El arte público de la democracia en los principales edificios de Zaragoza

La especialista María Luisa Tello publica un libro en el que analiza la pintura mural realizada en la capital aragonesa a instancias de las instituciones entre 1984 y 1995

La monografía reproduce todos los proyectos de esa década en el Museo Pablo Gargallo, en centros cívicos, municipales y deportivos, en el Edificio Pignatelli, en el Torreón Fortea, en la Casa de los Morlanes y en el Cubo, en la Expo de Sevilla-1992, etc.
El arte público de la democracia en los principales edificios de Zaragoza

María Luisa Grau Tello (Andorra, Teruel, 1983) buscó un tema para su tesis doctoral de Historia del Arte y eligió, oyendo las sugerencias de su profesor Jesús Pedro Lorente, el arte mural desde 1950 hasta 1997. De ese trabajo se desmigajó el libro ‘Democracia y pintura mural en Zaragoza, 1984-1995’ (Rolde, 2014), que se centra en las obras que promovieron las instituciones públicas de la comunidad: el Ayuntamiento de Zaragoza, el Gobierno de Aragón, la Delegación de Gobierno y las Cortes de Aragón, entre otras.


"En la tesis estudiaba tres períodos: desde 1950 hasta la muerte de Franco, donde analizaba las dos corrientes: la más clásica, academicista y grave, la más rígida también, que comprende a autores como Alejandro Cañada, Manuel y Leopoldo Navarro, Villaseñor y Javier Ciria, etc., y otra más innovadora que se dio en comercios, cines y bares y que también estaba vinculada con las nuevas corrientes musicales y de apertura que llegaban de la base americana", señala. 

El segundo período estaría centrado en la Transición, hasta 1978, y a partir de ahí, con la aprobación del Estatuto de Autonomía, nacería esa tercera época en la que "España y Aragón querían dar una nueva imagen al mundo y a sí mismos de su apuesta por la democracia y la creación", señala la autora. 


La cultura y los novedosos equipamientos ofrecían los instrumentos de modernidad y transformación y una apuesta por el arte. Intervinieron otros factores: "La necesidad de rehabilitar edificios que estaban en muy mal estado y que sirvieron de alojamiento a las Cortes (como la Aljafería) o al Gobierno de Aragón (el edificio Pignatelli), la descentralización y la creación de nuevos espacios, especialmente en los barrios, con el Plan de Centro Cívicos y Casas de Cultura", apunta. 


María Luisa Grau Tello analiza el primer mural: la interpretación que José Luis Cano pintó de ‘La Eneida’ de Virgilio, en 1984, en los cuatro frisos de una sala del Museo Pablo Gargallo, que se creó en el Palacio de Argillo, rehabilitación que dirigió Ángel Peropadre. "Suele ocurrir que cada arquitecto tiene su pintor o sus pintores. Cano volvió a trabajar en el Torreón Fortea, donde hizo tres murales más. ‘La Eneida’ marcó la pauta del trabajo del Ayuntamiento de Zaragoza. Cano logró imágenes espectaculares".Obras y autores

No menos espectaculares son los murales del edificio Pignatelli, obra que dirigió el finado Saturnino Cisneros. "La Hermandad Pictórica, Pascual Blanco, Eduardo Salavera y Pedro Giralt pintaron cuatro. Aunque no tuvieron indicaciones concretas, todos coincidieron en su atracción por la naturaleza. La Hermandad Pictórica hizo las cuatro estaciones de influencia oriental; Salavera se inspiró en el Ebro y los paisajes de Helios; Pedro Giralt glosó, a su modo, ‘El asno de oro’ de Apuleyo, y Pascual Blanco propuso su visión de la Arcadia". En el Pignatelli, para la entrada, Jorge Gay también pintó un dibujo grandioso: ‘El hombre que fumaba ideales’, que "es un homenaje a su padre".


La estudiosa recuerda que en la remodelación del Teatro Principal, dirigida por el arquitecto José Manuel Pérez Latorre, Jorge Gay pintó un mural veneciano, misterioso y envolvente, "que está lleno de detalles, de homenajes, de riqueza iconográfica. Y en el vestíbulo, también hay una obra de José Manuel Broto, poderosa y abstracta, que rompe el clasicismo del edificio y no deja a nadie indiferente". Broto pintó las 34 piezas, que ocupan 170 metros cuadrados, de la bóveda del Pabellón de Aragón para la Exposición Universal de Sevilla.


Otros artistas han realizado varios murales: uno de ellos Santiago Arranz, que decoró el edificio del Cubo con ‘La ciudad soñada’, y la Casa de los Morlanes con su ‘Vocabulario de signos’ y sus bestiarios. 

Hay otros nombres y proyectos: Jorge Gay y Fernando Sinaga en el Auditorio, Jesús Buisán en el Conservatorio Elemental de Zaragoza, Miguel Ángel Encuentra y Sergio Abraín en el Centro Cívico Delicias... Todos llevaron el color a la vida y a la calle.