De Prada: "Esta es una España muy degradada que chapotea en la vileza"

El escritor presenta su novela 'El castillo de diamante' (Espasa), sobre la relación entre la princesa de Éboli y Santa Teresa de Jesús.

Juan Manuel de Prada en el Gran Hotel.
Juan Manuel de Prada en el Gran Hotel.
Sandra Lario

A seis días del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, Juan Manuel de Prada se instala en las librerías con su más reciente novela: 'El castillo de diamante'. De Prada se adentra en el siglo XVI para desentrañar la ondulante relación entre Santa Teresa de Jesús y la princesa de Éboli Ana de Mendoza, dos de las mujeres más importantes de la historia de España.


Estas mujeres encaran la dualidad entre la búsqueda de la plenitud espiritual, como es el caso de Santa Teresa, y alcanzar lo máximo en lo material, el poder y el prestigio, en el caso de Ana de Mendoza.


-Un año después de 'Morir bajo el cielo' llega 'El castillo de diamante', ¿cómo es la experiencia de publicar de forma tan seguida?

-Como respirar constantemente o comer constantemente, para mí escribir es una función vital, es mi vocación. Es verdad que hay épocas en las que uno respira con más dificultades, pero es mi estado natural. Esta es una historia que yo había querido escribir hace bastantes años, pero me habían faltado fuerzas para abordar este proyecto. Al fin me he animado y aquí estoy otra vez.


-¿Cómo se prepara un escritor para contar los anhelos más profundos de dos mujeres sin caer en estereotipos?

-En primer lugar hay que meterse en el pellejo de los personajes, aquello que decía Flaubert: "Madame Bovary soy yo", lo que quiere decir es que se había zambullido tanto en el alma de su protagonista que finalmente cuando escribía lo estaba haciendo en lugar de su personaje. Ese es el misterio. En el caso de un personaje histórico debes leer todo sobre ese personaje y construirlo, tratar de imaginar cómo era y darle voz. Es un proceso de identificación. Como el espía o el topo cuando se infiltra en una organización, en un escritor es un poco lo mismo.


-Se sitúa en el siglo XVI, y dibuja a dos mujeres persistentes y decididas que intentan alcanzar sus deseos pese a sus circunstancias...

-En el siglo XVI español, la mujer tenía mucho más papel del que se cree. Es un siglo en el que hay multitud de mujeres, en el ámbito religioso sobre todo, que tienen gran preponderancia. Es verdad que hasta nosotros solo nos llegó María Teresa de Jesús, pero hubo muchas más mujeres que llegaron a obtener gran significación en la época como fundadoras, monjas, visionarias, beatas, profetisas...


Era una época en la que Felipe II quería renovar espiritualmente a España y quería poner un freno al poder temporal del Papa, para eso necesitaba reactivar la espiritualidad española y que surgieran nuevas órdenes o reformas. Las mujeres tuvieron bastante protagonismo. En cuanto a la política es verdad que encontramos a muy pocas mujeres. Sin embargo, la princesa de Éboli consiguió cosas que hoy en día serían impensables: consiguió protagonismo político en solitario. Hoy en día una mujer tendría que afiliarse a un partido. A veces tenemos una imagen del pasado muy negativa que no corresponde con la realidad. El siglo XVI fue excepcionalmente rico.


-Sobre estas dos mujeres se ha especulado mucho, de hecho usted mismo se ha tomado licencias a la hora de escribir.

-Me he tomado bastantes licencias porque lo que conocemos de su relación es muy poquito. Tenemos una serie de elementos que he utilizado, pero a partir de unos pocos hechos históricos he desarrollado mi fantasía y he recreado toda una relación que no conocemos exactamente. No sabemos qué grado de intimidad tuvieron la princesa de Éboli y Santa Teresa; sabemos que su relación acabó muy mal por un enfrentamiento muy duro, pero no sabemos si se admiraban, si su trato era frío o cordial y luego se estropeó; no sabemos si se odiaban desde un primer momento, todo esto lo he construído.


-Sus personajes encarnan dos luchas tan distintas como parecidas en ciertos aspectos: alcanzar lo máximo en lo espiritual como en lo material. ¿Es posible mantener ambas luchas en la sociedad actual?

-Sin duda, en toda persona se sigue dando este conflicto. Muchas veces renunciamos a cosas materiales por preservar nuestra vida espiritual y al contrario, esa tensión se produce en todo espíritu humano. Teresa era una mujer extraordinariamente espiritual, pero también se preocupaba de lo material para llevar a cabo su reforma. Por otro lado, la princesa, que era una mujer volcada en la política y las cuestiones mundanas, también tenía una inquietud espiritual. En las dos se produce esta tensión, lo que pasa en que una le da preponderancia a lo espiritual y la otra a lo mundano. Muchos de los problemas de las sociedades y la política se explican por esto, la Iglesia siempre corre el riesgo de ser mundana y la política de ser demasiado idealista. El ser humano es materia y espíritu por eso es natural que haya una doble vocación en él, hay que encontrar el equilibrio y saber lo que uno quiere.


-Si tuviera que dibujar la situación política y social de España tal y como la tenemos hoy...

-Creo que ahora mismo es un esperpento, se parece bastante a la de 'El ruedo ibérico' de Valle Inclán, es una España muy degradada que chapotea en la vileza. La fase de la picaresca ya la hemos pasado porque tiene un grado de humanidad, de lucha por la supervivencia. Ahora estamos en una fase de derrumbe, en donde la degradación tiene unos rasgos caricaturescos.


-¿Qué siente al acabar cada novela?

-Cuando acabas una novela te deja exhausto. Esta novela la acabé ya casi hace medio año así que ya me ha dado tiempo a regenerarme y recuperar las fuerza. De hecho estoy pensando en otras historias. Cuando acabo un libro acabo totalmente seco, pero esto es normal porque uno da todo de sí. Tener un libro es como tener una historia de amor, uno da lo mejor de sí.

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