Entrevista

Ernesto Pérez Zúñiga: "El diablo de Tartini es interior"

Ernesto Pérez Zúñiga presenta este martes en Cálamo la novela sobre el músico italiano que ganó el premio Torrente Ballester.

Ernesto Pérez Zúñiga.
"El diablo de Tartini es interior"

“Hace ocho años estaba recogiendo en un ensayito las relaciones entre música y literatura fantástica y entonces escuché la ‘Sonata del diablo’ de Giuseppe Tartini. Me impresionó, se me quedó dentro. Quise escuchar el resto de su música, las pocas grabaciones que existían entonces. Su música me llevó a perseguir a un músico con una biografía casi secreta, que había sido maestro con la espada antes de serlo con el violón, con parecida destreza en la misma muñeca: la muerte se convertía en creación, en belleza. Esa fue la clave”, explica el poeta y narrador Ernesto Pérez Zúñiga (Madrid, 1971), que ganó el premio Torrente Ballester de novela con ‘La fuga del maestro Tartini’ (Alianza Editorial, 2013), basada en la vida y en la obra de Giusseppe Tartini, un compositor y violinista veneciano que nació en 1692 y murió en 1770. Su obra más famosa es ‘El trino del diablo’.


¿Cómo definiría su música, sus constantes, su estética?


Mi Tartini es una invención basada en una existencia. La música del verdadero Tartini es prerromántica, apasionada, capaz de trasladar cualquier emoción, intimista, pero sublime. Trata de encontrar en ella los secretos de la naturaleza y de los afectos humanos. La de mi personaje, además, trata de enlazarse con el sentido de la vida y de la existencia. Que el mundo, el visible y el invisible, suene a través de sus cuerdas.


La novela tiene muchos poros o registros. Por ejemplo, el autor emprende un viaje, mental, a su infancia.


Tartini fue un músico tardío para cualquier época. Empezó a tocar con veinte años y se acabó convirtiendo en el llamado Maestro de las Naciones. En su infancia, tenía que estar una clave oculta: su atención por todos los sonidos. También el primer presentimiento de la figura sombría, ante la escultura de San Jorge y el Dragón. Y el origen de la rebeldía que le llevaría a enfrentarse o rechazar, a lo largo de su vida, las convenciones de su época, empezando por las que le marcaba su familia: aquí el aprendizaje de la esgrima es fundamental como vía de escape.


¿Cómo se le reveló, por decirlo así, la música?


La música para él fue el descubrimiento de su verdadera identidad, una vez que huye de todo lo que le ata. Fue el primer desenmascaramiento de su yo falso, al que le irán sucediendo otros. Fu el primer encuentro con la parte sagrada e inconsciente de sí mismo, que de alguna manera le estaba esperando desde el pasado y que fluiría hasta este futuro.


El libro tiene otro registro fascinante: el componente fáustico, ella, Elisabetta y el diablo. ¿Qué hay ahí de realidad y de invención?


Elisabetta, la esposa de Tartini, existió. Casarse con ella en secreto y ser perseguido por ello, fue el desencadenante de que aquel fugitivo se convirtiera en músico. Se reencontraba con ella, y la volvía a abandonar. En la novela he buceado en esa relación, en los sentimientos de ella, una mujer humilde que se ve envuelta en situaciones terribles muy difíciles de controlar: el sueño del amor, de una posición, del abandono: una mujer bella y deseada por otros. Por cierto, Catina, la posadera con la que tiene un hijo bastardo, también es real.


¿Qué le debe esta novela a Marlowe, a Goethe y a Thomas Mann y a sus versiones de ‘Fausto’, por ejemplo?


Mucho. Incluye a los principales Faustos literarios, todos los que nombra, versiones medievales, también el maestro de Bulgakov de ‘El maestro y Margarita’. Están integrados, y hay guiños a la mayoría de ellos. Creo que la principal diferencia es que el diablo de Tartini es un demonio interior, no externo y menos evidente. Y, sin embargo, es una voz propia, que complementa la de Tartini y nos cuenta lo que él no puede conocer.


Otro registro clave es la pasión por el violín. ¿Qué supone el violín en su vida y en su música?


El violín es el camino hacia la autenticidad de su arte, pero a veces las decisiones que toma en su vida no le acompañan. Cada vez que se deja llevar por otras razones (personas, pasiones, debilidades), el violín le conduce hacia la sombra, hacia la enfermedad, hacia la locura.


¿Cómo se ha planteado la fusión de literatura y música?


Literatura y música están totalmente fundidas: en la estructura de fuga de la novela, construida con dos voces que juegan entre sí. Luego en la música de cada voz: una suena a sonata, clásica; y la otra, más vanguardista, suena más a jazz.


¿Qué ha supuesto para usted enfrentarse a una época como esta, a una novela que tiene lo suyo de aventura de capa y espada, y a un personaje tan escurridizo como Tartini?


Escribir esta novela me ha transformado, he jugado con muchos fantasmas, he encontrado sentidos que desconocía, se han abierto nuevas preguntas. El XVIII es un siglo muy parecido al nuestro, donde desaparecen las viejas certezas y existe una búsqueda de nuevas: lo viejo se está derrumbando mientras todavía no ha nacido del todo lo nuevo. Tartini lucha en ese cambio, como hacemos nosotros ahora. Porque esta novela sostiene que el pasado no existe si no nos incumbe, y que el futuro es la armonía o el caos que construimos entre todos.


LA FICHA


‘La fuga del maestro Tartini’. Ernesto Pérez Zúñiga. Premio Torrente Ballester, 2013. Alianza Editorial. Madrid, 2013. 448 páginas. [Presentación, este martes, 26, a las 20.00, en Cálamo, con Manuel Vilas.]