Aventuras de verano/9

"En verano anulo mi vida social y minimizo el móvil"

Juan Casamayor dirige con su compañera Encarnación Molina el sello Páginas de Espuma. Aragonés instalado en Madrid, explica algunos de sus secretos: el paraíso familiar en Almazán, las estancias en Granada, la relación con los autores y sus viajes alrededor del mundo y del cuento.

Juan Casamayor (primero por la derecha de pie) y sus autores.
?En verano anulo mi vida social y minimizo el móvil?
DANIEL MORDZINSKI

 -¿Qué hace un editor en verano?

Este editor aprovecha para leer todo lo que no ha podido leer en los meses frenéticos en los que se suceden las novedades. Manuscritos sobre todo y un puñado de títulos que se han convertido en imprescindibles y que se han ido comprando a lo largo del año.


-Explíqenos en consiste ser editor. ¿Qué es lo más fascinante y lo más duro?

Lo más fascinante es el cóctel lectura con autor. Ese espacio casi íntimo en el que editor y autor profundizan en lo escrito. Esa profundidad da mucho de que hablar, de analizar, de disfrutar. En las antípodas, lo más duro es la parte “fenicia”, ese lado oscuro de la comercialización y la promoción del libro. ¡Y más en estos tiempos!


- ¿Dónde suele veranear? ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?

No tengo predilección por un destino fijo. Los motivos familiares me llevan a pasar algunos días en el sur, en la costa granadina. Sin embargo, apenas me tomo quince días de vacaciones al año y esas dos semanas, en ocasiones, las combino con el editor que trabaja y que acaba llegando, por ejemplo, a algún punto de la geografía americana.


- ¿Qué hace en esta época diferente al resto del año?

Anulo mi vida social y minimizo el móvil. Esas diferencias marcan los días de verano que se alargan y me permiten compartir y observar lo que me rodea, con una actitud más relajada, distraída.


- ¿Cuáles son el viaje y la ciudad de su vida?

Sin duda mi destino veraniego es la casa que mi abuelo construyó en los años cuarenta en Almazán, en la provincia de Soria. Fueron muchos veranos allí. Esos veranos que empezaban a finales de junio y acababan bien entrado el mes de septiembre, antes de la vuelta al colegio. La casa tiene un gran jardín, agreste, que se convirtió en escenario de juegos infantiles, descubrimientos. Una parte de mi vida.


- El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Cómo ha sido esa época?

Ya en la adolescencia más tardía asocio el verano a largos viajes de interrail por todo Europa. De Escandinavia al Mediterráneo, del Canal de la Mancha a Centroeuropa. Era como un viaje ilustrado a cortes europeas con una mochila a la espalda.


-.¿Cómo se puede vivir tan bien del cuento y viajar tanto?

Vivir del cuento en nuestro caso es arduo y complicado. Un ritmo frenético, y en él, el viaje. Solo. Acompañado por un autor. Es parte del trabajo y, por lo tanto, se convierte en obligación hasta el punto de que un día te levantas en la habitación de un hotel y por un instante asalta una duda: ¿dónde estás? La Samsonite cabina de avión con ruedas sustituyó a la mochila hace tiempo.


- ¿Cuál sería el menú ideal de un día perfecto?

No madrugar mucho de entrante. De primero, lectura y otium antes y después de una comida no muy exigente. Por sugerencia del chef, podría darse un largo paseo por la ciudad en la que estás y no conoces. Descubrir así sus sabores y aromas. Y como postre, alguna sorpresa no programada. Un verano que se precie debe tener sus buenas dosis de improvisación. No se descarta un “espirituoso” para cerrar el menú.


- ¿Cómo recuerda la primera vez?

Hay muchas primeras veces. Asistimos, creo, a primeras veces en casi todos los días de nuestra existencia. Al menos, cabe esperarlo. Que otra cosa sino es la vida. “¿Por qué las niñas un día te dan un beso y otro no te hablan?” fue la pregunta de mi hijo a los pocos días de entrar en su nuevo colegio, después del verano. Fue la primera vez que no supe qué contestarle.


-¿Cuál ha sido el gran personaje de tus veranos?

De Mazinger Z a Sandokan. El quinteto de Los Cinco. De Lawrence de Arabia a la tía Julia o la enferma Cora. Mezclar erráticamente el tiburón de Peter Benchley y el Frankestein de Mary Shelley. Muchos personajes bajo un porche refrescado por álamos blancos.


- ¿En qué han cambiado los veranos con el móvil, el Ipod, el ebook, el facebook y con las modernas cámaras de fotos?

Las nuevas tecnologías que nos conectan saturan. Salir de esa saturación, como diría Remedios Zafra, te lleva a pensar en otros términos y eso es un cambio radical de mis veranos. No atender teléfono. Reducir al mínimo los intercambios de correos electrónicos. Son señales del verano. Las imágenes tomadas por esas cámaras generan cientos de recuerdos en forma de jpg. Libres de adicción, no excluyen sino que complementan los nuestros.


- Si tuviera que resumir el espíritu del verano en un tuit de 140 caracteres, ¿qué diría?

Que la fuerza del espíritu del verano te acompañe… todo el año.


- ¿Cuál es la mejor, la más extraña o inolvidable anécdota veraniega vinculada a su profesión?

Hay una anécdota veraniega en el invierno del hemisferio sur del año pasado que me resultará difícil de olvidar. Viajando a Buenos Aires con escala en Montevideo quebró Pluna, las aerolíneas uruguayas, y pasé todo mi cumpleaños en la sala de embarque de su aeropuerto. Nacido el cuatro de julio. Una forma única de cumplir años, desde luego.