Cien pesetas y un bocata de chorizo para los extras de 'El Cid'

El productor Bronston eligió España para rodar 'El Cid' porque aquí, además de resultar más barato, también vio un "gran plató".

Fotograma de 'El Cid'
Cien pesetas y un bocata de chorizo para los extras de 'El Cid'

Cien pesetas diarias y un bocadillo de chorizo cobraron en la España de 1961 los trescientos extras que Anthony Mann reclutó en Torrelobatón (Valladolid) para rodar en tres días tres minutos de la película 'El Cid', todo un maná de Hollywood que Pedro Estepa ha evocado en el documental 'Bienvenido Mr Heston'.


Ni San Esteban de Gormaz ni Medinaceli, como dedujo Ramón Menéndez Pidal, fueron los escenarios donde el autor o autores del 'Cantar de Mio Cid' se inspiraron para la gesta del de Vivar, sino Peñíscola (Castellón), Ampudia (Palencia), Colmenar Viejo (Madrid), Belmonte (Cuenca) y Torrelobatón como quiso Samuel Bronston.


Acosado por la 'caza de brujas' del senador Josep McCarthy contra agentes soviéticos y comunistas infiltrados en Estados Unidos, el productor Bronston "eligió España para rodar 'El Cid' porque aquí, además de resultar más barato, también vio un 'gran plató' con decorados naturales muy buenos".


"Siempre se dicen cosas negativas para el cine español como el elevado IVA o las falta de bonificaciones fiscales, pero muy pocas veces destacamos los paisajes y monumentos que tenemos para rodar", ha explicado este martes Pedro Estepa, codirector junto a Elena Ferrándiz de su primer largometraje documental, que estrenará el 28 de octubre en la Semana Internacional de Cine de Valladolid.


En los años sesenta, cuando un obrero necesitaba un mes para ganar cien pesetas, "Bronston las pagaba al día más un bocadillo de chorizo a los vecinos del pueblo que actuaron como figurantes" en 'El Cid', como aún recuerdan algunos más de medio siglo después en este documental que narra el actor Emilio Gutiérrez Caba.


Más de sesenta personas, testigos directos e indirectos del rodaje en Torrelobatón, del 21 al 24 de marzo de 1961, aportan sus testimonios en "Bienvenido Mr Heston" donde, a diferencia de la película de García Berlanga ("Bienvenido Mr Marshall"), se puede comprobar que los americanos "no pasaron de largo y dejaron un buen dinero" que también cobraron estudiantes y cadetes de la Academia de Caballería, como avezados jinetes, procedentes de Valladolid.


Andrea Bronston, hija del productor, y Fraser Clarke Heston, vástago de Charlton Heston, recuerdan en el largometraje ese episodio en las vidas de sus respectivos progenitores, que Estepa y Ferrándiz intercalan con las imágenes de "El Cid" rodadas en Torrelobatón e incluso con fotografías del archivo personal de la familia Heston.


Fue cerca de la ermita, junto al puente sobre el río Hornija y con el imponente telón de fondo del castillo (siglos XIII-XV), donde Rodrigo Díaz de Vivar (Charlton Heston) intercede ante su padre para que exima de la pena de muerte a varios emires prisioneros que, como agradecimiento, le nombran por primera vez como Cid o caudillo generoso.


Intervienen también en el documental el historiador y crítico cinematográfico Jesús García de Dueñas, autor del libro "El imperio Bronston", así como Ricardo Huertas, que formó parte del equipo de producción, y Gil Parrondo, en la artística.


"Todos ellos coinciden en que, además del enorme impacto que causó la llegada de toda una superproducción de Hollywood, sus técnicos y especialistas formaron a muchos españoles en aspectos como la construcción de decorados, iluminación y fotografía porque eran unos profesionales muy buenos", ha explicado Estepa (Madrid, 1985), licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad San Pablo-CEU de Madrid.


Entre otras anécdotas, el realizador se ha hecho eco de la desilusión que produjo entre los vecinos la ausencia en Torrelobatón de Sofía Loren (Doña Jimena) y la fidelidad de todos los testimonios aportados, contrastados con la documentación recabada, sin que el paso del tiempo haya desfigurado o idealizado lo que fue una auténtica revolución en la Castilla de 1961, un año antes de que Delibes publicase su elegía del campo castellano en "Las ratas".

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