Antonio Calvo Roy : "Es triste que se olviden de Odón de Buen al rehabilitar científicos"

El periodista acaba de publicar un libro, ‘Cartas a un labrador’, que recupera y reúne los escritos de juventud en la prensa madrileña del padre de la  oceanografía española.

Antonio Calvo Roy, divulgador de la vida y obra de Odón de Buen.
Antonio Calvo Roy, divulgador de la vida y obra de Odón de Buen.

Cuando parecía que todo estaba dicho de Odón de Buen (Zuera, 1863-México, 1945), viene usted y publica un libro con artículos que nadie recordaba.

A Odón de Buen llegué trabajando en una biografía de Cajal que publiqué en 1999. Él, que en sus tertulias hablaba con Odón, lo definía como «un republicano exaltado y librepensador militante». La definición me impactó, y años después escribí una biografía de Odón de Buen. El personaje siempre me ha interesado.

¿Por qué empezó Odón a publicar en la prensa?

Era un joven muy inquieto intelectualmente y, cuando llegó a Madrid, se acercó a un semanario, ‘Las dominicales del libre pensamiento’. Allí conoció a su director que, con el correr del tiempo, acabaría convirtiéndose en su suegro. Empezó a trabajar en el semanario haciendo reportajes y periodismo científico.

Y también escribiendo estas ‘cartas’.

Él siempre tuvo una vocación clara por la divulgación. Y siempre, también, mantuvo el contacto con su pueblo de origen, Zuera. Así que se le ocurrió escribir una serie de artículos pedagógicos, escritos al modo de cartas para un labrador, un supuesto amigo.

¿Y de qué hablaba en ellas?

Cantaba las maravillas de la ciencia y de su enfrentamiento con las creencias; hablaba del evolucionismo, de cómo los naturalistas son útiles a la sociedad... También sacaba conclusiones sociales de las leyes de la Naturaleza. Las cartas se publicaron en dos etapas: hay una primera serie entre los años 1887 y 1888, y una segunda en 1894. En esta última, en la que publicó solo siete artículos, se muestra más preocupado por los temas sociales, sin olvidar nunca que la ciencia es la base de todo.

Son artículos en los que ya se intuye el gran científico que fue.

Claro. Los escribió cuando aún era estudiante, o recién licenciado, y en todos ellos se ve que es un hombre interesado por la ciencia en la medida en que es una herramienta más poderosa que la religión para explicar el mundo.

¿Por qué dejó de escribir los artículos?

Porque era un hombre muy activo e inquieto y le surgieron otros proyectos apasionantes. Tuvo la fortuna, por ejemplo, de viajar como naturalista en una fragata por el norte de Europa y el sur del Mediterráneo. Ese viaje cambió su vida: descubrió la oceanografía y vio cómo se trabajaba en muchas universidades europeas, que no basaban su labor en que los alumnos memorizaran cosas, sino en que tuvieran experiencias. Eso quizá explica una de las leyes que mantuvo toda su vida, y es que la naturaleza hay que explicarla... en la propia naturaleza.

¿Fue su suegro el que lo introdujo en la masonería?

Tuvo una militancia masónica importante, sobre todo en los primeros años. Pero él era antes que nada científico y, además, gestor. Se dio cuenta de que uno de los principales problemas que sufría la ciencia española era de gestión. Era simpático, buen relaciones públicas: creó el Instituto Español de Oceanografía y, siendo senador, logró que el ministro de Hacienda cediera al instituto un barco incautado por contrabando a Juan March. Fue el primer barco oceanográfico español.

Científico y gestor, pero también pedagogo.

Sí, por supuesto. Fue catedrático durante 44 años, y se calcula que en ese tiempo tuvo 25.000 alumnos. Eso da idea de la influencia que tuvo en la ciencia de su época. Fue un hombre con una pasión pedagógica absoluta. A mí me gusta decir que la ejercía por tierra, mar y aire. Y lo hizo literalmente. Incluso en el barco que le llevaba al exilio dio charlas divulgativas al pasaje. En los años 30 se convirtió en uno de los primeros científicos en realizar charlas divulgativas radiofónicas. Las hacía en los estudios de Radio Madrid.

Muchos de los datos que da apenas se saben.

Odón de Buen sigue siendo un gran desconocido. Hace tan solo unos días el Gobierno español rehabilitó a siete científicos represaliados por el franquismo (Enrique Moles, Ignacio Bolívar, Honorato de Castro, Enrique Hauser, Emilio Herrera, Pedro Carrasco y Blas Cabrera, a quienes se les ha devuelto la condición de académicos que perdieron por razones ideológicas)._Me parece increíble que Odón de Buen no esté en esa lista. Es tristísimo. Ninguno de los siete científicos, que merecen su rehabilitación, creó algo como el Instituto Español de Oceanografía, que sigue hoy en plena actividad. Odón de Buen fue juzgado y estuvo un año en la cárcel. Parece que ni con todo esto reúne condiciones para ser rehabilitado.

Usted no le olvida.

Ni yo, ni el Centro de Estudios Odón de Buen de Zuera. Ellos trabajan también, con los escasos medios a su alcance, para recuperar esta enorme figura científica. Y lo que hacen es siempre de agradecer. En cuanto a mí... Yo siempre digo que mi misión en el mundo es ‘odonizar’ España.

La obra

Título: ‘Cartas a un labrador (1887-1894)’.

Autor: Odón de Buen. Edición, introducción y notas de Antonio Calvo Roy.

Edita: Institución Fernando el Católico.

Contenido: el libro reúne los artículos publicados por el científico en ‘Los dominicales del libre pensamiento’ entre 1887 y 1894. Lo hizo en dos series de artículos: 17 textos entre el 16 de julio de 1887 y el 28 de enero de 1888; y otros 7 entre el 16 de febrero de 1894 y el 3 de agosto del mismo año. Javier Puyuelo, presidente del Centro de Estudios Odón de Buen, escribe la presentación.

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