Miguel Ángel Arrudi: "En el taller guardo muchas locuras que no me dejan presentar"

El artista zaragozano celebra una muestra en la Biblioteca de Aragón, ‘Futuro en fractura’, en la que juega con el vacío, la poesía visual y el cierzo.

Miguel Ángel Arrudi, ayer, en la Biblioteca de Aragón.
Miguel Ángel Arrudi, ayer, en la Biblioteca de Aragón.
Guillermo Mestre

¿Qué está haciendo en la Biblioteca de Aragón?

Estoy realizando una exposición, o más bien una presentación, de una forma de trasmitir sensaciones de poesía visual mediante la utilización del vacío como volumen y el movimiento como elemento vital.

¿Eso es ‘Futuro en fractura’?

Elementos metafóricos en los que trasmito el momento en que estamos sumidos en estos comienzos de siglo, donde todo vale y se confunde muchas veces.

¿Hay verdaderamente futuro?

El futuro siempre existirá y no se parecerá a nada que conozcamos actualmente. Estamos ya inmersos en el arte sin artistas.

Como iconoclasta de secano, parece que los años no pasan por usted. ¿O sí?

Me pasa como a casi todos, que la vida te trasforma y te moldea dependiendo de las circunstancias. Yo soy más un artista ecléctico multidisciplinar.

¿Dónde se encuentra más a gusto, interviniendo espacios como el castillo de Sádaba, o trabajando en el taller?

La verdad es que me resulta indiferente, lo importante es desarrollar el espíritu creador, aunque el entorno, naturalmente, ayuda y condiciona.

¿Cuántas locuras guarda en el taller y no se atreve a enseñar?

Bastantes. El problema, en realidad, no es que yo no me atreva a enseñarlas, es que no me dejan ni siquiera presentarlas o desarrollarlas.

Casi ningún artista acierta a explicar qué es lo que busca con su obra. Usted...

Eso, en realidad, está muy bien, porque esa incomprensión pone de manifiesto el grado de eclecticismo libertario de mi obra ante los esquemas lineales de unos planteamientos estéticos trasnochados.

Entre el golf, el Pirineo y el taller, ¿con qué se queda?

Todo tiene sus momentos. El Pirineo es mi raíz; el estudio, mi vida; y el golf, mi evasión. No puedo renunciar a ninguno.

Lo último que vimos de usted fue su decoración del ruedo de la Misericordia en las fiestas del Pilar...

Bueno, lo de la intervención en la corrida goyesca, no fue una decoración. Fue una gran acuarela transformada mediante un drama.

Siempre se ha declarado admirador de Goya, pero en su obra, la verdad, no se aprecia.

Afortunadamente, una cosa es desarrollar esquemas y parámetros mentales goyescos, que es lo que yo hago, y otra muy diferente es ser imitador de lo externo, de lo evidente, que es lo que todos practican, como si realizaran un ejercicio de instituto de arte.

Usted tiene ideas originales para los edificios vacíos de la Expo. ¿Qué hacemos con ellos?

Sí, es cierto, pero no solo para los edificios de la Expo, también para muchas otras cosas, como en su día fue la propuesta de convertir un parque eólico en un monumento cultural, truncado por quienes prefirieron invertir en un ‘museo del aire’, hoy cerrado y en ruinas; o como muchas otras propuestas de índole social y cultural que he realizado. Actualmente estoy desarrollando una propuesta para recuperar las grandes chimeneas de la central de Andorra.

¿¡Cómo!?

La idea es no derribar las tres grandes chimeneas y abrir pequeños huecos en su exterior. Se generaría en su interior un océano de corrientes de aire que se podría aprovechar para generar electricidad instalando 18.000 molinos eólicos de eje vertical. Por fuera, daríamos a las chimeneas un tratamiento escultórico.

Por cierto, ¿qué vida llevan sus ranillas?

Bueno, las ranillas están llevando mejor vida porque, con el paso de los años, han resultado ser el verdadero icono de la Expo. Mal que les pese a muchos, sobreviven con una salud excelente.

¿Cuál es su sueño, o su proyecto, que todavía no ha conseguido realizar?

Son tantos los sueños y proyectos que sería necesario editar una publicación específica sobre ellos. Pero cada día se presentan un montón de publicaciones. No quiero hacer una más, ni perder el tiempo yo ni hacérselo perder a los demás. Total, ya nadie lee. Y, si lo hacen, no se enteran.

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