Teruel

Los objetos olvidados cuentan la despoblación turolense

La exposición itinerante 'Territorios abandonados. Paisajes y pueblos olvidados de Teruel' muestra el abandono de 27 poblaciones.

Un viejo balón de fútbol, una lámpara de gas del siglo XIX o acciones de una compañía minera son objetos que un día fueron cotidianos y que ahora sirven para contar la despoblación del mundo rural en una exposición itinerante que viaja por la provincia de Teruel.


La muestra forma parte del proyecto de dos investigadores, Luis del Romero y Antonio Valera, que hace tres años comenzaron a viajar por la provincia buscando esos núcleos olvidados en los que ya no queda nadie o casi nadie.


Encontraron edificios sin techo ni paredes en muchas ocasiones, y en ellos objetos que sus antiguos inquilinos no llegaron a recoger, como si su salida hubiera sido precipitada.


"Son objetos que estaban en casas abandonadas y que nos llamaron la atención. Hay más, pero para la exposición hemos elegido aquellos más cotidianos y otros curiosos", explica Luis del Romero, uno de los investigadores responsables de la muestra.


Dentro del capítulo de curiosos está también una revista nazi, un plano de Barcelona, una cartilla de racionamiento de 1950 o un salvoconducto de la Guerra Civil.


"La gente muestra sobre todo sorpresa y curiosidad al ver los objetos, y algunos tristeza porque hemos encontrado a gente que nos ha contado que son los últimos de algún pueblo y temen que pase lo mismo con su localidad", explica Romero.


La despoblación, recalca, tiene consecuencias negativas para todos, porque "un incendio o una inundación pueden acabar con miles de hectáreas porque no hay nadie para avisar y evitarlo".


Unos paneles informativos explican en la exposición el contexto de estos objetos y aportan detalles del estudio de estos investigadores, recogidos en el libro 'Territorios abandonados. Paisajes y pueblos olvidados de Teruel', en el que exponen las causas del abandono de 27 núcleos de población, su situación actual y también posibles líneas de trabajo.


Se trata de un mapa de despoblamiento que invita a reflexionar sobre cifras como que el 40 por ciento de los municipios de la provincia tiene una media de edad superior a los 65 años.


"En el Maestrazgo de Teruel viven 3.500 personas, que son las que viven en cuatro calles en Valencia. Es una realidad dolorosa con difícil solución, insalvable en buena parte pero hay que intentar actuar", reconoce Luis del Romero.


La publicación ha visto la luz gracias a la edición del Rolde de Estudios Aragoneses y del Instituto de Estudios Turolenses después de intentarlo a través de financiación colectiva en Internet, con la que consiguieron unos 1.200 euros, explica el investigador.


En la presentación del libro, Antonio Valera destacaba que los núcleos inventariados "son recuperables", y entre las opciones que planteaba están las rutas temáticas o el ecoturismo, aprovechando el importante patrimonio que todavía se conserva.


"Hay que recordar además que estos núcleos eran autosuficientes y tienen posibilidades por ejemplo en agricultura ecológica", añadía.


El problema que se plantea para la recuperación es que, aunque en ocasiones los pueblos pasan a ser rústicos al llevar tiempo abandonados, en otras los propietarios de las edificaciones abandonadas piden precios muy elevados para su venta.


"Hay muchas opciones porque en Teruel está sin explotar todo el patrimonio bélico, industrial o micológico", apunta Romero, que trabaja como investigador en Valencia "donde no se conoce este patrimonio, a pesar de estar a una hora de viaje".


El proyecto de estos dos investigadores valencianos no se queda en la publicación y la explotación, ya que la tercera parte incluye apostar por la "recuperación física" de algún enclave.


"Quizás no se pueda coger un pueblo abandonado y recuperarlo, pero sí alguno en el que queden pocas personas pero haya casas por rehabilitar", explica Romero, y a partir de ahí poner en marcha algún proyecto "más turístico y didáctico".


Es consciente de que no son tiempos de grandes inversiones pero confía en que hay posibilidades: "Yo tengo un trabajo en la Universidad pero creo que hay emprendedores que podrían tener ahí un futuro, porque no puede ser que los pueblos estén vacíos y las ciudades llenas de jóvenes en paro".


"No se trata de hablar de los males del pasado", recalca Romero sino de "tener una actitud más proactiva, y sobre todo evitar que el número de pueblos deshabitados crezca".