Los barcos hundidos, más lejos de los arqueólogos

Una nueva ley podría alejar a los arqueólogos de la gestión de los barcos hundidos, disciplina en la que la UZ es referente.

Una nave de la Corona de Aragón del siglo XV en Cerdeña
Una nave de la Corona de Aragón del siglo XV en Cerdeña

La polémica ha levado anclas y parece que quiere dejar a los arqueólogos en tierra. El Gobierno central ha lanzado un nuevo proyecto de la Ley de Navegación Marítima que planea traspasar a la armada "competencias plenas" para gestionar la "explotación, rastreo, localización y extracción" de los buques de Estado españoles naufragados o hundidos. Una nueva legislación surgida al calor de la batalla burocrática librada con la empresa norteamericana Odyssey por el tesoro de la fragata de 'Nuestra Señora de las Mercedes', y que ha sido recibida con gran recelo por parte de los expertos de arqueología subacuática del país.


"Es poner un traba más, como si el agua no fuera suficiente", recalca el profesor Manuel Martín-Bueno, catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y reconocida eminencia dentro del campo de ésta que se ejerce con una bombona de oxígeno a la espalda.


La nueva ley, a expensas de conocer su traslado real, dejaría en manos de la Armada responsabilidades que hasta la fecha habían sido propias del Ministerio de Cultura, "un golpe en la línea de flotación" de la arqueología subacuática según señala Martín-Bueno, que lleva más de 30 años bregando para rescatar aquellos pedazos de la historia que se tragó el mar.


Y es que, pese a lo paradójico del asunto, la Universidad de Zaragoza es la casa de uno de los grupos de referencia dentro de la materia. Desde el interior, los arqueólogos aragoneses llevan desde la década de los 80 rastreando la costa de la península sentando cátedra en una disciplina que hasta hace bien poco carecía del respaldo legal con el que cuenta la arqueología ordinaria. Una "brecha que ha costado mucho tiempo cerrar", y que ahora temen que se vuelva a abrir con la nueva legislación.


"Aquí están entrando en juego viejas aspiraciones de la Armada, que está muy bien que quiera tener el control sobre los buques de Estado, pero que hay que tener en cuenta que en el momento en que esos barcos descansan ya sobre el lecho marino pasan a ser restos arqueológicos subacuáticos", argumenta Martín-Bueno, quien señala que en el entorno Europeo no existe legislación similar a la que ahora se intenta implantar con respecto a la gestión del patrimonio hundido.

A la marea de la crisis

A la espera de conocer el resultado final de la nueva legislación, el grupo de arqueología subacuática de la Universidad de Zaragoza continúa con su concienzudo trabajo. Aunque parezca casi antinatural, la ligazón entre el estudio del mar y Aragón se retrotrae varios siglos atrás, cuando en el siglo XVI el monegrino Martín Cortés de Albacar firmó el que es considerado uno de los primeros manuales de navegación propiamente dicho. "Algo tendremos en los genes", comenta el profesor Martín-Bueno, quien ha encabezado investigaciones en la Costa da Morte, las Canarias, Uruguay, o incluso la Antártida, donde marcharon a mediados de los 90 para seguir la pista del San Telmo, un navío español desaparecido en 1819 al poco de cruzar el cabo de Hornos sin dejar rastro.


"Cuando llegamos a Galicia se preguntan que qué hace la Universidad de Zaragoza por aquí, pero simplemente nosotros apostamos primero por una disciplina por la que mucha gente no se interesó en un primer momento", explica el investigador, cuyas pesquisas también llevaron a encontrar una nave hundida entre 1430 y 1440 de la Corona de Aragón en la isla de Cávoli, frente a las costas de Cerdeña.


En la actualidad, y debido a los avatares económicos, el grupo de arqueología subacuática de la UZ sigue dando continuidad a los proyectos iniciados en épocas mejores. "Ahora abrir expediciones en el extranjero es realmente complicado", lamentan, aunque siguen estando activos a través de la formación y el desarrollo de los datos recavados en sus múltiples expediciones.


"En los últimos años, a raíz de la polémica del Odyssey, las Comunidades Autónomas y Cultura invirtieron en arqueología subacuática. Pero todo se frenó con la llegada de la crisis", comenta Alejandro Martín López, investigador del grupo desde 2006 y parte del relevo generacional que la Universidad de Zaragoza alberga para que, llegado el momento -y el dinero- puedan volver a echarse a la mar.