Erice lamenta que el cine sea dictado por las televisiones

El cineasta insiste en que "es importante hablar de lo que está a punto de desaparecer".

Erice lamenta que el cine sea dictado por las televisiones
Erice lamenta que el cine sea dictado por las televisiones
Efe

El director de cine español Víctor Erice (San Sebastián, 1940) afirmó este miércoles que "la gran pérdida" para los cineastas de su generación es la del cine "como el gran arte popular" que fue desde sus orígenes y su transformación en "un objeto de consumo masivo dictado por las televisiones".


"Los cineastas de mi especie trabajamos en los márgenes, pero no porque tengamos vocación de marginales sino porque el sistema nos conduce a una cierta marginación", dijo en una conversación abierta con el público en el Festival de Cine de Locarno, en Suiza, donde este miércoles se rendirá homenaje a su carrera.


Como parte de este tributo, Erice recibirá el galardón Leopardo a la Carrera", concebido como reconocimiento a la totalidad de la obra de un actor o director, y habrá proyecciones de sus filmes.


Erice confesó ante el público que cree que "el cine, como lo hemos contemplado desde sus orígenes, hace cerca de cien años, está prácticamente en vías de extinción".


Aclaró que, con esta reflexión, no pretende sumarse "al muro de las lamentaciones", sino enfatizar que "para los cineastas de mi generación es importante hablar de lo que está a punto de desaparecer".


"Mi experiencia ha sido la de la infancia del cine como gran arte popular del siglo XX, el más extraordinario y probablemente el último", comentó.


A los cineastas jóvenes les corresponde ahora "plantearse lo que tienen que hacer, de qué hablar, cuáles son las relaciones entre los seres humanos que queremos construir; todo eso está en el aire", agregó.


Respondiendo a una pregunta sobre el rol de los jóvenes cineastas y cómo evitar que éstos pierdan el contacto con la realidad, Erice sostuvo que "este miércoles se puede utilizar el cine o las películas como elementos para la información que sustituya a la información que no dan los medios de masas".


Opinó que éstos están "bajo el control del mismo poder y configuran la realidad. Son cada vez más medios de formación de masas a escala planetaria, cada vez más totalitarios".

"Vivimos tiempos tan precarios que es un papel ineludible. No hay que ir a un lugar con obsesiones personales, sino intentar comprender lo que pasa en él", señaló.


Lamentó que películas de gran interés tengan "grandes limitaciones para llegar al público", debido a que los canales de distribución están copados por el cine industrial.


"Una película estadounidense hace un desembarco con 400 copias, significa que copa 400 salas... Es una forma de invasión", explicó.


Por ello, planteó integrar la enseñanza del cine desde la primaria, porque, de lo contrario, "vamos a tener ciudadanos que a los 20 años no sabe elegir una película y sólo van a escuchar el dictado de la televisión. Es un problema político".


De manera más intimista, Erice confesó que la "película fundacional" de su vida fue la primera que vio, a los seis años, y con la que fue inevitable perder una cierta inocencia; una cinta que no hizo historia en el cine, pero que le valió para averiguar que "los hombres podían matar a otros hombres".


Al niño de entonces, esto le pareció "el mayor escándalo", porque creía que aquello que veía en la pantalla era pura verdad y no entendía la pasividad del resto de espectadores en la sala y la única explicación que encontró es que "ellos conocían un secreto" que explicaba su actitud.


Erice será este miércoles premiado en Locarno por la voluntad de los organizadores de poner en evidencia "la poesía y profundidad" de su filmografía.


Una filmografía corta, con apenas una decena de títulos, en los que figuran dos cintas corales, la primera de 1969, 'Los desafíos', y la última, del año pasado, 'Centro Histórico', con Pedro Costa, Manoel de Oliveira y Aki Kaurismaki, y tres largometrajes, los tres claves en la historia fílmica española: 'El espíritu de la colmena' (1973),'El sur' (1983) y 'El sol del membrillo' (1992).


Locarno le reconoce así una obra que "ha dejado huella en la historia reciente del cine europeo", con historias muy particulares a las cuales consiguió dar "un significado universal" y con "profundos contenidos sobre el tiempo".