Literatura

"Miguel Servet encabezaría hoy las mareas ciudadanas sobre todo la de Sanidad"

El escritor José Luis Corral recrea la vida del médico y teólogo aragonés en su última novela, 'El médico hereje'.

José Luis Corral
José Luis Corral
JUAN CARLOS ARCOS

El médico y teólogo aragonés Miguel Servet "estaría hoy en día al frente de las mareas ciudadanas, sobre todo de la Blanca de Sanidad", y, aunque no fuera quemado en la hoguera como en 1553, "sí sufriría represalias de algún tipo", según el historiador y escritor zaragozano José Luis Corral.


La vida de Miguel Servet (Villanueva de Sijena, Huesca 1511-Ginebra, 1553) es recreada por Corral en el libro 'El médico hereje', con el que pretende "recuperar" la figura de un personaje que ha sido "muy maltratado" por la historia, sobre todo por la política, ha señalado el autor.


Los aragoneses y el resto de españoles conocen a este médico, que descubrió la circulación de la sangre en el siglo XVI, por las calles que se le han dedicado en casi todas las ciudades de Aragón y muchas de España; por una serie de televisión de hace tiempo; o porque se ha dado su nombre a hospitales, como al más grande de la comunidad aragonesa, ubicado en Zaragoza; pero "realmente por poco más", ha agregado Corral.


Sin embargo, Servet como figura relevante es "auténticamente desconocido" por los ciudadanos y ha sido poco reconocido por las instituciones, exceptuando su intelectualidad, que valoran en Europa historiadores y filósofos.


Por lo que este catedrático de Historia Medieval espera que con su novela se conozca y comprenda "un poquito mejor a Servet, un intelectual "muy brillante" del Renacimiento, del que su faceta de médico fue la única que "el franquismo se preocupó por difundir".Un médico solidario

Una profesión, la de médico, que ejerció en Vienne del Delfinado, según Corral, de manera solidaria y desprendida al poner en marcha un turno rotatorio para que los facultativos de esa localidad francesa asistieran de manera gratuita a los pobres que no podían pagar.


En estos tiempos actuales de recortes, en Sanidad y Servicios Sociales, Servet "hubiera puesto el grito en el cielo", "estaría enfadadísimo con lo que está ocurriendo" y se colocaría al frente de las mareas ciudadanas, pero "afortunadamente" no le quemarían en la hoguera como hicieron en 1553 en Ginebra por considerarlo hereje aunque "evidentemente" sería represaliado.


Hoy no hay hogueras físicas pero sí otra serie de represalias, como el puesto de trabajo, la coacción, las insinuaciones, ha señalado Corral, y ha agregado: "No nos queman afortunadamente a los que somos librepensadores y heterodoxos (como Servet) pero puede haber otro tipo de represalias".


Corral, autor de trescientos libros y ensayos, ha elegido a Servet para su última novela histórica, editada por Planeta, porque cree que merece un reconocimiento, puesto que "dejó su vida en la lucha por una serie de valores que se consideran fundamentales para la mayoría de las personas, como la libertad de opinión, de pensamiento y de prensa"."Un hombre hetedoxo"

"Era un hombre heterodoxo, que combatió contra una forma de vivir, de ser, que era muy dogmática en la Europa del Renacimiento", una faceta que según el historiador en España "se olvidó y se ignoró porque no interesaba que políticamente fuera un heterodoxo y solo se resaltó la figura de médico como descubridor de la circulación de la sangre".


Sin embargo a Corral le interesó más para su novela la figura de Servet como librepensador, como "rompedor" de esos esquemas dogmáticos, rígidos, demasiado estereotipados que regían en la Europa del siglo XVI, una gran desconocida.


Este historiador, fundador y presidente de la Asociación Aragonesa de Escritores, también ha profundizado en los aspectos psicológicos de la personalidad del médico aragonés, mediante la consulta de libros, escritos y cartas que fue dejando a lo largo de su vida.


Por ejemplo, ha relatado que de pequeño debió tener un accidente que le dejó probablemente impotente, una impotencia sexual que le llevó durante el resto de su vida a una amargura, a una reflexión interior que trata en la novela, explica.


O esa "tozudez" que tuvo por de llevar hasta las últimas consecuencias sus ideas, de "no reblar" como se dice en Aragón, por ser "muy, muy tozudo".