¿Qué fue antes en Aragón, el belén o el árbol? Cinco curiosidades de nuestra Navidad

¿Por qué empieza el año 1 de enero y qué relación tiene con Zaragoza? ¿Hubo 'christmas' en Aragón antes que en Londres? La Navidad en aragonesa está llena de curiosidades, con orígenes que se remontan a hace miles de años

La tronca de Navidad es cada vez más popular. En la imagen, una representación en un colegio de Cadrete (Zaragoza).
La tronca de Navidad es cada vez más popular. En la imagen, una representación en un colegio de Cadrete (Zaragoza).
AGARDINCHA

Como la famosa pregunta sobre el huevo y la gallina, puede asaltar la duda de qué fue antes en Aragón, si el belén o el árbol de Navidad. Y la respuesta depende de la celebración en sí: si hablamos del solsticio de invierno, el árbol podría llevar ventaja. En la Península los adornos vegetales decoraban las casas de los celtas mucho antes de que naciera Jesucristo. Y también las de los celtíberos que poblaban las tierras aragonesas.

CINCO CURIOSIDADES DE LA NAVIDAD EN ARAGÓN

1. El belén recaló primero en Huesca

En Aragón y el resto de España el belén ha sido el adorno navideño por excelencia. Según el historiador José Antonio Adell "la decoración de las casas aragonesas por Navidad se inició a finales del siglo XIX, aunque en algunos monasterios o palacios ya desde el siglo XV se instalaron belenes. La celebración navideña es anterior, claro, aunque con mayor frugalidad". Y Adell recuerda que "el primer belén fue preparado, según cuentan, por San Francisco de Asís en una cueva en 1223, intentando imitar el humilde nacimiento de Jesús. Anteriormente existe constancia, por restos arqueológicos, de que en las catacumbas se colocaron figurillas de Navidad ".

La tradición de celebrar las fiestas con un nacimiento comenzó en España precisamente con San Francisco de Asís. "En el año 1214 el santo peregrinó a Santiago. Y a su regreso, dice la tradición que pasó por Monzón (Huesca). En la ciudad se ubicó en 1235, fuera de las murallas, el convento de San Francisco", cuenta el historiador. Y todo ello hace pensar que la tradición belenística de Monzón llega por esa presencia franciscana desde hace tantos siglos. En la Baja Edad Media, para estimular el culto y el simbolismo navideño se preparaban escenas de nacimientos y algunos de los belenes eran vivientes. "En la actualidad han resurgido con fuerza en Aragón este tipo de conjuntos: Estadilla, Sena, Fraga, Villamayor, Novallas, Villalengua, San Blas, Villel...".

2. El Pajarito Pinzón 'nació' en Radio Zaragoza

Algunas tradiciones navideñas son muy recientes, como el Pajarito Pinzón. Este mensajero de los Reyes Magos surgió en Radio Zaragoza en los años 60 y arraigó tan profundamente que todavía hoy creen los niños en tan simpático personaje, a quien ponía voz la locutora Pilar Ibáñez. Enlaza con la costumbre en Agón y Fréscano, en el Campo de Borja, de soltar pajaritos la noche de Navidad, "como símbolo de alegría y manifestación de buenos deseos, aunque bajo tal práctica latía la presencia de ancestrales rituales de liberación de las almas", explica el periodista Alberto Serrano, investigador de tradiciones aragonesas.

3. El árbol de Navidad y sus adornos

El abeto decorado procede de tradiciones del norte de Europa, donde sus pobladores honraban el nacimiento de Frey, a finales de diciembre, adornando con frutas un árbol perenne. Las bolas que ahora colgamos habrían sustituido a esas frutas. Con la evangelización, la tradición se mantuvo, pero sustituyendo el dios al que se recordaba. La decoración del árbol con velas y objetos comenzó en Alemania a principios del siglo XVII y llegó a Inglaterra en 1820. Pero fue la reina Victoria la que decoró en 1841 el primer abeto para agasajar a su marido, el alemán Alberto de Sajonia. José Antonio Adell destaca que el abeto decorado "comenzó a popularizarse en el XIX, aunque en Aragón teníamos ya una tradición anterior, vinculada al mundo vegetal, como es la tronca de Navidad o cabirón, que se enciende en Nochebuena. Presidía las celebraciones de estos días, mientras los niños obtendrían de él en la mágica noche dulces, juguetes y regalos".

4. La tronca y los regalos

Se recupera en los últimos años otra tradición aragonesa antigua: la tronca de Navidad. En algunos pueblos del Pirineo y de Teruel se sigue celebrando la costumbre que consiste en golpear un ‘tizón’ (tronco grueso) que, como recompensa, arroja dulces y regalos a los niños. José Antonio Adell, coautor junto a Celedonio García del libro ‘Fiestas y tradiciones navideñas en el Alto Aragón’, explica que "en Ansó se dejaba ardiendo toda la noche para calentar al Niño Dios. En el Sobrarbe, la Tronca de Navidad se hacía durar hasta la Candelaria y se guardaba una ‘tozeta’ para echar al fuego cuando había tormentas. En los últimos años ha alcanzado tanto renombre que se ha popularizado su representación en escenarios públicos.

5. El Año Nuevo se decidió tras una guerra aragonesa

Incluso el Año Nuevo se 'inventó' en Aragón. Antes de que Roma declarase la guerra a los celtíberos del valle del Ebro, los belos, el año comenzaba en marzo , cuando se elegía a los senadores del Imperio Romano. Y septiembre era el mes siete, así como octubre era el ocho, noviembre el nueve y diciembre el diez. Pero la rebeldía de la ciudad celtíbera de Segeda , que Apiano de Alejandría describía como "una grande y poderosa ciudad", la más extensa de las conocidas en el norte de la Península y que contaba con más de 45 hectáreas, obligó a movilizar más tropas romanas tras el famoso encierro en Numancia y, por consiguiente, a adelantar a enero la elección de los senadores. Los belos, esos antepasados de los aragoneses del valle, fuerno con su rebeldía los responsables de que el año empiece desde entonces en enero. ¿Por qué no el 21 de diciembre? Porque por superstición los romanos preferían guiarse por la luna y no el sol.

Pero el año astronómico previo a los romanos ya terminaba en diciembre. Esa muerte del sol la noche del 21, que resucitaba tres días después, la mañana del 25, es el inicio de importantes tradiciones que perduran hoy en día. La popular tronca aragonesa enraiza con el yule escandinavo o el budnik búlgaro, por ejemplo. Y la resurrección del sol (dios) a los tres días es similar en la cultura egipcia y, posteriormente, en el cristianismo.

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