Feria del libro

"El periodismo en papel sigue siendo el único rentable"

Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) es periodista, dirige ?Culturas? de ?La Vanguardia?, y escritor. Ganó el premio Nadal de 2013 con ?Estaba en el aire? (Destino).

Portada de 'Estaba en el aire'
"El periodismo en papel sigue siendo el único rentable"

-¿Qué le debe ‘Estaba en aire’ (Destino. Premio Nadal, 2013) a su propia familia de periodistas y escritores?

-Mucho. En mi primera novela, ‘Una heredera de Barcelona’, intenté reconstruir el ambiente de los años 20 a partir de vivencias y documentos de mi abuelo, que fue periodista y abogado de tribunales. En ‘Estaba en el aire’ retomo experiencias de mi padre en la radio y la publicidad de los primeros años 60, como el programa ‘Rinomicina le busca’, que tuvo mucho éxito, y en el que participó de forma muy directa. Pero, aunque parten de historias reales, son dos libros de ficción, dos novelas que utilizan ese material histórico para poner en pie –o al menos intentarlo- un mundo imaginario.


-¿Cómo se vivían en Barcelona el periodismo y la publicidad?

-Barcelona ha sido tradicionalmente una ciudad pionera en materia de comunicación. Fue la primera capital editorial española y también donde arrancaron las radios privadas. Pero en los años 60 hay un auténtico boom comunicativo: por un lado se instalan en la calle Tuset varias de las agencias que revolucionan la publicidad nacional, y por otro, nacen diarios y revistas rupturistas, en la forma y en el contenido, como ‘Tele/express’. En cine irrumpe la Escuela de Barcelona. Al estar lejos de Franco y cerca de Francia, en aquella década todo este mundillo barcelonés estaba en plena efervescencia.


-¿Ha querido hacer una crónica de su ciudad, una novela de costumbres o un relato psicológico?

-Mi objetivo era hacer una fábula, esto es, una narración que tuviera un sentido. Y para ello utilizo esos elementos y algún otro, como la crónica familiar con gotas de autoficción. No intento escribir literatura realista sino seleccionar, de entre un montón de historias que conozco, algunas que me parecen especialmente significativas, y elaborarlas y transformarlas para perfilar ese significado.


-¿Qué le debería el libro a su condición de periodista, de periodista cultural, y de biógrafo de Barcelona?

-La necesidad de vestir bien la atmósfera que envuelve la trama me ha permitido la que para mí es la parte más divertida del trabajo novelístico, todo lo relativo a la documentación previa. Me gusta mucho buscar en las bibliotecas y hemerotecas, entrevistar viejos testigos, encontrar datos y paisajes urbanos olvidados….


-Barcelona parecía, al menos en su novela, un lugar donde había muchos supervivientes que sabían nadar y guardar la ropa...

-Barcelona es una ciudad muy ambigua, y la burguesía catalana representa la apoteosis de la ambigüedad, la demostración de que se puede ser a la vez una cosa y la contraria.


-Vayamos con los personajes. El narrador es publicista, quizá demasiado gris, incluso en el amor.

-Es un hombre que cuenta con una energía limitada y tiene una visión algo chata de sí mismo, pero cuando se encuentra en dificultades se descubre una faceta idealista que él mismo no conocía, y eso le redime de sus limitaciones vitales.


-Pladevall, ¿en qué medida encarna al empresario catalán del momento?

-Es una síntesis de varios magnates reales de los años 60, con esa gran contradicción de querer ser a la vez muy franquista y muy moderno. Y con una simpatía natural que le allana muchos caminos.


-Hablemos de la hermosa Tona: el mejor personaje. ¿Por qué le sale casi todo mal?

-Con Tona quería hacerme eco de aquella expresión de Lord Byron que tanto gustaba a Terenci Moix, un escritor al que aprecié y admiré mucho, esa idea del “amargo don de la belleza”. Pero sobre todo a través de ella quería plasmar una figura que a priori es una clásica heroína romántica y acaba resultando todo lo contrario. Me interesaba resaltar que hay valores más interesantes que el “amour fou”. Y no digo más para no reventar el final.


-Artal, el hombre que soñaba con los periódicos. ¿Está inspirado en alguien en concreto?

-Artal tiene elementos de Carlos Sentís, de Ignacio Agustí o de Tristán la Rosa, esa generación de periodistas que debutaron con la República, luego se pasaron al franquismo y luego fueron monárquicos liberales con cierta voluntad progresista. Con todas sus contradicciones –que fueron inmensas- estos personajes levantaron el techo de la libertad de expresión y, desde el punto de vista cultural, contribuyeron a hacer menos insoportable la larga dictadura.


-¿Qué ha supuesto para usted el Premio Nadal?

-Para alguien que escribe novelas con base familiar, como yo, tiene muchos elementos de reencuentro. Mi abuelo Pablo era gran amigo y compañero político de Eugenio Nadal, padre del escritor que dio nombre al premio, y juntos escribieron una biografía de Eduardo Dato, de quien eran devotos. Dos de los hijos de ese señor, Santiago y Carlos Nadal, han sido periodistas de referencia en ‘La Vanguardia’, el diario donde trabajo desde 1987. Aparte de este “family affair”, el premio Nadal es uno de los pocos que quedan en España con auténtica incidencia, y en este sentido para un escritor resulta impagable.


-¿Quiénes son sus escritores de referencia?

-Los autores que releo puntualmente cada verano son Shakespeare, Borges, Josep Pla y los anónimos de ‘Las mil y una noches’. Pero también me gusta mucho la literatura popular, fui el impulsor de la semana de novela negra de Barcelona y he escrito un libro sobre los best sellers. En suma, soy por vocación y profesión el típico lector omnívoro. Para ‘Una heredera de Barcelona’ y ‘Estaba en el aire’, las referencias –inalcanzables, por supuesto- han sido las del relato sofisticado y a la vez descreído a lo Henry James, Edith Wharton, Scott Fitzgerald y Evelyn Waugh, con unas gotas del Javier Cercas de ‘Soldados de Salamina’.


-Dirige un suplemento cultural de mucho prestigio en España y sospecho que en Europa: ‘Culturas’ de ‘La Vanguardia’. ¿Cuál es el futuro del periodismo cultural y periodismo en papel?

-Agradezco mucho el cumplido. Está claro que vivimos tiempos tempestuosos. Pero, por lo que respecta al periodismo cultural, me parece que va a tener muchísima demanda en los años que vienen, por la necesidad de la gente, primero de filtrar la sobredosis de información que le cae encima a cada momento del día, y luego de interpretarla. En cuanto al periodismo en papel, creo que le queda bastante más vida de la que muchos agoreros le desean. Por el momento sigue siendo, al menos en España, el más rentable, por no decir casi el único rentable.


[Domingo, 2 de enero. 12:00 h Patio del edificio de Capitanía. Sergio Vila-Sanjuán presenta ‘Estaba en el aire’ (Premio Nadal, Editorial Destino) en compañía del escritor Julio José Ordovás.]