Aventuras de verano / 17

"El verano es el tiempo de la novela negra"

Olga Bernad (1969) es poeta y novelista. Es autora de los poemarios 'Caricias perplejas' y 'Nostalgia armada'. Acaba de publicar la novela 'El buen amor' (Nuevos Rumbos), donde cuenta la historia de un anciano que se enamora de una joven.

Imagen de Olga Bernad
?El verano es el tiempo de la novela negra?
ARCHIVO DE LA AUTORA

- ¿Qué hace una escritora como usted en verano?

- Procuro descansar. También salir más que en invierno. Me gustan las noches de verano para trasnochar y para escribir.


- ¿Dónde descansa?

- Siempre vuelvo al mar. También paso algunos días en el pueblo. Tampoco me disgusta Zaragoza en agosto, vacía (cada vez menos), aburrida (cada vez más), indolente. No es difícil sentir el agradable espejismo de que hay tiempo de sobra para todo.


- Acaba de publicar una novela, ‘El buen amor’, sobre la ancianidad... ¿Cómo se llevan los mayores con el verano?

- Recuerdo a mis abuelos en los últimos años, agobiados por el calor pero más alegres que en invierno. Recuerdo la última vez que fuimos a la playa con ellos. Creo que todo se vive con una intensidad tan inevitable como la de la juventud, aunque muy distinta. Hay una extraña profundidad en la intuición de las últimas veces.


- ¿Qué puede pasar entre los jóvenes y los ancianos? ¿Se puede aprender a la edad madura, existe la curiosidad recíproca?

- Claro que se puede aprender. Los jóvenes ven lo que serán y los ancianos lo que ya no son. Si se encuentran las personas adecuadas, el resultado puede ser tan inquietante como el que producen dos espejos enfrentados.


- ¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida? ¿Y la ciudad a la que ha viajado?

- Un viaje a París a los dieciocho años, la primera vez que viajé sola. Me pareció (equivocadamente, claro) que mi vida iba a ser así para siempre. Pero si tuviera que elegir una ciudad, me quedaría con Edimburgo. Es una ciudad llena de magia y belleza pero también de oscuridad. Vuelvo siempre que puedo y nos vamos conociendo bastante bien.


- El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Le persigue algún recuerdo especial?

- No puedo olvidarme de los veranos de mi infancia, cuando agosto parecía enormemente largo, como si el tiempo fuese amable aún con mi inocencia. Me sorprende lo corto que se ha vuelto ahora. Los ocho primeros agostos de mi vida los pasé en Valencia. Esos recuerdos mezclados (algunos tan antiguos que no sé si son verdaderamente recuerdos) llenaron de contenido mi imaginario veraniego. La aparición del mar después de lo que se me antojaba un larguísimo viaje por carretera es una de las sensaciones que siempre vuelve cuando pienso en la felicidad.


- ¿Cuáles han sido los libros de sus veranos inolvidables?

- Lo curioso es que para mí el verano es, sobre todo, el tiempo de la novela negra. Desde muy joven, era acabar los exámenes y lanzarme a lo que yo consideraba entonces “literatura de entretenimiento”. Se convirtió en un género que aprendí a respetar. He sido de las que se van a la piscina con el libro, a la terraza con el libro, a las comidas familiares con el libro y hasta a algunas citas. Por si se aburre una.


- Si tuviera que decir cuál es su canción y su concierto del verano, ¿qué diría?

- Mi canción es el 'Summertime' en versión de Janis Joplin. Me enamoré directamente de ella cuando la oí. Un concierto de verano que recuerdo especialmente fue uno de La Unión en Peñíscola. Y ni siquera me gustaba mucho el grupo. Fue una perfecta noche de verano que acabó en el mar de madrugada. La recuerdo como una de las noches más felices y divertidas de mi vida.


- ¿Qué lugar ocupa la poesía en su vida y en nuestras vidas? ¿Qué hace reír a los poetas?

- La poesía ocupa en mi vida el lugar que ella quiere. Creo que la poesía es una forma de mirar y está ahí (o no está) te pongas como te pongas. He aprendido a obedecer, o al menos a no ir contra mí misma. En cuanto a la risa, me parece necesaria, pero tampoco me gusta forzarla. Puedo reírme hasta de mi sombra y también ser muy seria (a veces excesivamente). En cualquier caso, me río mucho con mis amigos y muy poco con quienes no lo son.


- ¿Cuál sería el menú de un día perfecto?

- Desayuno en completa soledad en cualquier terraza (tostadas, café, zumo, periódicos). Mañana en la playa con mis hijos, mi pareja, y no me importaría incluir a algún amigo. Comida con mucha gente, con todos, el menú sería casi lo de menos porque soy capaz de disfrutar casi cualquier cosa. Larga sobremesa de conversación, más playa. Arreglarse y salir. Cena íntima. Muchas copas. Toda la noche por delante. Espero que agosto aún me reserve algún día así. No me hacen falta grandes cosas, o encuentro una grandeza especial en hacer lo que quieres con quien quieres, en la medida en la que eso es posible.


- ¿Cuál ha sido el gran personaje, real o de ficción, de sus vacaciones?

- El protagonista de estas vacaciones, por pura casualidad, más que un personaje, está siendo un lugar y una época. África y el desastre de Annual. Todos esos muertos y sus consecuencias. Los resortes de mi emoción siguen siendo un misterio para mí, nunca sé con quién ni con qué van a saltar.


- ¿Cómo fue su primera vez?

- Mi primera vez fue precisamente como yo quería y con quien yo quería. He tenido mucha suerte con mis primeras veces en general.


- ¿Cuál es la mejor anécdota veraniega vinculada a su profesión?

- Más que una anécdota, es una especie de maldición: en los últimos años, cada vez que he ido a la playa me he pasado el tiempo escribiendo sobre el desierto. Recuerdo diez días en Málaga, cuando abrí el blog, absolutamente obsesionada por un texto sobre los Monegros. Este año voy por el mismo camino… me pasaré las pocas olas que el tiempo me conceda pensando secarrales africanos, como si lo viera.