Fernando Vallejo: "Ser editor es como hacer poesía desde las aulas a la calle"

Sacerdote, capellán del cementerio de Torrero, poeta y editor, publica su último trabajo ‘Cuaderno verde’. «La poesía era mi trinchera, es una forma de existir», cuenta

Fernando Vallejo se multiplica: es capellán del cementerio de Torrero, visita muchas parroquias, es poeta y editor.
Fernando Vallejo se multiplica: es capellán del cementerio de Torrero, visita muchas parroquias, es poeta y editor.
Oliver Duch.

Fernando Vallejo (Zaragoza, 1966) es sacerdote, capellán del cementerio de Torrero, autor de ocho poemarios y editor de poesía en la colección Kirón, que ya tiene dos títulos. Acaba de publicar ‘Cuaderno verde’ (Los libros del Mississippí, 2018).

¿Desde cuándo escribe poesía?

Escribo poesía desde el origen de mi existencia. «Mis ojos estaban abiertos y mi boca cerrada». La poesía era la única forma plástica de explicar el mundo que yo contemplaba. La poesía era mi trinchera. El alcázar donde yo me ponía a salvo.

¿Qué le da la poesía, qué autores le han marcado y le marcan a diario?

La poesía es una forma de existir. Es como la fe, una razón de dialogar con la realidad y el misterio del ser. Es un respiro. Hay poetas que me han marcado a sangre y fuego. No quiero ser reiterativo pues se conocen Rimbaud, Lorca, Luis Cernuda, el realismo social de Gil de Biedma, y Valente. Me están influenciando mucho César Vallejo, Ernestina de Champourcin, Zambrano, Celaya, Miguel Labordeta, Fernando Ferreró, Aníbal Núñez, Hilario Barrero. Yo me pregunto qué hombre o mujer que tiene algo que decir algo no marca tu alma.

¿Qué hay de poético en su oficio de capellán del cementerio de Torrero?

No es mi oficio, es una vocación. Es ese momento metafísico entre la vida y la muerte, entre el dolor y la esperanza. «Un cielo nuevo, una tierra nueva». La pasión por la eternidad.

¿Cómo se acostumbra uno a vivir desde tan cerca la muerte y a consolar a los que se quedan, con el alma tan herida?

Yo lo que me pregunto es quién se consuela: el dolor de la muerte solo encuentra su bálsamo en la luz del Resucitado. ¿Quién se acostumbra al misterio del ser para la vida y para la muerte?

No solo es poeta, sino que es editor de poesía. ¿Por qué?

Porque a los pueblos solo los pueden mover los poetas. Hay tantas voces que quieren ser escuchadas. Tanto misterio en cada pálpito de una palabra. Tantas manos tendidas a la nada. La periferia del amor encontrado y sublimado en la palabra escrita.

Ha tirado por elevación. ¿Qué busca con la colección Kirón?

Es un proyecto ilusionante, es «hacer hacer». Es, sin dinero, proyectar a los nuevos poetas aragoneses. Es también una lucha contra la estructura. Es hacer poesía desde las aulas a la calle. Una bocanada de aire fresco. Solidaridad poética.

Recuérdenos y descríbanos un poco los primeros títulos y los poetas, cómo escriben…

Los primeros poetas son el consejo editorial: Rafa Sanz y Sergio Lasmarías, con ‘Ibiza 35’ e ‘Implosión’, pero hay una lista entrañable de buenos amigos y poetas: Byron San, Luis Rudis, Gema Carreras… Poco a poco, pulgada a pulgada haremos entre todos una colección de poetas aragoneses.

Hablemos de ‘Cuaderno verde’, su octavo libro. ¿Qué quiere decir?

‘Cuaderno verde’ es un libro cuya publicación se la tengo que agradecer a Antonio Benicio y su editorial Los libros del Mississippí, por haber creído en mí. Es un dietario en forma de poemas. Me impacta la vida cotidiana y su influencia en la forma del ser. Es una forma de ver el mundo desde el silencio. Un silencio creador y dialogante. La mirada del arlequín. Observante, mudo y repleto de gestos sencillos y transgresores. El silencio de las palabras.

¿No hay en usted, a la luz de sus poemas, como un cansancio, una denuncia constante de los males del mundo?

No me canso del mundo, lo vivo apasionadamente. Porque no me gusta del todo intento penetrarlo con el esperma de una palabra sincera. El mundo tiene males y grandes virtudes que se unen profundamente en el corazón estigmatizado de cada ser humano.

¿En quién piensa cuando escribe?

En cada hombre y en cada mujer que se cruza en mi vida. En sus gozos y en sus tristezas. En sus vidas, que son mi vida, y también la vida de todos.

Si alguna vez mira hacia el futuro, ¿qué carrera le gustaría hacer?

Mi carrera es seguir, ilusionar, contagiar, proyectar y escribir.

¿Tiene Fernando Vallejo algún referente de sacerdote-poeta que le influya especialmente, del tipo Verdaguer, por ejemplo?

Mi poeta preferido es Jesús de Nazaret. Pasó haciendo el bien y diciendo verdades como puños que nunca había dicho nadie ni nadie sabrá volver a decir. «El reino de Dios está dentro de vosotros», como lo recuerda también Chaplin en ‘El gran dictador’.

DOS POEMAS DE 'CUADERNO VERDE'

1

Me canso.

Todas las viejas películas

terminan parecido.

Necesito una respuesta.

¿Por qué apuesto siempre

en partidas que doy por perdidas?

Verdes años gastados

desde que soy niño

y el terrible silencio de las hojas

del periódico diario.

La vida es una prisión.

Una jaula de sordos.

¿Por qué pones en duda mi intuición si no me conoces?

No me basta el dolor,

ansío la mancha rasgada por los caballitos de cartón.

Veloces como el silencio de un abrazo.

Las horas son corcho empapado en recuerdos.

Un aullido.

No hagas mal la última cosa.

Chapoteo en el fango.

Desconozco la próxima pisada del pobre en la mañana.

Siempre en el mismo banco. La misma manta.

2

2

El paso de los años tiene su gracia.

Siempre tentado

por la divina naturaleza de las formas.

Las miradas extraviadas de los miopes.

En algún momento

te he visto tan cerca.

Ahora lejano,

inventado recuerdo

de una noche fría.

Cada una de mis historias es un instante deseado,

tan distante

como los cumpleaños de mi niñez.

Espadas de plástico,

flan con galletas

y ese no saber muy bien qué ocurría.

El buen vino

me alivia

tanto o más que un buen orgasmo.

(Que sea Rivera del Duero... a lo Biedma)

Amores románticos

de película en blanco y negro. Interminable.

Del amor

al odio intransigente de las ciudades.

Deseo olvidar mis sueños.

Escribir este cuaderno verde donde la pornografía es un vicio oculto en las rodillas de los indolentes.

La belleza de los cuerpos es el mágico encuentro de lo impredecible. No está cosificado

en el poliedro del canibalismo.

La realidad no huye.

No me rindo,

corro sobre los escalofríos de los mentirosos.

¿Has encendido hoy el televisor?

Yo

no.

(Gracias a Dios)

Es un don que he descubierto.

Me estoy enfrentando conmigo mismo para que tú me mates.

*Dos textos de 'Cuaderno verde' de Fernando Vallejo Ágreda. Los Libros del Mississippí. 2018.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión