El estilo

El cambio es consustancial a la vida, pero cabe mantener un estilo que una las diferentes etapas.

Loquillo, durante su reciente concierto en Zaragoza.
Loquillo, durante su reciente concierto en Zaragoza.
Aranzazu Navarro

Explicaba Loquillo hace unos días -entrevistado por Gabriel Sopeña para ‘Canal Saturno’- que en sus cuarenta años en la música había sabido evolucionar y no quedarse estancado haciendo lo mismo. Decía también que sus fans no siempre habían aceptado esos cambios. Estuve el otro día en su concierto de Zaragoza y la enorme población de chupas de cuero entre el público parecía darle la razón a un tipo que ahora se presentaba ante nosotros con americana y mocasines. Pero la nostalgia es una enfermedad atractiva en la que todos caemos a veces -sobre todo cuando de fondo suena ‘Cadillac solitario’-, y no hay que ser excesivamente duro a la hora de juzgarla. Además, quizás sin saberlo, quienes mantenían esa estética ‘rocker’ no hacían sino confirmar que el hilo que une distintos momentos es el hilo de lo que llaman estilo. El triunfo de un artista es tener un estilo que lo haga reconocible por encima de las transformaciones de cada momento. Una voz propia que, cuando lo es de verdad, puede escucharse ya desde los inicios.

También estos días hemos conocido unos aforismos inéditos de Luis Antonio de Villena, escritos a los dieciséis años. Colgados en el corcho del colegio, obra aún de un escritor sin obra, en ellos ya latían algunos temas y obsesiones del poeta: el esteticismo, el arte o el dandismo. Se adivinaba ya un estilo.

Solo los idiotas no cambian a lo largo de la vida. Pero en el laberinto hay que tirar de un hilo. El hilo: quizás solo haya que buscar una palabra con la que rimar.

Enrique Cebrián Zazurca es profesor de Derecho constitucional en la Universidad de Zaragoza