aragoneses

Durante su discurso, el historiador destacó que "el cine merece tanta atención como la literatura".

Sánchez Vidal recibió el premio de manos de Fernando Rivarés, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza.
Sánchez Vidal recibió el premio de manos de Fernando Rivarés, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza.
M. S.

El séptimo arte aragonés se lo debe todo. Catedrático de Historia del Cine de la Universidad de Zaragoza, escritor y ensayista literario y cinematográfico, Agustín Sánchez Vidal ha dedicado gran parte de su vida a desvelar el verdadero sentido de la obra de los más grandes cineastas aragoneses y a despertar vocaciones dormidas. Su experiencia vital y privilegiada con Buñuel, Saura y Borau –"sus padrinos"– hizo que se diera cuenta de que "el cine –reconoce Agustín– merecía tanta atención como la literatura".


Han sido muchos años de atención –más de 20–, dedicados en cuerpo y alma a la enseñanza y a la investigación –Joaquín Costa, Machado, Miguel Hernández, Lorca, Dalí...–, que encuentran merecido reconocimiento en este galardón especial que le otorga el jurado de los I Premios 'Artes & Letras'. Y lo recibe en un momento de transición en su vida –acaba de jubilarse en la Universidad–; "en un momento –explica– en el que agradeces especialmente que reconozca tu trabajo un suplemento cultural tan independiente como 'Artes & Letras', premiado, precisamente, por esa independencia".


Y si todos los reconocimientos "son buenos", este –como colaborador asiduo en las páginas HERALDO– tiene para él un valor añadido, pues "los premios que vienen de quien conoce de cerca lo que haces, de los de casa, se otorgan con mayor conocimiento de causa". Su relación con la prensa –que viene de lejos– ha dejado poso: "Colaborar con un periódico –apunta– te acostumbra a decir las cosas de una manera muy directa y esto te da un importante grado de inmediatez... es una buena gimnasia mental".


'Esclava de nadie', Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza (2010), fue su última incursión literaria; a partir de ahora, vislumbra una relación con la cultura más "flexible", que pasa por escribir poesía o colaborar con museos como el Prado o el Centro de Arte Reina Sofía.


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