Ramón Fontseré, director de Els Joglars, recordaba ayer una de sus visitas a Zaragoza, la que coincidió con ‘Teledéum’. Corría el año 84, «tenía pelo», bromea el también actor, y la fila para ver aquella obra, precedida de una enorme polémica y con muchos problemas para encontrar teatros donde representarse (en la capital aragonesa su estreno fue retrasado por la visita del Papa), daba varias vueltas al Principal. Más de 20 años después, la compañía catalana sigue sin rehuir los temas más espinosos. Esta vez, con ‘Señor Ruiseñor’, en palabras de Fontseré, «una reivindicación del arte como patria universal en confrontación con la patria identitaria».

El montaje cuenta con gran sabor aragonés. Por un lado, Alberto Castrillo-Ferrer colabora en la dramaturgia y en la dirección de escena. David Angulo, por su parte, es el autor de la música. «Creo en la unión de los distintos», dijo Fontseré. Y añadió jocosamente: «Hemos reeditado la Corona de Aragón».

La obra se estrenó en Valladolid y, tras su paso los días 7, 8, y 9 de diciembre por el Teatro Principal de Zaragoza, aterrizará en el María Guerrero de Madrid. En Cataluña, el montaje solo tiene una fecha contratada: en la localidad de Canovellas.

«Vida en libertad»

Elige Els Joglars para personificar sus tesis, la figura del artista Santiago Rusiñol (1861-1931) quien, para ellos, «representa una visión abierta del país, amante de todo el territorio, era un viajero constante, de mente abierta, lo que representa una confrontación con la Cataluña que ahora tenemos». «Quedamos fascinados por su vida, la de un hombre de la burguesía catalana, que vivía en libertad, con lujos baratos, con sensualidad, su obsesión era pintar», añade. Cree que Fontseré que, en la actualidad, su figura «no ha sido sustituida, no hay otros ‘rusiñoles’.

Hasta la carcajada

La obra, de hora y media de duración, está protagonizada por un jardinero (Fontseré) que es recolocado en el Museo Rusiñol. Allí es encargado de la visitas teatralizadas, encarnando al pintor modernista, de cuya vida y obra acaba enamorándose. En ese momento, el nuevo patronato decide convertir el centro expositivo en el Museo de la Identidad Integradora.

«Todo está narrado con el código Els Joglars», cuenta Dolors Tuneu, una de las actrices. «Desde la sátira, una herramienta ideal para hablar de todo. La gente se va a reír hasta la carcajada», asegura Tuneu, quien cree que Rusiñol y el modernismo tienen mucho en común con Els Joglars porque «se trataba de no mirarse el ombligo, sino al mundo». «Rusiñol decía que amaba más una pieza de Mozart o un cuadro de Velázquez que a cualquier pueblo o patria», recuerda Tuneu. A su juicio, Els Joglars está libre de autocensuras. «Siempre buscamos provocar una reflexión sobre lo cercano», argumentó. «Es el deber de los artistas, nosotros no nos echamos atrás, nos pareció que era nuestra obligación tocar este tema», añadió Fontseré. «El teatro es higiénico», concluyó.

La compañía explicó asimismo que ‘Señor Ruiseñor’ es «una obra muy visual en la que hay coreografías, en la que lo que se ha podido contar con una imagen, se ha contado así; es muy divertida y en ella prevalece la belleza, la estética de un pintor».

Junto a Tuneu y Fontseré se subirán a las tablas del Principal, Pilar Sanz, Xevi Vilà, Juan Pablo Zamora y Rubén Romero.

Las sesiones son a las 20.30 el viernes y el sábado. Y a las 18.30, el domingo. El viernes, además, a las 22.00, dentro de Escuela de Espectadores, habrá un coloquio con los artistas.